Conflicto en Oriente Próximo

La matanza en el hospital de Gaza eleva la amenaza de la expansión regional de la guerra

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MULTIMEDIA | Israel: origen y evolución del país de la paz imposible

El humo de un edificio tras un ataque en Gaza.

El humo de un edificio tras un ataque en Gaza. / EFE

Ricardo Mir de Francia

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No era la tremenda devastación en Gaza ni el trauma que ha dejado en Israel la multitudinaria masacre perpetrada por Hamás lo que quita el sueño a la diplomacia internacional. La verdadera pesadilla que mantiene en vilo a las cancillerías de medio mundo es la posibilidad de que la cruenta guerra en curso adopte pronto una dimensión regional de consecuencias incalculables. Un escenario cada vez más factible que podría enfrentar a Irán y su larga lista de milicias satélites contra Israel y Estados Unidos para envolver en llamas toda la región. Las pistolas están cargadas, pero de momento todos los actores involucrados se limitan a jugar al póker con gestos de tanteo y disuasión. "Toda la región está al borde del abismo", advirtió el martes el monarca jordano Abdalá II, horas antes de la matanza de 500 palestinos que se refugiaban en un hospital de Gaza cuando fue bombardeado por Israel, un presunto crimen de guerra que eleva exponencialmente el riesgo a un estallido regional.

Hay tanto en juego que la Casa Blanca ha decidido despachar a la región al presidente Joe Biden, que llegará este miércoles a Israel para reiterar todo su apoyo al Estado judío, pero también para tratar de prevenir que la situación se descontrole. Parte de la estrategia estadounidense consiste en buscar un acuerdo rápido para el intercambio de prisioneros que permita a Israel recuperar los 199 rehenes en manos de Hamás, así como la apertura de un corredor humanitario en el sur de Gaza para aliviar la desesperada situación de su población y, en paralelo, la creación de zonas seguras para que las bombas israelíes dejen de matar civiles a mansalva. Pero el objetivo último de la ofensiva diplomática que lidera Antony Blinken es evitar que se abran nuevos frentes en la guerra.

En menos de una semana el secretario de Estado de EEUU ha visitado seis países árabes, además de Israel en varias ocasiones. "Existe el riesgo a la escalada de este conflicto, con la apertura de un segundo frente en el norte y, por su puesto, la entrada de Irán", dijo el domingo el consejero de seguridad nacional, Jake Sullivan. "(Biden) quiere enviar un mensaje muy claro de disuasión a cualquier Estado o actor que trate de explotar la situación", añadió. En esa línea va el envío al Mediterráneo oriental de dos grupos de ataque navales de EEUU, provistos cada uno con un portaviones, varias fragatas y decenas de cazas de combate.

Milicias satélites de Irán

Con su lenguaje algo críptico, Sullivan se estaba refiriendo a Irán y las milicias del "Eje de la Resistencia", como las llama el ayatolá Alí Jamenei. Un paraguas que incluye a Hamás y la Yihad Islámica en los Territorios Ocupados Palestinos, pero también a grupos afines en Siria, Irak y Yemen. La joya de la corona de este organigrama parcialmente financiado y armado desde Teherán es el Hizbulá libanés, el Partido de Dios. "Hizbulá cuenta con muchos más recursos que Hamás, desde misiles balísticos a una milicia curtida en la guerra siria. Está también mejor preparado que en 2006", asegura Ignacio Álvarez-Ossorio, catedrático de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense. Aquel año fue la última vez que Israel e Hizbulá se enfrentaron en una guerra abierta, 34 días de conflicto que se saldaron sin una victoria clara de ninguno de los contendientes.

Desde hace días se suceden los intercambios de fuego en la frontera entre el Líbano e Israel, que ha ordenado la evacuación de 28 pueblos situados a un radio de dos kilómetros de la divisoria. Pero de momento, y pese al goteo de muertos, no son más que tanteos. Nasrala, el jefe de los islamistas libaneses, guarda silencio, pero el mensaje que llega desde Teherán desde que Hamás puso en jaque a Israel es inconfundible. "Si los crímenes del régimen sionista no se detienen, se abrirán nuevos frentes de forma inevitable", dijo el lunes el ministro de Exteriores iraní, Husein Amir Abdollahian. La línea roja sugerida podría ser la entrada de las tropas israelíes en Gaza.

La potencial apertura de un segundo frente para Israel, posiblemente desde el Líbano pero quizás también desde Siria, presenta serios quebraderos de cabeza para sus líderes. Lo que podría explicar por qué se está demorando la invasión terrestre de Gaza o por qué Washington y Tel Aviv se apresuraron a negar que hubiera pruebas de la implicación de Irán en el devastador ataque de Hamás, cuando los propios dirigentes islamistas han sugerido lo contrario o cuando las reuniones con altos cargos de la Guardia Revolucionaria iraní se suceden desde hace meses. "La implementación fue toda de Hamás, pero no negamos la ayuda y apoyo de Irán", dijo recientemente Ali Barakeh, uno de los dirigentes de Hamás en el exilio.

La asunción generalizada, también de la inteligencia de EEUU, según el 'New York Times', es que a Hizbulá no le interesa una guerra a gran escala dada el colapso económico que azota al Líbano y la voluntad expresa de Israel de "destruir" el país si las huestes de Nasrala se involucran. 

Normalización de relaciones entre Israel y Arabia Saudí

Pero al mismo tiempo la coyuntura ofrece aparentes oportunidades para Teherán. Tanto por la extrema polarización de la sociedad israelí en torno al liderazgo de Netanyahu, como por el desinterés de EEUU por la región, ocupado últimamente en Ucrania y la contención de China. Teherán también ha estrechado relaciones con Pekín y Moscú, convertido ahora en un cliente preferente de su industria armamentística.

En los tiempos del ataque sobre Israel también parece haber sido determinante la normalización de relaciones que ultimaban el Estado judío y Arabia Saudí, a cambio de un acuerdo de seguridad de este último con EEUU. Así lo han reconocido Hamás y el liderazgo iraní. Ese acuerdo --ahora pausado ante el momento explosivo que vive la región-- no solo hubiera mermado seriamente las ambiciones hegemónicas de Irán en la región, sino que podría haber sido el último clavo en el ataúd del apoyo árabe a la causa palestina, enterrada por las políticas israelíes. 

Al precipicio que afronta la región habría que sumarle los llamamientos que ha hecho Hamás a la comunidad de fieles del islam, la llamada 'Ummah', para unirse a la lucha y defender "oda la tierra de Palestina, Jerusalén y Al Aqsa". Un reclamo en toda regla al yihadismo internacional. "Por eso llamo a todos los hijos de esta comunidad, donde quiera que estén, a unirse a la batalla, cada uno a su manera", dijo Ismail Haniyeh, el líder del brazo político de Hamás exiliado en Catar el mismo día del ataque. 

De momento, Israel no rebaja el pulso de su indiscriminada venganza en Gaza. Un ataque contra un hospital de la capital de la Franja donde se refugiaban miles de desplazados, mató al menos a 500 palestinos el martes. Acto seguido miles de personas salieron a manifestarse en Cisjordania, otro de los frentes que podría abrirse para Israel, y numerosas capitales del mundo musulmán.

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