Conflicto en Oriente Próximo

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La guerra entre Israel y Hamás, al minuto

El canciller alemán, Olalf Scholz, y el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, durante la visita del primero a Tel Aviv.

El canciller alemán, Olalf Scholz, y el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, durante la visita del primero a Tel Aviv. / MAYA ALLERUZZO / AFP

Gemma Casadevall

Gemma Casadevall

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Mientras Olaf Scholz ratificaba este martes en Tel Aviv que el derecho a la defensa de Israel es "razón de Estado" para Alemania, en Frankfurt derivaba en escándalo la intervención del filósofo esloveno Slavoj Zizek en la Buchmesse, la Feria Internacional del Libro en esta ciudad. Había abierto su discurso denunciando "sin paliativos" la "barbarie terrorista de Hamás". Pero luego consideró que debía "analizarse" qué había generado el conflicto y cuál era la situación de los palestinos en Gaza. Aludió asimismo a que hasta entonces –es decir, en la casi hora y media de ceremonia ya transcurrida- los oradores habían expresado reiteradamente su solidaridad con Israel y condenado a Hamás, pero solo una persona había pronunciado en una ocasión la palabra "palestino". Fue Natasia Pirc Musar, presidenta de Eslovenia, país invitado este año a la Buchmesse.

Entre el auditorio se extendió el estupor, el nerviosismo y las protestas, mezcladas con aplausos. Algunos asistentes abandonaron la ceremonia -incluido el alcalde de Frankfurt, Mike Josef- y el comisionado del estado de Hesse contra el Antisemitismo, Uwe Becker, increpó al filósofo sobre el escenario. De poco le sirvió a Zizek negar que estuviera "relativizando" el terror de Hamás. Terminó a duras penas su discurso y fue apartado cortésmente, pero con determinación, del escenario por el presidente de la Buchmesse, Jürgen Boos.

Del apoyo de Scholz al traspiés de Von der Leyen

Cuesta imaginar qué hubiera pasado si a la ceremonia hubiera asistido, como estaba previsto, el canciller Scholz. El líder alemán canceló a última hora su visita a Frankfurt para acudir a Tel Aviv y expresar al primer ministro, Binyamín Netanhayu, su plena solidaridad. Se avanzó así al presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Las palabras del canciller socialdemócrata en Tel Aviv iban en dirección parecida a las pronunciadas unos días antes por la presidenta de la Comisión Europea (CE), la también alemana pero conservadora Ursula von der Leyen. A esta le vino luego el chaparrón de críticas de sus socios europeos, que le recordaron que no le corresponde marcar la línea de la política exterior comunitaria.

Que el derecho a la defensa de Israel es "razón de Estado" es un pilar inamovible para la clase política germana desde la fundación de la República Federal de Alemania (RFA), tras la Segunda Guerra Mundial. Responde al sentido de la responsabilidad del país del que partió el Holocausto y que bajo el nazismo asesinó a seis millones de judíos. Para la Alemania del presente es motivo de orgullo que, pese al horror, persista una comunidad judía en el país integrada por unos 100.000 miembros. Pero asiste con pánico no solo al aumento de ataques antisemitas o al auge de la ultraderecha, sino también todo lo que pueda percibirse como antisemitismo, incluidas las críticas a Netanyahu.

Scholz no solo se entrevistó en Tel Aviv con el líder israelí. También se reunió con familiares de alemanes secuestrados por Hamás. Son, en su mayoría, ciudadanos israelíes que tiene la doble nacionalidad germana por ser la de sus progenitores. Entre ellos se encuentra Shani Louk, la joven influencer a la que exhibieron como un trofeo de guerra sus captores.

El tripartito entre socialdemócratas, verdes y liberales de Scholz, junto con la oposición conservadora, emitieron entonces un comunicado conjunto condenando a Hamás. Se han prohibido las manifestaciones de "apoyo" a Palestina, por considerar que acaban degenerando en concentraciones para "festejar" a Hamás. El martes, mientras en Frankfurt se inauguraba la Buchmesse, en Berlín las fuerzas antidisturbios tenían que acordonar el monumento a las víctimas del Holocausto, donde se habían concentrado manifestantes propalestinos.

Seis millones de musulmanes

No es solo nerviosismo, sino pánico lo que se respira entre la clase política y fuerzas de seguridad de Alemania. En el país viven seis millones de musulmanes. Es muy alta la posibilidad de que la situación se crispe ante masacres como las del hospital de Gaza, independientemente de que se verifiquen o no responsabilidades.

Entre el enaltecimiento de Hamás y las expresiones de solidaridad hacia las víctimas palestinas puede haber abismos. Pero ni en los discursos políticos ni en los medios de comunicación hay apenas espacio para estos últimos, mientras se tiende a sobreactuar la solidaridad hacia Israel.

El silencio alemán en torno a los gazatíes había empezado a sentirse incluso antes de la apertura de la feria del libro, que este año cumple su 75 aniversario. De pronto se retiró de programa la entrega del galardón LiBeraturpreis a la escritora palestina Adania Shibli, autora de la novela 'Un detalle menor'. Su libro parte de una violación en grupo por parte de soldados israelíes a una joven palestina, a la que matan y entierran en el desierto. A la suspensión del premio siguió una carta de protesta contra esa decisión firmada por 600 escritores, entre ellos los premios Nobel Abdulrazak Gurnah, Annie Ernaux y Olga Tokarczuk.