Protestas masivas

Los familiares de los secuestrados en Gaza lideran la oposición social contra Netanyahu

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Un manifestante muestra un cartel acusando a Netanyahu de criminal de guerra y a Biden de cómplice, durante una protesta en apoyo al pueblo palestino en Los Ángeles, este sábado.

Un manifestante muestra un cartel acusando a Netanyahu de criminal de guerra y a Biden de cómplice, durante una protesta en apoyo al pueblo palestino en Los Ángeles, este sábado. / ETIENNE LAURENT / EFE

Andrea López-Tomàs

Andrea López-Tomàs

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Hay decenas de personas en Israel que hace semanas que no duermen. Están día y noche movilizados, ideando nuevas formas para que se escuche con fuerza su causa. Sacrifican su sueño imaginando el lugar en el que dormirán sus seres queridos. Desde el 7 de octubre, nadie sabe cómo duermen los 240 ciudadanos israelís secuestrados por Hamás. Sus familias se han convertido en sus voces, en el recordatorio a su gobierno de que, aunque la vida entre sus fronteras haya vuelto a la normalidad, esas 240 personas todavía no han vuelto a casa. Hasta que no duerman en su propia cama, sus familiares no callarán. Este sábado han culminado una marcha de cinco días a las puertas de la oficina del primer ministro de Israel, Binyamín Netanyahu. El silencio del político les obliga a hablar más alto. 

“Parece que nadie del gobierno está haciendo nada para traerlos de vuelta a casa”, constata Adi, que ha venido desde el norte de Israel para dar apoyo a las familias. “¿Por qué nadie habla de esto?”, denuncia a este diario. De fondo, varios familiares de los rehenes se dirigen al público que les ha acompañado en el último mes y medio. “Llevamos cinco días caminando sin parar y me duelen las piernas y los hombros y me duele todo, pero nada me duele como me duele el corazón, que me duele mucho, mucho”, ha reconocido Orin, la madre de la rehén Eden Zacharia, desde el escenario. “Incluso si necesitamos caminar hasta Gaza, caminaremos hasta Gaza; dondequiera que necesitemos ir, iremos, no renunciaremos a nuestros hijos”, ha defendido frente a unas 30.000 personas, que después se han dirigido a Tel Aviv para reunirse con algunos miembros del gabinete de guerra. El gobierno ha cedido a la presión y ha anunciado más tarde que la reunión tendrá lugar el lunes. 

Sólo el 4% confían

En los altavoces, suena con fuerza una canción. “Voy a volver a casa, dile al mundo que voy a volver a casa”, canta Skylar Gray en 'Coming home'. Estas decenas de personas, apoyadas por centenares más en todo el país, se han convertido en la resistencia contra un primer ministro que no habla de ellas. “No es una cuestión política, son las vidas de estas personas”, defiende Yael Bardi, que ha marchado desde Tel Aviv con las familias. Son 72 kilómetros. En su mano, lleva el retrato de la madre de su amiga, Margalit Berta Mozes. Con 77 años, fue secuestrada el 7 de octubre. Aunque fue parte de las protestas en contra de la reforma judicial, defiende que este movimiento “no va sobre Netanyahu”. Pero, más allá del retorno de los cautivos, Bardi, como muchos otros de los presentes en esta masiva protesta, confían en que el polémico primer ministro no llegue al final de la guerra en el puesto. 

“Él tiene que abandonar su cargo y tenemos que tener otro gobierno; esa es mi esperanza y la de muchos más”, defiende el telaviví Abraham, de origen sefardí. La credibilidad de Binyamín Netanyahu ante el público israelí ha recibido un golpe significativo desde el 7 de octubre. Una nueva encuesta realizada por la Universidad Bar Ilán ha demostrado que menos del 4% de los judíos israelíes confían en el primer ministro como la fuente más fiable de información sobre la guerra contra Hamás, que ha matado a 16.000 personas en Gaza y 1.200 en Israel. En los meses previos a la escalada, la popularidad del líder del Likud ya estaba muy erosionada por la iniciativa de la reforma judicial de su gobierno. 

"Una cucaracha"

A las puertas de la oficina del primer ministro, Danielle muestra su rechazo al gabinete de Netanyahu. “Tenemos un, no sé si se puede llamar, gobierno, esa gente que están cogiendo todo el dinero pero no hacen nada”, afirma en un español perfecto, con acento latinoamericano. “Sobre todo el jefe del gobierno, que piensa solamente en protegerse a sí mismo, en el futuro y da dinero a los religiosos, para que después le den apoyo a él”, denuncia esta jerosolimitana que se ha unido a la fase final de la marcha. Desde las calles, las palabras de Danielle encuentran su eco en las principales tribunas del país. Un mes después del ataque de Hamás, el periódico Israel Hayom, abiertamente pro-Netanyahu, pidió su dimisión en un importante cambio de tono en un medio fundado en algún momento por el líder israelí para apoyar sus ambiciones políticas. 

“Él quiere que la guerra continúe porque ya ha dicho que se depurarían responsabilidades en cuanto terminara, pero, mientras siga y él se quede, la gente se irá acostumbrando”, critica Danielle. Una encuesta publicada este jueves por el Canal 12 ha constatado el que parece ser el desplome definitivo de Netanyahu. Si las elecciones tuvieran lugar ahora, la coalición liderada por él se estrellaría con solo 45 escaños en comparación con los 64 que tiene ahora. Pero nadie tiene claro que este sea el final de Bibi. “Es como una cucaracha, sobrevive a todo, pero espero que se marche después de esto; nadie quiere que esté aquí”, constata Adi. Danielle comparte el mismo deseo y la misma desconfianza. “Hay muchas personas que lo van a apoyar porque la gente no aprende nada; él sabe hablar muy bien, pero, para gobernar, no sabe nada”, constata.