Estado de emergencia

Cómo afrontan los períodos de sequía los países del sur de Europa y Marruecos

Multimedia | Restricciones por la sequía en Catalunya

El lago de Montbel, en los Pirineos Orientales franceses, afectado por la sequía.

El lago de Montbel, en los Pirineos Orientales franceses, afectado por la sequía. / SARAH MEYSSONNIER / REUTERS

Irene Savio

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La grave sequía que está sufriendo Catalunya se está convirtiendo, a causa del cambio climático, en un problema endémico de los países ribereños del Mediterráneo. Francia, Italia, Grecia y Marruecos han vivido o están viviendo en estos momentos situaciones idénticas a las que hacen frente con medidas similares a las puestas en marcha esta semana en Barcelona y Girona: restricciones en el riego, limitaciones para piscinas y campos de golf o el uso de agua regenerada.

Impulso del gota a gota y la reutilización del agua

La lluvia no entiende de fronteras. El sureste de Francia está sufriendo una sequía histórica. El departamento (provincia) de los Pirineos Orientales registró en 2023 por segundo año consecutivo su nivel más bajo de precipitaciones desde que hay estadísticas anuales sobre ello. Como era previsible, esta región francesa siguió la misma dinámica que sus vecinos del sur. Lo que generó tensiones con los viticultores y ganaderos locales y obligó a las autoridades a tomar medidas en la restricción en el uso de agua

Después de un 2022 marcado por la escasez de lluvia en toda Francia, este problema no estuvo tan presente el año pasado en el conjunto del territorio galo. Los Pirineos Orientales, sin embargo, resultaron una excepción. "En el conjunto del departamento, el balance de las precipitaciones es catastrófico, con estaciones que a menudo registraron la mitad o incluso menos de los niveles normales", reconoció Tristan Amm, meteorólogo en el organismo estatal Meteo-Francia.

Perpinyà, la principal ciudad de esa zona, apenas registró 250 litros de lluvia por metro cuadrado, un 20% menos que el año anterior. Un dato sirve para constatar la escasez de esa cifra: el récord de precipitaciones diario en Perpinyà es de 222 litros por metro cuadrado, es decir, en un solo día de 1999 llegó a llover tanto como en los 365 de 2023.

Esta situación lastró sectores económicos, como los viticultores o ganaderos, siendo esa región una de las primeras en participar en las protestas de campesinos que han tenido una gran repercusión social y mediática en las últimas semanas. También hubo conflictos locales entre colectivos ecologistas y ganaderos por la gestión de los recursos acuíferos, como el río Têt.

La prefectura (delegación del Gobierno) en esa zona ordenó limitaciones en el consumo del agua en distintas actividades económicas. También promovió el uso de las aguas usadas —algo poco habitual en Francia— para prácticas como el regadío o la limpieza de las calles. Favoreció sistemas de riego como el gota a gota. "Hemos pedido a los campings y hoteles que impulsen sistemas de recuperación del agua para limpiar el filtro de la piscina, con el objetivo de que cada litro sirva dos veces", explicó la prefectura al diario 'Le Monde'. Una serie de medidas para adaptarse a una sequía histórica que amenaza con reproducirse. TEXTO: ENRIC BONET

Racionamiento y acopio de agua de lluvia

"En pleno invierno, Sicilia ya está en crisis por la sequía", titulaba recientemente el diario 'Il Fatto Quotidiano'. La región más sureña de Italia ha sido la primera este año en lanzar la alerta por escasez de agua, a causa de un fenómeno que ya golpea desde hace tiempo a todo el país y que se ha agudizado en los últimos dos años.

A principios de enero, más de 50 ayuntamientos sicilianos se vieron obligados a tomar una drástica decisión: que ciudadanos, instituciones y empresas racionen el agua. Para unos 40 municipios en las provincias de Agrigento, Caltanisetta, Palermo (la capital regional) y Trapani, la medida ha significado una reducción del 15% de agua en los hogares, y también se ha limitado el consumo hídrico en algunas zonas agrícolas.

"Enero es el quinto mes consecutivo en el que registramos precipitaciones por debajo de la media para este período", ha explicado Luca Sammartino, el concejal de la isla responsable para el sector agrícola. "Sicilia está siendo martirizada por la sequía", ha añadido, al explicar que la situación es particularmente preocupante en las zonas del interior de la isla. 

En estas circunstancias, como ya ha sucedido en Catalunya, las autoridades regionales de Sicilia ya han avisado que no descartan declarar el estado de emergencia. Esperan así recibir del Gobierno central fondos que puedan aliviar tanto al sector agrícola como al ganadero, que de momento es el más afectado.

No sería una primera vez. Ya el año pasado el ministro italiano para la Protección Civil y las Políticas del Mar, Nello Musumeci, avisó de que la "única solución" para hacer frente a la sequía que afecta a Italia es introducir medidas de racionamiento de agua. En la misma línea, Musumeci también volvió entonces a insistir en la necesidad de buscar medidas para hacer acopio de agua de lluvia para riego y otras actividades agrícolas.

Aún así, un año después, la situación todavía dista de estar bajo control. Y no solo para la isla de Sicilia. También en Cerdeña, zonas del centro y norte del país, la crisis climática, con sus altas temperaturas y fenómenos atmosféricos extremos, sigue siendo motivo de gran preocupación. "En el año 2023, se observó una disminución del 14% en las precipitaciones y una temperatura superior de 1,14 grados en comparación con la media histórica del periodo 1991-2020", recordaba en unos de sus últimos informes sobre la cuestión la asociación de agricultores italianos Coldiretti.

Una realidad que en Italia ya dejó imágenes tan desoladoras como las de 2022, cuando el río Po (norte), uno de los más importantes del país, en algunos de sus puntos apareció casi completamente seco. O las del lago Mayor, que llegó a alcanzar apenas el 22% de su capacidad total, o el lago Como, donde incluso afloró en agosto de ese año una enorme playa de piedra en una área muy turística de la zona. TEXTO: IRENE SAVIO

Reservas de agua en zonas montañosas

Como el resto de países del Mediterráneo, Grecia es uno de los lugares del mundo más afectados por el cambio climático. Durante los últimos veranos, el país heleno ha estado sufriendo sequías y batiendo récords de incendios forestales y hectáreas de bosque quemadas. Este verano, sin embargo, la historia fue distinta para Grecia: el país sufrió una de las olas de calor más largas y profundas en décadas, que terminó de golpe, el 4 de septiembre, cuando empezó una tormenta que, en cuatro días, descargó la misma cantidad de agua que de media cae en el país en 18 meses.

Tras un verano de sequía e incendios y un septiembre de inundaciones, el primer ministro, Kyriakos Mitsotakis anunció que, a partir de 2024, la partida de fondos anuales para desastres naturales se doblaría hasta llegar a los 600 millones de euros. La prensa griega, sin embargo, asegura que el propio Gobierno heleno está convencido de que esta cifra, en los próximos años, no será suficiente.

En el pasado, anteriores gobiernos griegos intentaron ya varios proyectos para limitar el daño del cambio climático al país, como aumentar las reservas de agua en zonas montañosas y dragar los lechos de los ríos. Pero según los expertos, la respuesta griega siempre han llegado tarde y ha sido insuficiente. "A veces un proyecto está dos años o más aparcado, mientras que si se aprobase tardaría dos o tres meses en ser completado. La oposición local en algunas regiones, por miedo medioambiental, acaba resultando en muchas ocasiones en batallas interminables en los tribunales", dijo a la agencia Reuters Yorgos Stasinos, jefe de la Cámara de Técnicos de Grecia, una organización de profesionales que actúa como asesora oficial de Atenas. TEXTO: ADRIÀ ROCHA CUTILLER

Prohibición de cultivos como la sandía

La sequía y la ausencia de precipitaciones es uno de los temas de máxima preocupación en Marruecos. La semana pasada, las autoridades lanzaron un conjunto de medidas para ahorrar agua, como el cierre tres días por semana de los hammams, los baños públicos marroquíes, un lugar muy popular y frecuentado. También decidieron de cortar el grifo al riego de ciertos cultivos, aunque estas restricciones varían según la región. La aplicación de medidas coincide con un clima más parecido a primavera que invierno, con temperaturas que superan los 25 grados y sin previsión de lluvia a la vista. Desde el mes de septiembre y hasta mediados de enero, las precipitaciones han caído un 70% en comparación con la media de los últimos años, según las autoridades.

Entre las restricciones también se ha prohibido lavar vehículos tres días por semana; prohibir usar agua potable para los campos de golf, espacios verdes o jardines; tampoco se podrá limpiar las calles con agua o rellenar las piscinas más de una vez al año. Este decreto también prohíbe, en ciertos puntos del país, el cultivo de sandías u otras frutas y verduras que consumen grandes cantidades de este recurso. Las autoridades no han descartado bajar la presión del agua en ciertos barrios o zonas, cuando el consumo sea levado. Este plan de emergencias también contempla que se tomen medidas contra el desperdicio de agua en las canalizaciones e infraestructuras, además de castigar los usos fraudulentos. 

La situación de muchos embalses del país preocupa, como el de Al Massira, uno de los que nutre la gran ciudad de Casablanca (de 3,3 millones de habitantes). Se encuentra en mínimos históricos, según los datos oficiales el índice de llenado es del 1%, tres puntos por debajo que durante el mismo periodo del año pasado. Una situación que también ha provocado que todos los campos de cultivo cercanos, de los que dependía la población vecina, se hayan convertido en un secarral. Una situación que se repite en gran parte de las presas del país, según cifras del Gobierno, la tasa de llenado se encuentra en el 23% frente al 31% del mismo periodo del año pasado.

La voz de alarma por esta situación se ha intensificado estos últimos meses y los adjetivos que usa la clase dirigente denotan cada vez mayor preocupación. La semana pasada, Mohammed Sadiki, ministro de Agricultura y Pesca, dijo en el Parlamento que el país "vive una situación climática excepcional y severa desde hace seis años". "El déficit de agua registrado en varias regiones, sobre todo en el sur y el norte, es muy grave", indicó también Nizar Baraka, ministro de Infraestructuras y Agua. A mediados de enero, Mohamed VI presidió una reunión en la que se presentó el plan de acción para hacer frente a la situación actual. 

Entre estas medidas, está multiplicar las infraestructuras. Actualmente, está en construcción la nueva presa de Ratba, la que será la segunda más grande del país. Se encuentra en la zona norte de Marruecos y está previsto que se pueda inaugurar en 2028, según informan los medios locales. En Casablanca también está en marcha la construcción de una gran desaladora y se han construido una gran "autopista del agua", como la han apodado en país. Son 67 kilómetros de canalización para redistribuir agua procedente del norte hasta una presa próxima a Rabat. TEXTO: MARC FERRÀ