Crisis en Oriente Próximo

¿Quiénes son los hutíes de Yemen?

El Reino Unido se plantea bombardeos aéreos contra los hutíes si no cesan sus ataques

La milicia yemení que ataca los buques en el mar Rojo controla la mitad más poblada del país y ha sido armada y entrenada por los Guardianes de la Revolución iraníes

Nuevos combatientes hutíes muestran sus armas y cantan lemas en la ceremonia de final de su entrenamiento, en la capital de Yemen, Sanaa.

Nuevos combatientes hutíes muestran sus armas y cantan lemas en la ceremonia de final de su entrenamiento, en la capital de Yemen, Sanaa. / OSAMAH YAHYA / ZUMA PRESS / CONTACTO

Marc Marginedas

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Más de 1.800 kilómetros separan a la ciudad de Eilat, el único puerto israelí en el mar Rojo, en el extremo sur del país hebreo, de Saná, la capital de Yemen, en manos de los rebeldes hutíes desde septiembre de 2014, cuando entraron en la población sin encontrar apenas resistencia. En un análisis publicado entonces por el Centro de Jerusalén de Asuntos Públicos, Jacques Neriah, un coronel retirado del Ejército israelí, se preguntaba si acababa de emerger "un nuevo feudo de Irán" en Oriente Próximo, en esta ocasión en el sur de la península Arábiga. Casi una década después de ese audaz movimiento de tropas, nadie duda que los temores del militar hebreo se han materializado en su integridad: la milicia en cuestión controla en estos momentos cerca de la mitad occidental del territorio nacional yemení, precisamente la parte más poblada y rica del país, coordina estrategias y recibe apoyo logístico y militar del régimen de los ayatolás, quienes a su vez están fraguando una alianza militar cada vez más potente con la Rusia de Vladímir Putin, también enfrentada a Occidente.

Los orígenes

El movimiento huti surgió en los años 90 en Yemen, y fue iniciado por un líder religioso y político que luego acabaría por prestarle su nombre, Huseín Badreddin al Huthi. Tenía como objetivo impulsar en el país árabe una sección dentro del islam chií denominada zaydismo y profesada por más de un tercio de la población. Admirador de Ruhollah Jomeini, difunto ayatolá y líder de la Revolución Islámica iraní, Al Huthi residió durante parte de su vida en el país persa. Una vez de vuelta en Yemen, entre 1993 y 1997, fue diputado del Partido Islámico de la Verdad, favorable a la monarquía. Y al acabar su mandato político, lanzó su grupo político-religioso, denominado Juventud Creyente, y comenzó a impulsar centros religiosos sin autorización oficial. Con el paso del tiempo, aumentó la percepción en el Gobierno yemení de que Al Huthi constituía una amenaza para la seguridad del Estado, en particular cuando este empezó a modelar su movimiento a imagen y semejanza de la milicia chií libanesa Hizbulá, al tiempo que intensificaba sus críticas al Ejecutivo por su proximidad con EEUU. En 2004, las fuerzas de seguridad yemeníes lanzaron una operación en la provincia norteña de Saada, su santuario, durante la cual el fundador de los hutíes perdió la vida. Algunos de sus seguidores aún piensan que Al Huthi en realidad está vivo.

La ideología y la religión

El zaydismo, profesado por más de un tercio de la población yemení, agrupa a los seguidores del imán Zayd ibn Ali, quien nació y vivió a finales del siglo VII después de Cristo y principios del VIII en el denominado Hiyaz, la región costera occidental de Arabia Saudí, donde se concentran los más relevantes lugares santos del islam. Este estudioso de su religión, admirado por sus contemporáneos debido a su erudición, lideró una revuelta contra el califa Hisham, de la dinastía Omeya, en lo que hoy es el sur de Irak. Traicionado por los suyos, perdió la vida en plena batalla cuando una flecha le atravesó la frente. Teológicamente, los zaydíes son la rama del chiísmo más cercana al islam suní, y aunque comparten con aquellos la crítica a los primeros califas suníes, es una condena mucho más suave y menos vehemente. De hecho, las diferentes interpretaciones de la religión musulmana tampoco son vistas por los zaydistas como heréticas, a diferencia del chiísmo mainstream.

Los zaydíes han gobernado tradicionalmente el país durante siglos hasta mediados del siglo pasado, concretamente hasta 1962. En cuanto a la ideología y a la forma de hacer de los hutíes, es muy evidente la influencia de la milicia chií libanesa Hizbulá, sobre todo en cuanto a su populismo y su antiamericanismo. De hecho, su eslogan en árabe, en fondo blanco y letras de color rojo y verde, --"Dios es el más grande, muerte a América, muerte a Israel, que la maldición caiga sobre los judíos, victoria del islam"-- guarda grandes similitudes con los cánticos que se escuchan en manifestaciones en países de nutrida población chií, ya sea Irak, Irán o Afganistán. Y está perfectamente alineado con los postulados de sus casi correligionarios libaneses e iraníes.

Una década de guerra, aunque en suspenso

La entrada de los hutíes en la capital yemení y su posterior expansión territorial por una parte, importante del país, motivó que Arabia Saudí, la principal potencia suní de la península Arábiga, armara una coalición de países del Golfo para enfrentarse a ellos, considerados como proxies del régimen de Teherán en la región. Esta alianza acabó por fracturarse y generar un movimiento secesionista auspiciado por Emiratos Árabes Unidos denominado Consejo Transicional del Sur, que aboga por una nueva partición del país en dos estados, Yemen del Norte y Yemen del Sur, al igual que sucedió en el siglo pasado entre los años 1967 y 1990, y que acabó por hacerse con el control del importante puerto de Adén, la segunda ciudad más poblada del país. Los bombardeos llevados a cabo por la coalición liderada por Riad han causado cerca de 20.000 fallecidos y han merecido una abrumadora condena internacional. En abril de 2022, ambos bandos llegaron a un acuerdo de alto el fuego para dos meses, cuyos términos, a día de hoy, respetan. La situación humanitaria es desoladora. Algunas estimaciones hablan de 120.000 muertos en el campo de batalla, y 227.000 como consecuencia del hambre y las privaciones.

Las alianzas internacionales

Los rebeldes hutíes, una guerrilla local en sus orígenes, se han transformado en pocos años en una fuerza armada sofisticada, según asegura en un estudio Eleonora Ardemagni, investigadora senior en el Instituto Italiano de Estudios Internacionales Políticos (ISPI). Y lo ha hecho de la mano de los Guardias de la Revolución Islámica-Fuerza Qods, una de las ramas de la milicia religiosa iraní, que le ha proveído durante años mediante "contrabando" de "armas, munición y entrenamiento militar". La televisión de los rebeldes hutíes, Al Masirah, realiza sus emisiones desde el sur de Beirut, de mayoría chií, con asistencia técnica de Al Manar, el canal de Hizbulá. La experta define la alianza con Irán como "un matrimonio de conveniencia" en el que los hutíes mantienen un nivel de autonomía mayor respecto a otras milicias aliadas de Teherán debido a que son financieramente independientes.

Todo ello, además, sucede en un momento en que el Kremlin potencia sus relaciones con Irán y sus aliados --Hizbulá, Hamás-- en detrimento de los vínculos casi personales que habían establecido en los últimos años el presidente Vladímir Putin y el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu. "La diplomacia rusa está en modo de ofensiva (para contrarrestar la práctica ruptura con la UE y EEUU por la invasión de Ucrania) y un elemento crítico de la misma se está desarrollando en Oriente Próximo", escribe Emil Avdaliani, profesor de Relaciones internacionales en la Universidad Europea de Tiflis (Georgia). Así las cosas, por mediación del país persa, los hutíes van insertándose en la lógica el conflicto global entre Occidente y el eje Moscú-Irán.

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