Conflicto en Oriente Próximo

EEUU ataca de nuevo Yemen mientras crece el apoyo popular a los hutíes

El bombardeo estadounidense destruye una instalación de radar a las afueras de la capital y la Casa Blanca insiste en que no quiere involucrarse en un nuevo conflicto

EEUU y Reino Unido elevan los riesgos a una guerra regional atacando posiciones hutíes en Yemen

¿Qué pasa en Yemen? Claves del conflicto en el mar Rojo

¿Quiénes son los hutíes del Yemen?

Ricardo Mir de Francia

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Estados Unidos ha lanzado este sábado su segundo ataque sobre Yemen para tratar de diezmar las capacidades militares de los rebeldes hutíes, la milicia proiraní que desde mediados de noviembre perturba el tráfico de barcos comerciales a las puertas del mar Rojo con ataques y secuestros descritos por sus líderes como una campaña de presión para tratar de forzar el cese de la guerra en Gaza. Esta vez el bombardeo fue mucho más limitado y se cebó con una instalación de radar a las afueras de Saná sin que se produjeran víctimas, según las autoridades locales. Los hutíes insisten en que responderán a su debido momento, mientras su apoyo interno crece ante la amenaza externa y los analistas ponen en duda que las operaciones estadounidenses vayan a servir para desactivar los riesgos contra la navegación comercial por el estrecho de Bab al Mandeb.

Como muestra de su creciente apoyo interno, decenas de miles de yemenís tomaron el viernes las calles de varias capitales del país para manifestarse contra los ataques angloestadounidenses de la madrugada anterior. Más de 150 misiles sobre una treintena de ubicaciones, que dejaron cinco muertos. “Al aliarse con la causa palestina (los hutíes) han empezado a ganar una popularidad sin precedentes, tanto en Yemen como fuera de sus fronteras”, asegura el Crisis Group, un centro de análisis involucrado también en la mediación de conflictos. “La guerra en Gaza les ha dado a su vez la oportunidad de reducir la creciente presión popular contra su forma de gobernar en las zonas bajo su control y arrestar a sus oponentes bajo la acusación de colusión con EEUU e Israel”, añade su análisis.

Tras casi una década de devastadora guerra civil, con la participación de varios actores extranjeros como Arabia Saudí y Emiratos, los hutíes controlan menos de la mitad del territorio yemení. Pero sus feudos incluyen la capital y otras zonas del norte y el oeste del país, las más pobladas. Sus críticos sostienen que gobiernan con mano de hierro y más interés por la guerra que por la reconstrucción.

Nuevos reclutas para su causa

No en vano, de todas las milicias que componen el llamado Eje de la Resistencia, una constelación que incluye desde Hizbulá en Líbano, a Hamás en Gaza, así como diversos grupos armados en Irak, son los hutíes que más riesgos han asumido en su apoyo a los palestinos. De momento, la jugada parece estar saliéndoles bien. Desde que empezaran a lanzar misiles sobre el balneario israelí de Eilat, a orillas del mar Rojo, y atacar después mercantes civiles a las puertas del mar Rojo, sus cuadros han aumentado significativamente gracias a campañas de reclutamiento que enfatizan su solidaridad con los palestinos, según el Crisis Group.

Y los expertos dudan que EEUU y sus aliados vayan a ser capaces de cambiar su conducta, a pesar de que la inestabilidad en la zona haya obligado al Programa Mundial de Alimentos de la ONU a suspender desde el pasado 5 de diciembre la entrega de ayuda humanitaria en las zonas controladas por los hutíes. Todo un drama en un país donde el 80% de la población sobrevive gracias a ese tipo de ayudas. “Tienen muy pocas instalaciones militares permanentes de cierta entidad”, le ha dicho a ‘The Washington Post’, Ibrahim Jalal, analista del Middle East Institute. “En su lugar utilizan plataformas móviles para lanzar cohetes y drones, así como una red de túneles y cuevas que dificultan muchísimo cualquier ataque”.

"Muerte a América, muerte a Israel"

El Pentágono insiste en que sus ataques buscan “perturbar y degradar las capacidades militares de los hutíes”. Un movimiento revivalista del islam chií, profundamente antiestadounidense y antiisraelí, como denota uno de sus eslóganes fundacionales: “Dios es el más grande, muerte a América, muerte a Israel, que la maldición caiga sobre los judíos, victoria del islam”. Sus ataques han hecho que el tráfico de buques por el mar Rojo se redujera un 40% en diciembre, obligando a muchas compañías a evitar el canal de Suez alargando sus rutas a través del cabo sudafricano de Buena Esperanza. Un contratiempo que está encareciendo los costes del transporte comercial entre Europa y Asia.

En cualquier caso, Washington ha preferido rescatar al comercio internacional, elevando por el camino los riesgos a una guerra regional, que frenar el castigo colectivo en Gaza, donde han muerto más de 23.000 palestinos y la hambruna en ciernes amenaza con matar a muchos más. La Casa Blanca insiste, pese a todo, en que no quiere involucrarse en un nuevo conflicto. “No estamos interesados en una guerra con Yemen”, dijo el viernes el portavoz de la Casa Blanca, John Kirby. “De hecho, todo lo que ha hecho el presidente es tratar de prevenir una escalada del conflicto, incluyendo los ataques de anoche”.

Es una forma de verlo. El ministro de Exteriores de Omán, un país que ejerce habitualmente de puente entre Oriente y Occidente y media en los conflictos de la región, dijo ayer que el ataque angloestadounidense llegó en contra de sus recomendaciones. “Solo añadirá gasolina a una situación extremadamente peligrosa”, afirmó el ministro Badr Albusaidi.