Vulneración de derechos

Más de 230 millones de mujeres y niñas han sufrido mutilaciones genitales en el mundo, según Unicef

Stop a la mutilación genital femenina: cambiar mentalidades desde el pediatra

Mutilación genital, prevención desde el conocimiento

Carteles contra la mutilación genital femenina en Gambia

Carteles contra la mutilación genital femenina en Gambia / EPC

Victoria Arencibia

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Con motivo del Día Internacional de los Derechos de la Mujer, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha publicado un informe que expone que, a día de hoy, más de 230 millones de niñas y mujeres vivas en el mundo han sufrido mutilación genital femenina (MGF). Una cifra que aumenta considerablemente a pesar de los progresos realizados en algunos países. "Es una mala noticia. Una cifra enorme, más grande que nunca", dice a la AFP Claudia Coppa, autora principal del informe sobre la mutilación genital femenina, publicado por el 8M.

El número de mujeres y niñas que han sobrevivido a la ablación del clítoris, la escisión (extirpación total o parcial del clítoris y los labios menores) o la infibulación (escisión más sutura del orificio vaginal para estrecharlo) se estima actualmente en más de 230 millones, un 15 % más que en 2016. Lo que implica 30 millones de niñas y mujeres más que hace ocho años.

Estas cifras demuestran que los avances hacia la erradicación de la mutilación genital femenina siguen siendo lentos, a la zaga del crecimiento de la población, especialmente en los lugares donde esta práctica está más extendida, y lejos del ritmo necesario para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 fijado por las Naciones Unidas para eliminarla. De hecho, para poner fin a la mutilación genital femenina de aquí a 2030, el ritmo mundial de reducción debería ser 27 veces más rápido.

31 países

El informe 'Female Genital Mutilation: A Global Concern' ('La mutilación genital femenina: una preocupación mundial') es una recopilación de las estadísticas más recientes sobre esta práctica, que viola los derechos humanos de las niñas y las mujeres. Según el informe, que se centra en 31 países donde esta práctica es habitual, África es el continente más afectado, con más de 144 millones de casos de MGF, por delante de Asia (80 millones) y Oriente Medio (6 millones).

Algunos países, como Sierra Leona, donde el porcentaje de adolescentes de entre 15 y 19 años que han sufrido mutilación genital ha descendido en 30 años del 95% al 61%, pero también Etiopía, Burkina Faso y Kenia, han experimentado un descenso significativo. Sin embargo en otros países los números siguen siendo alarmantes. En Somalia, el 99% de las mujeres de entre 15 y 49 años han sufrido mutilación genital, el 95% en Guinea, el 90% en Yibuti y el 89% en Malí.

Aunque la mutilación genital femenina no se está volviendo más frecuente a nivel mundial, el análisis revela que la cifra de niñas nacidas en países que la llevan a cabo sí está creciendo rápidamente, en comparación con el resto del mundo. Esto implica que los esfuerzos de prevención deberán abarcar una población en riesgo mayor en el futuro.

Rito de paso necesario

Se trata de mutilaciones dolorosas y a veces mortales que también tienen consecuencias psicológicas y físicas a largo plazo, como problemas de fertilidad, complicaciones durante el parto, bebés nacidos muertos y dolor durante las relaciones sexuales. "La mutilación genital femenina provoca daños físicos a las niñas, empaña su futuro y pone en peligro su vida", ha declarado la Directora Ejecutiva de Unicef, Catherine Russell.

"Estamos asistiendo, además, a una preocupante tendencia según la cual cada vez son más las niñas sometidas a esta práctica a edades más tempranas, en muchos casos antes de cumplir los cinco años, lo que reduce aún más el margen de intervención. Debemos intensificar los esfuerzos para poner fin a esta práctica tan perjudicial", añade.

Aunque las percepciones estén cambiando, esta mutilación "ha existido durante siglos, por lo que cambiar las normas sociales y las prácticas vinculadas a estas normas lleva tiempo", afirma Claudia Coppa. Allí donde persiste, "está vinculada a formas arraigadas de desigualdad de género", insiste. "En algunas sociedades, se considera un rito de paso necesario; en otros contextos, es una forma de preservar la castidad de las hijas" y de "controlar" su sexualidad, prosigue, haciendo hincapié en la dificultad de las madres para oponerse a ello.

Cambio de mentalidad

"No son madres crueles. Intentan hacer lo que creen que se espera de ellas", insiste la experta, estableciendo una comparación más general con las expectativas que la sociedad tiene de las mujeres. Además, Coppa también incide en que muchas madres "recuerdan el dolor", de cuando ellas fueron sometidas a la MGF, pero "a veces el dolor es menor que la vergüenza" y el riesgo de ver a sus hijas rechazadas por su comunidad e incapaces de casarse.

Aún así, las actitudes frente a la mutilación genital femenina también están cambiando. Según el informe, alrededor de 400 millones de personas que viven en países de África y Oriente Medio donde esta práctica se lleva a cabo –esto es, dos terceras partes de la población– se oponen a ella.

Para erradicar la mutilación genital femenina, Unicef insta a los dirigentes y a las comunidades a redoblar esfuerzos para acabar con la discriminación y la desigualdad de género; invertir urgentemente en servicios para las niñas; impulsar su capacidad de actuación y sus recursos; priorizar los derechos de las niñas en las leyes y las políticas, y mejorar el seguimiento de los niveles de prevalencia de esta práctica con datos de calidad.

Este tipo de violación de los derechos humanos no tiene cabida en el siglo XXI. "No todo lo que heredamos es un regalo que debemos transmitir. Ganamos más de lo que perdemos cuando elegimos seguir adelante", es como finaliza el informe, con una cita de la artista y activista Justina Kehinde.