ANÁLISIS

Irán, Hamás y la "negación plausible": ¿tuvo que ver Teherán en el 7 de octubre?

"Que Irán no fuera informado de los ataques no es una paradoja: dan a sus proxy autonomía operacional", dice Pierre Pahlavi, del Royal Military College de Canadá

La UE redobla la presión para avanzar hacia la solución de los dos estados

Directo | Última hora de la guerra de Israel y Hamás en Gaza

El líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei.

El líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei. / EP

Mario Saavedra

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Tanto Irán como Hizbulá han negado tener nada que ver con los ataques de Hamás a Israel del 7 de octubre. Fue una operación "radicalmente autónoma", dijo el ayatolá iraní Ali Jamenei; "100% palestina", aseguró el líder de la milicia libanesa, Hasan Nasrallah, que añadió que Hamás había mantenido su operación en secreto. Lo mismo concluyeron tanto los servicios secretos estadounidenses, según informó Reuters: Irán y Hezbolá habían sido cogidas "completamente por sorpresa" en los peores ataques sufridos por Israel en medio siglo.

Pero el hecho de que la República Islámica no conociera los planes de la operación 'Inundación de Al Aqsa' no implica que no fuera parte imprescindible, colaborador necesario para llevarla a cabo, opina para este diario Pierre Pahlavi, profesor de Estudios de Defensa en el Royal Military College de Canadá. 

"No hay paradoja entre que Teherán no fuera informado y sea, al mismo tiempo, el apoyo inquebrantable de Hamás. Al contrario, refleja la lógica de la estrategia indirecta de Teherán. Dan a sus proxy (Hizbulá, hutíes o Hamás) la autonomía operacional suficiente para que actúen, lo que permite a Irán mantener la 'negación plausible' ['plausible deniability'] para escapar de posibles represalias", explica el analista. Durante décadas, Teherán ha entregado a la milicia palestina un “diligente apoyo financiero y logístico”. 

Fuentes de ingresos de Hamás

Hamás (Movimiento de Resistencia Islámica) dista mucho de ser un grupo títere de Irán. Para empezar, no es sólo un brazo armado (Brigadas al Qassam), sino también un partido político y un movimiento social basado en la caridad y en la oferta de servicios básicos a una población empobrecida. Tiene su propio ideario político, un nacionalismo palestino contra la ocupación teñido islamismo. La rama del Islam de la que proviene es el sunismo, opuesta al chiísmo, mayoritario en Irán. 

Tampoco ha sido Irán su única fuente de ingresos. El grueso del dinero que ha recibido provenía de Qatar y de particulares de los países del Golfo. Israel ha permitido e incentivado esas transacciones, después de que Al Fatah, el partido rival palestino que controla Cisjordania, cortara los fondos a la organización islamista. Como reveló el diario New York Times, oficiales israelíes llegaron a escoltar a cataríes a Gaza con maletines llenos de dinero. Eso es lo que ha recordado recientemente el Alto Representante de la Política Exterior y de Seguridad de la UE, Josep Borrell. 

En 2018, agentes de seguridad israelíes consiguieron de un ordenador de un alto cargo de Hamás una serie de documentos en los que se podía ver la contabilidad de un fondo privado de inversión que usaba el grupo para financiar sus operaciones. Había activos por valor de millones de dólares. El grupo islamista palestino controlaba en minas, granjas de pollos y empresas de construcción de carreteras en Sudán; dos rascacielos en Emiratos Árabes Unidos; y una empresa inmobiliaria que cotizaba en la bolsa turca, entre otros activos.

Estados Unidos ha lanzado cinco rondas de sanciones contra los individuos que considera implicados en la red financiera de Hamás. La Unión Europea también. Este mismo lunes, Washington ha publicado los nombres de cinco palestinos más que habrían estado ayudando a hacer efectivas transferencias de dinero desde la Guardia Revolucionaria de Irán a las Brigadas al Qassam, brazo armado de Hamás, y a la Yihad Islámica en Gaza.

"Hamás ha tratado de aprovechar una variedad de mecanismos de transferencia financiera, incluida la explotación de criptomonedas, para canalizar fondos para apoyar las actividades terroristas del grupo", según el subsecretario del Tesoro para Terrorismo e Inteligencia Financiera, Brian Nelson, informa EFE. 

Drones y explosivos

Fuentes estatales iraníes niegan en conversación con este diario que Teherán esté enviando armas a Hamás. Recuerdan que la Franja es un sitio bloqueado y cuyas fronteras están controladas por Israel o Egipto. Aseguran que Estados Unidos e Israel promueven una campaña de desprestigio de Irán.

Desde el think tank estadounidense Centro para la Lucha contra el Terrorismo de West Point, sin embargo, apuntan en la dirección contraria. En un extenso informe, el analista experto en milicias chiíes Phillip Smyth asegura que, si bien Irán fue sorprendido por los ataques de Hamás, sus armas y dispositivos fueron claves para la incursión. 

“Las capacidades armamentísticas que ha entregado Irán a Hamás incluyen Vehículos Aéreos No Tripulados (UAV, por sus siglas en inglés) de varios modelos, cohetes, cargas explosivas de demolición y municiones variadas, que fueron introducidas en Gaza de contrabando y usadas el 7 de octubre”, asegura en el artículo “La ruta hacia el 7 de octubre: cómo Irán construyó y manejó el ‘eje de resistencia’ palestino”. 

“En ocasiones, hubo entrenamientos [de milicianos de Hamás] en la República de Irán, y otras en Siria o en Líbano con los hermanos de Hezbolá”, dijo en agosto de 2021 el secretario general del Frente Popular para la Liberación de Palestina-Comando General, Talal Naji en una entrevista a una cadena iraní al-Alam. Se jactó de que Irán entregaba a Hamás sofisticadas armas de fabricación rusa, como el misil antitanque guiado por láser Kornet. “Se desconoce por el momento cómo viajaron los milicianos de Hamás o de otros grupos a esos países, pero se puede asumir que lo hicieron a través de la red de túneles, por mar o por vuelos que los gazatíes pueden coger desde fuera de Israel”, escribe el experto. 

Altibajos en la relación

La relación entre Irán y Hamás ha tenido altibajos. El más importante llegó con la guerra de Siria, en la que Irán apoyó a guerrillas enfrentadas a los suníes afiliados a los Hermanos Musulmanes de Siria, de una ideología similar a Hamás. Teherán congeló entre 2012 y 2013 todos los fondos que enviaba a la milicia gazatí, que empezó a depender más de Catar y Turquía. Pero no era suficiente, y volvieron a solicitar ayuda a los ayatolás, que se habría restaurado por completo allá por 2019.

Con su apoyo a Hamás, Irán intenta mantener su influencia en una región crecientemente agitada. Un delicado equilibrio entre los riesgos y las oportunidades. La tensión puede ayudarles a descarrilar el proceso de acercamiento entre árabes e israelíes, impulsado por los Acuerdos de Abraham de 2020. De progresar, Teherán se quedaría casi solo en su choque tácito con Israel, explica Pierre Pahlavi. Irán puede beneficiarse también de la ola de antiamericanismo derivada del apoyo de Washington a la masacre de Gaza. Al mismo tiempo, los ataques de Hamás expusieron que Israel no es un gigante tecnológico y de seguridad infalible, puesto que ha sido incapaz de evitar un atentado perpetrado con armamento básico. 

Pero la posición de Teherán hacia los milicianos palestinos conlleva riesgos. A largo plazo, un Hamás diezmado haría a Irán perder pie en la región. Si la guerra se extiende e involucra a otros actores como Hezbolá y los hutíes de Yemen, y estos salen tocados, el régimen de los ayatolás puede verse debilitado. Y eso tras años de tratar de salir a flote entre sanciones internacionales y revueltas democráticas internas.