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En la Franja de Gaza cada vez es más difícil contar a los muertos

Más de 24.400 personas han perdido la vida como resultado de la ofensiva israelí sobre el enclave palestino, pero los apagones, el colapso del sistema sanitario y la precarización de las condiciones de vida y de trabajo dificultan los recuentos

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El padre de Masa Shoman lleva el cuerpo sin vida de su hija, muerta en un ataque israelí, durante su funeral en Rafah, en la Franja de Gaza

El padre de Masa Shoman lleva el cuerpo sin vida de su hija, muerta en un ataque israelí, durante su funeral en Rafah, en la Franja de Gaza / AFP

Andrea López-Tomàs

Andrea López-Tomàs

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Hace diez días, la abogada irlandesa Blinne Ní Ghrálaigh KC se dirigió a la Corte Internacional de Justicia en La Haya con un mensaje contundente. “[Lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza] es el primer genocidio de la historia en el que sus víctimas transmiten su propia destrucción en tiempo real con la desesperada y, hasta ahora, vana esperanza de que el mundo haga algo”, dijo esta miembro del equipo jurídico de Sudáfrica en el tribunal. Pese a la extensa y desgarradora documentación de la agresión que la población gazatí lleva más de 100 días sufriendo, aún quedan algunas sospechas sobre la realidad expresada en sus cifras. Al menos 24.620 personas han muerto y otras 61.830 han resultado heridas en los ataques israelíes sobre Gaza desde el pasado 7 de octubre.

Estos son los datos que maneja el ministerio de Salud del enclave, pero hay otros organismos, como el Monitor Euro-Mediterráneo de Derechos Humanos, con sede en Ginebra, que dan números mucho más elevados. Su último recuento de víctimas mortales del pasado 14 de enero las sitúa en 31.497. “El número de muertos incluye a los que se presumen muertos bajo los escombros”, aclaran. En un contexto de caos y guerra abierta, es tremendamente difícil saber con fiabilidad cuál es el número exacto de vidas perdidas. Una de las principales fuentes que manejan los medios a la hora de informar sobre el conflicto es el ministerio de Salud gazatí, que cuenta a las personas heridas y muertas a través de los hospitales. Es decir, todas aquellas personas que ingresan, ya sea muertas o vivas, en los centros médicos del enclave. 

Pero esta metodología se topa con varias dificultades. En primer lugar, no incluye a aquellos que no pasan por un centro médico debido a las dificultades de movimiento en el territorio. Además, tampoco ofrece una distinción entre combatientes y civiles muertos. Por ello, señalar que el 70% de los muertos son mujeres y niños es clave para confirmar que estas pérdidas son civiles. En las primeras semanas de conflicto, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, puso en duda las cifras proporcionadas por funcionarios palestinos en Gaza. El Ministerio de Salud de la Gaza controlada por Hamás respondió el 26 de octubre con la publicación de un documento de 212 páginas que contenía nombres, números de identidad, edad y género de los casi 7.000 palestinos que, en aquel momento y según dijo, habían muerto en el bombardeo israelí del enclave. 

Confianza de organizaciones internacionales

Organizaciones internacionales, como Naciones Unidas o la Organización Mundial de la Salud, han dicho en repetidas ocasiones que, aunque puede haber inconsistencias puntuales en estos datos, consideran fiables las cifras proporcionadas por el ministerio gazatí. Los funcionarios palestinos se han topado con obstáculos enormes en términos logísticos para seguir contabilizando las masacres. Por una parte, los apagones a los que está sometida constantemente la Franja, como el vivido esta semana durante siete días, impiden a la población llamar para pedir ayuda y a los trabajadores humanitarios llegar a ellos. A su vez, impiden al Ministerio de Salud ponerse en contacto para actualizar los recuentos con los seis hospitales en funcionamiento de 36 que hay en el enclave. 

Por otra parte, el sistema sanitario ha colapsado, de forma prácticamente generalizada en toda la Franja después de que hospitales y ambulancias sean objetivos del Ejército israelí, así que las comunicaciones son prácticamente imposibles. Las autoridades sanitarias han confirmado la muerte o desaparición de varios estadísticos de salud tras huir de sus oficinas centrales en el hospital al Shifa, el mayor del enclave. Con el deterioro de las condiciones de vida, la precariedad se apodera de aquellos palestinos con la misión de contabilizar las pérdidas de su pueblo. Israel, por su parte, ha puesto repetidas veces en duda estas cifras por provenir de una agencia del gobierno de Hamás, pero el Ministerio de Salud supone la única fuente oficial sobre las víctimas de Gaza. 

Israel ha sellado las fronteras del enclave, prohibiendo el acceso a periodistas, trabajadores humanitarios extranjeros y, a su vez, a observadores independientes que podrían confirmar o desmentir estos datos. En guerras anteriores sobre la Franja, los recuentos del ministerio han resistido el escrutinio de la ONU, investigaciones independientes e incluso los propios recuentos de Israel. Además, dentro del ministerio, aún hay funcionarios públicos afiliados a Fatah, ya que la Autoridad Palestina, que controlaba Gaza antes del 2007, conserva el poder sobre los servicios de salud y educación en el enclave, pagándoles sus salarios. Pese a los embates diarios, la población gazatí sigue convencida de la importancia de continuar documentándolos, aunque acabe siendo ella misma parte de los devastadores recuentos.