Guerra de Ucrania

La caída del Gobierno en Bulgaria concede nuevas oportunidades al Kremlin para ampliar su penetración en el país

Bulgaria, un caballo de Troya de Rusia en la Unión Europea

La sucesión de Gobiernos débiles en Sofia impulsa los niveles de corrupción en el país más pobre de la UE, merma el estado de derecho y la libertad de expresión e incrementa el escepticismo ciudadano hacia la UE y la OTAN

Oficinas de la petrolera rusa Lukoil en Sofia, capital de Bulgaria.  VALENTINA PETROVA / AP

Oficinas de la petrolera rusa Lukoil en Sofia, capital de Bulgaria. VALENTINA PETROVA / AP / VALENTINA PETROVA / AP

Marc Marginedas

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La presencia de policías era la prueba palpable de la enorme carga política que tenía para Bulgaria aquella demolición. Tras años de polémicas, en diciembre el Ayuntamiento de Sofia inició el desmantelamiento del monumento al Ejército Rojo, un gigantesco complejo que dominaba el skyline de la ciudad, compuesto por grupos de estatuas de bronce, erigidas en estilo de realismo socialista, presentando a los militares soviéticos como liberadores, y sito en un céntrico parque de 2.000 metros cuadrados. "Hay mucho qué hacer aún" (este monumento) "es uno de los símbolos más prominentes de la violencia y la ocupación de Bulgaria", reaccionaba, satisfecha, a los micrófonos de la agencia AP, Marta Georgieva, concejala de una formación política europeísta local.

El desmontaje del controvertido complejo, vandalizado de forma regular por ciudadanos que consideran que la instalación, en realidad, falsea la Historia búlgara, constituye, en opinión de Atanas Tchobánov, director de la web de investigación BIRD y uno de los periodistas locales más reputados en corrupción, uno de los pocos logros del corto periodo en el que Bulgaria fue gobernado por un Gobierno de coalición de dos formaciones políticas antagónicas: el centrista GERB, cuyo hombre fuerte es el longevo y polémico exprimer ministro Boiko Borissov, y la coalición Continuamos el Cambio, que se proclama proeuropea, liberal y vanguardia en la lucha contra la corrupción.

Ciudadanos búlgaros vandalizan el monumento al Ejército soviético, que consideran falsea la Historia del país.

Ciudadanos búlgaros vandalizan el monumento al Ejército soviético, que consideran falsea la Historia del país. / SPASIYANA SERGIEVA / REUTERS

El Ejecutivo de rotación, que intentó poner fin a años de inestabilidad política y primeros ministros nombrados a dedo por el jefe del Estado, Rumen Radev, acusado a su vez de defender desde la trastienda los intereses de Rusia, acaba de colapsar, forzando la convocatoria de elecciones anticipadas y abriendo un nuevo periodo de inestabilidad política. Todo ello, en opinión de Tchobánov, aparcará sine die tareas pendientes como la lucha contra la corrupción, además de empeorar la precaria "situación de la libertad de prensa y del Estado de derecho", circunstancias que inevitablemente concederán a Rusia nuevas posibilidades de incrementar su ya importante influencia en la vida económica y política del Estado balcánico.

Sorpresa actual

"La sorpresa ha sido que el Gobierno haya caído tan rápido", apunta Martin Vladimírov, director del Programa para la Energía y el Clima en el Centro para el Estudio de la Democracia (CSD). Según el analista, todo apunta a que, tras las elecciones del 9 de junio coincidiendo con las europeas, ninguna formación obtendrá un resultado que le permita formar un Gobierno con un fuerte respaldo parlamentario. Dada la animadversión existente entre los dos principales partidos y su dificultad para renovar la coalición, una de las posibilidades que se barajan es un Ejecutivo tecnócrata, de bajo perfil político, que estará a expensas del Parlamento, institución que, en opinión del director de CES, acaba siempre "tomando las decisiones y diciendo a los ministros lo que hay que hacer".

En Bulgaria, ejecutivos débiles significan inevitablemente más corrupción. Según el último informe del CSD, un 35% de los búlgaros ha experimentado de alguna forma la corrupción en sus tratos con la administración, mientras que en los negocios, el número se eleva al 25%. "No hemos visto cifras así en una década", subraya Vladimírov, quien explica estos negativos datos en la tendencia de los funcionarios de "sacar partido del caos" dada la escasa presión desde la dirigencia de las instituciones.

Y a más corrupción, mayores posibilidades de que se incremente la presencia de Rusia, un país que, valga la redundancia, recurre "a la corrupción estratégica" como táctica para mermar la seguridad económica de la UE, según denuncia Vladimírov. En diciembre, el Parlamento búlgaro decidió poner fin a partir de marzo a la exención concedida por Bruselas, que le permitía seguir importando petróleo ruso. La medida fue respondida por la empresa Lukoil, propietaria de la refinería más grande en la costa del mar Negro, con una amenaza de vender las instalaciones. En el Estado balcánico, sin embargo, del dicho al hecho hay mucho trecho, y según han explicado fuentes de los servicios de seguridad al periodista Tchobánov, existen "sospechas" de que el crudo que recibe la empresa Lukoil, embarcado en el puerto ruso de Novorosíisk y etiquetado como originario de Kazajistán, sea en realidad ruso. "Nadie realiza análisis para identificar el origen", denuncia el reportero. La posible venta de la refinería, eso sí, ha pasado a mejor vida.

Además, el gasoducto TurkStream, el único que vinculará a Rusia con Europa en 2025 tras el cierre de las tuberías que atraviesan Ucrania, permitirá en los años venideros al Kremlin mantener su cuota en el mercado de los hidrocarburos en la UE. Ambas circunstancias llevan a muchos analistas a asegurar que en realidad, aunque el país esté dirigido por políticos que sobre el papel se declaran europeístas, en la práctica Bulgaria se comporta más como "aliado" de Moscú, ayudándole a sortear las sanciones.

La lucha contra la desinformación, ya sea originada directamente por el Kremlin, ya sea de carácter ultraconservador aunque impulsando narrativas favorables a Moscú es otra de las grandes damnificadas de las sucesivas crisis de Gobierno en Sofia. "La situación aquí es la peor de la UE, estamos al nivel de Eslovaquia, ni siquiera es comparable con Hungría, donde la prensa de oposición es muy fuerte", corrobora con amargura Ralitsa Kovacheva, profesora de la facultad de Periodismo y Comunicación de Masas en la universidad St Kliment Ohridski de Sofia y directora de Factcheck Bulgaria, una web de verificación de noticias.

La académica enumera una larga lista de irregularidades en el espacio mediático local, como webs que aparecen cada vez que desde su medio lanza investigaciones, periodistas de medios públicos que se integran en partidos prorrusos o rechazo de los entes reguladores a criticar la desinformación del Kremlin, alegando que se trata de un punto de vista diferente. "La propaganda rusa está siendo muy efectiva; el apoyo a la UE y a Ucrania en la guerra con Rusia se está reduciendo", confirma.

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