Polvorín en Asia Central

Kabul cae ante el imparable empuje de los talibanes

Diplomáticos, ciudadanos extranjeros y altos funcionarios del Gobierno afgano se agolpaban en el aeropuerto intentando salir del país tras la huida del presidente Ghani

Soldados y policías, entrenados durante décadas por las tropas de la OTAN, desertan de sus puestos y dejando incluso atrás sus uniformes por temor a represalias

Un grupo de talibanes en el palacio presidencial de Kabul, según Al Jazeera.

Un grupo de talibanes en el palacio presidencial de Kabul, según Al Jazeera. / AL JAZEERA

El Periódico

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las agoreras profecías de los últimos días han acabado por cumplirse. Kabul, la capital de Afganistán, se ha convertido este domingo en el escenario de una caótica evacuación ante el imparable avance de los talibanes, al igual que lo fue hace más de cuatro décadas Saigón momentos antes de la llegada de las tropas del Vietcong y del Ejército de la República Popular de Vietnam. Mientras los insurgentes afganos tomaban posiciones en los alrededores de la ciudad y penetraban incluso en el Palacio Presidencial, helicópteros estadounidenses trasladaban al personal diplomático al aeropuerto para intentar salir del país, imágenes de una derrota, similar a la de Indochina en los años 70, que permanecerá durante generaciones en la memoria colectiva del país.

La situación de seguridad en la capital era fluida y cambiaba en cuestión de minutos. Al caer la noche, los talibanes aseguraban haber tomado el control de la mayoría de barrios alrededor de la gran urbe afgana. El aeropuerto, donde se agolpaba el personal diplomático occidental y empleados del Gobierno apoyado por EEUU junto a sus familiares, mujeres e hijos, fue bombardeado. “La seguridad en Kabul está cambiando muy rápidamente, incluyendo en el aeropuerto; hay informaciones de bombardeos, por esta razón estamos instruyendo a los ciudadanos estadounidenses a que se refugien el algún sitio”, podía leerse en una circular emitida por la propia legación estadounidense. “El aeropuerto está fuera de control; el Gobierno afgano nos ha vendido”, ha acusado un alto funcionario afgano que prefería no identificarse.

La carretera hacia al aeropuerto estaba repleta de coches que intentaban o bien intentaban llegar hasta el aeródromo, o bien se dirigían hacia casa. “Algunos han abandonado el coche con las llaves puestas y han comenzado a caminar hacia el aeropuerto”, ha asegurado un residente. “Muchos se van a casa temiendo que haya combates”, ha afirmado otro. Helicópteros norteamericanos seguían llegando a la pista, y se temía un motín de los denominados contratistas de seguridad afganos debido a que EEUU no se había comprometido a evacuarlos. Francia, Alemania, los Países Bajos y otras naciones europeas también estaban trasladando a sus ciudadanos y personal diplomático al aeropuerto.     

El presidente del país, Ashraf Ghani, ha huido de Kabul, y algunas informaciones lo situaban en Tayikistán, una exrepública soviética al norte de Afganistán y habitada por tayikos, una de las principales etnias del estado centroasiático. En una entrevista desde un lugar que no desveló, ha asegurado que se marchó de la ciudad para evitar “un baño de sangre” e impedir que “innumerables patriotas hubieran sido martirizados”.

Entrenados por Occidente

Las Fuerzas Armadas Afganas, un Ejército en cuyo entrenamiento EEUU y los estados miembros de la OTAN han gastado miles de millones de euros en las últimas décadas, se habían desmoronado por completo, y no ofrecían resistencia armada alguna al avance de los denominados estudiantes del Corán. Agentes de policía, soldados y oficiales del Ejército, todos ellos con sueldos pagados por las potencias extranjeras, habían desertado de sus puestos y lugares de trabajo e incluso se habían desprendido de sus uniformes por temor a represalias. Los atacantes llegaban desde todos los flancos de la ciudad, según ha asegurado a Reuters un alto funcionario del Ministerio del Interior. En un hospital de Kabul se habían recibido más de cuatro decenas de heridos procedentes de las escaramuzas en los alrededores de la ciudad, pese a que no se estaban produciendo combates de envergadura. Ya entrada la noche, los talibanes difundieron a través de la cadena catarí Al Jazeera una fotografía de un grupo de ellos en el interior del palacio presidencial de Kabul.

En las próximas horas deberá resolverse el vacío de poder generado por la marcha del presidente Ghani. En un tuit, el ministro del Interior en funciones, Abdul Sattar Mirzakawal, ha asegurado que la autoridad del país sería transferida una administración transitoria. “No habrá ningún ataque sobre la ciudad; se ha acordado que será una entrega pacífica”, ha informado en un tuit. Sin embargo, dos dirigentes talibanes han asegurado a la agencia Reuters que no habría Gobierno de transición y que lo único que esperaban era que el Ejecutivo se rindiera de forma pacífica.

Discurso de concordia

A medida que se acercaban a la capital, los insurgentes han intentado mostrar una cara amable, prometiendo que respetarían los derechos de las mujeres y que no atacarían a los extranjeros. “Garantizamos a la gente, en particular a en la ciudad de Kabul, que sus propiedades y su vida están seguras”, ha asegurado Suhail Shaheen, portavoz del movimiento, a la BBC. “Aseguramos todas las embajadas, centros diplomáticos, instituciones lugares y ciudadanos extranjeros en Kabul que no se enfrentarán a ningún peligro”, se leía en un tuit de Zabihulá Mujahid, otro portavoz talibán.

Sin embargo, los avances de los estudiantes del Corán de los últimos días han venido acompañados de graves acusaciones de violaciones de los derechos humanos, incluyendo matrimonios forzados de adolescentes y ejecuciones sumarias de ciudadanos acusados de colaboracionismo con las tropas extranjeras, lo que generaba gran inquietud entre la población de las grandes ciudades, tradicionalmente hostiles a los insurgentes. La propia relatora especial de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, había denunciado durante la semana que ahora acaba abusos que equivalían a "crímenes contra la Humanidad".