Derechos de las mujeres

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La mujeres en Afganistán estudian bajo la clandestinidad

La mujeres en Afganistán estudian bajo la clandestinidad / CAS_AGENCIAS | GHULAMULLAH HABIB

Marta Teixidó

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La expulsión de más de un millón de mujeres afganas de Pakistán representa una condena de doble filo para todas ellas. Verse obligadas a volver a su país de origen, Afganistán, significa tener que renunciar a su educación entre muchos otros derechos básicos.

El pasado 1 de noviembre el Gobierno pakistaní aplicó la política de deportación de migrantes indocumentados. Con ella, 1,7 millones de ciudadanos afganos que vivían en el territorio han tenido que regresar a aquel país del cual huyeron con la llegada de los talibanes en el año 2021. Las más afectadas por la medida han sido las mujeres y las niñas de Afganistán. "La única esperanza que tenían cada una de ellas para tener acceso a la educación era quedarse en Pakistán. Algunas familias, arriesgándose a posibles detenciones por parte de las autoridades paquistaníes, han permanecido en el país para que sus hijas no renunciaran a su futuro", explica Thamindri de Silva, directora nacional de la oenegé World Vision en Afganistán, en una conversación con EL PERIÓDICO, tras visitar algunas zonas afectadas por el éxodo.

La última escuela

Las escuelas para alumnos afganos en Pakistán empezaron a cerrar sus puertas antes de que se cumpliera el plazo de deportación. La semana anterior a que expirara el ultimátum, numerosas familias, dejaron de llevar a sus hijos al colegio por el temor a que la policía paquistaní los arrestara si salían de casa.

Actualmente, Afganistán es el único país del mundo en el que las jóvenes no pueden acceder a la educación después de la escuela primaria. Muchas veces incluso antes.

El cierre de la última escuela afgana de Pakistán es una metáfora de cómo para cada una de ellas, con el regreso a su país de origen, se termina su educación, su dignidad y sobre todo el significado de la palabra mujer en toda su amplitud.

"En las caras de las mujeres y niñas cuando cruzan la frontera pude ver una mezcla de preocupación y tristeza. Todas ellas son conscientes de que volver a su país, representa perder gran parte de su vida". Así es como De Silva describe la situación en la que se encuentran las mujeres y niñas en el paso fronterizo.

Educación basada en la comunidad

Las niñas afganas mayores de 12 años no han vuelto a la escuela desde septiembre de 2021. El régimen talibán dejó 1,1 millones de jóvenes sin acceso a la educación formal.

Según un informe de la UNESCO, actualmente, el 80% de las niñas y mujeres en edad escolar, que equivalen a unas 2,5 millones de personas, no están escolarizadas y casi el 30% nunca han asistido a la escuela primaria. Esta situación, junto con la pobreza que vive el país, provoca que muchas de ellas, con tan solo 12 años, sean obligadas a casarse y a entrar en el mundo laboral.

Algunas no han aceptado la prohibición de proseguir sus estudios y han buscado alternativas a la educación formal que se les niega. Una pequeña esperanza se encuentra en el sistema educativo comunitario. "Está dominado por las oenegés locales del país. Su objetivo es atender a las necesidades de la comunidad y proporcionar un espacio para que las mujeres puedan estudiar. Pero depende totalmente de la financiación y cuando el dinero se acaba, las oportunidades de seguir haciendo cosas se esfuman", asegura De Silva. "Dentro de esta forma educativa también existen las escuelas clandestinas", añade.

Bajo la clandestinidad

Es difícil saber cuántas escuelas clandestinas hay en el país. Se organizan en pequeños grupos de niñas regidos por la confianza que tienen entre ellas. Las casas de sus familias o de los mismos profesores se convierten en aulas. Una vez sentadas en el suelo para empezar la clase, empieza la odisea de encontrar libros para poder aprender. "Muchos los consiguen online o mediante las oenegés, pero los recursos nunca son suficientes. Todas ellas, pese a su temprana edad, son conscientes de que se exponen al riesgo de ser detenidas, golpeadas e incluso condenadas por los talibanes. Aunque lo que más les preocupa a la mayoría es que sus familias también corren el mismo peligro", explica Olatz Cacho, responsable de campañas de Amnistía Internacional para Asia, África y las Américas, en una entrevista con EL PERIÓDICO. ''Las escuelas clandestinas representan una gota de agua de un océano de todo lo que se necesita para tener a las mujeres educadas en un país", asegura Cacho.

Mientras tanto, las jóvenes de Afganistán se verán obligadas a dejar atrás su futuro y cruzar esa frontera dejando atrás sus ansias de recibir una educación, entre muchos otros derechos.