Apoyo militar
Jesús A. Núñez Villaverde

Jesús A. Núñez Villaverde

Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).

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España también se la juega en Ucrania y en el Este

Al margen de la palabra elegida para describir la situación actual, es un hecho que estamos implicados tanto individual como colectivamente en la defensa ucraniana y en la seguridad de los países de Europa oriental

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Guerra Rusia-Ucrania

Guerra Rusia-Ucrania

Mientras se acercan días decisivos para la seguridad continental, se va caldeando el ambiente en la Unión Europea con algunos dirigentes (como Charles Michel) pidiendo pasar ya a una “economía de guerra” y hablando (como Donald Tusk) de que estamos en “preguerra”, en tanto que otros (como Pedro Sánchez) pretenden rebajar la tensión demandando que no se emplee la palabra “guerra”, por considerarla una abstracción que solo crea alarmismo. Desde luego, para los ucranianos y muchos de los vecinos de Rusia, no existe tal abstracción, sino una trágica realidad y una amenaza bien visible, derivada de la actitud de Vladimir Putin y sus leales.

En realidad, al margen de la palabra elegida para describir la situación actual, es un hecho que España está implicada tanto individual como colectivamente en la defensa de Ucrania y en la seguridad de los países de la Europa oriental más afectados por la deriva belicista de Putin. Así, en relación con Ucrania, ya desde el arranque de la invasión rusa estamos integrados en el Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania, junto a la treintena de países liderados por Washington centrados en la ayuda militar a Kiev.

Y aunque es cierto que, al contrario de lo que hacen otros gobiernos occidentales, la tradicional opacidad gubernamental en esta materia no permite conocer en detalle el listado de material y armamento transferido, sabemos que entre marzo de 2022 y febrero de 2024 ha habido al menos 61 operaciones de exportación que incluyen drones, ocho patrulleras, munición artillera de diferentes calibres, misiles antiaéreos Patriot, Nasams, Hawk y Aspide, vehículos blindados TOA M-113 y una decena de carros de combate Leopard 2A4, a los que pronto se añadirán otros 20. En paralelo, ya más de 3.500 militares ucranianos han recibido formación en territorio español, principalmente en el marco definido por la Eumam-UA (Misión de Asistencia Militar de la UE en Apoyo a Ucrania), apartado en el que España destaca en tercera posición entre los aliados europeos.

Unas cifras, en todo caso, que habitualmente identifican a España como un suministrador de apoyo militar de segundo nivel (el decimonoveno, con un total estimado en torno a los 338 millones de euros), pero que mejoran ostensiblemente si a ese esfuerzo se le añade la carga que supone la ayuda humanitaria prestada a los civiles ucranianos reubicados en los países vecinos (alrededor de los seis millones de personas), así como la atención prestada a los 192.000 ucranianos refugiados en territorio español- lo que sitúa a España en el quinto lugar a nivel internacional, por número de acogidos.

Por lo que respecta a la contribución a la seguridad aliada en el marco de la OTAN, como respuesta a la creciente percepción de amenaza que sienten los vecinos inmediatos de Rusia, España hace ya años que mantiene efectivos y material desplegado en la zona, y todo apunta a que el nivel de compromiso se verá acentuado a corto plazo. Por una parte, hay cazas españoles patrullando los cielos de Rumania y Bulgaria, como parte de la Policía Aérea Reforzada de la Alianza Atlántica y, asimismo, participamos asiduamente en la misión de policía aérea del Báltico con rotaciones de los aviones F-18 y Eurofighter, para proteger el espacio aéreo de Estonia, Letonia y Lituania.

Esos mismos países bálticos cuentan también con apoyo antiaéreo español mediante el despliegue de una batería de misiles Nasams en la base aérea de Lielvarde , junto con la aportación de un destacamento terrestre en la base de Adazi (Letonia), compuesto por unos 650 efectivos dotados de carros de combate Leopard 2 y blindados Pizarro. A eso se añade, desde el arranque de este año, el primer despliegue de un grupo de combate español en Eslovaquia- en el marco de la misión Presencia Avanzada Reforzada de la OTAN y con un contingente que ronda los 700 efectivos-, que se suma a los despliegues que ya vienen operando en Rumania (unos 250 efectivos), donde ya existe un radar de vigilancia aérea integrado en el sistema de apoyo al flanco oriental de la Alianza. Todo ello sin olvidar la presencia de buques de la Armada en las Agrupaciones Navales Permanentes de la OTAN, tanto en el mar Báltico como en el mar del Norte.

En resumen, mucha implicación para unos y muy poca para otros. El hecho es que, querámoslo o no, nuestra seguridad también se juega hoy en esos escenarios. Y, sin pasar por alto la corresponsabilidad occidental en el actual desequilibrio del orden de seguridad europeo, no podemos quedarnos al margen.

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