Polémica en París

Los buquinistas del Sena, en pie de guerra ante su posible desalojo por los Juegos Olímpicos

Los buquinistas de París organizan la resistencia

Puestos de los buquinistas a la orilla del río Sena, en París.

Puestos de los buquinistas a la orilla del río Sena, en París. / AFP

Enric Bonet

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"Junto con la Torre Eiffel y Notre Dame, los buquinistas son uno de los grandes símbolos de París". El historiador Jean-Yves Mollier no tiene ninguna duda sobre el valor de estos libreros situados en las orillas del Sena. "Evocan el París más antiguo, ya que son los herederos de los vendedores de libros debajo de los puentes parisinos desde el siglo XVI", recuerda este profesor emérito en la Universidad de Versalles y especialista en la historia de la edición. Aparecen en películas, fotografías o más recientemente en selfis de turistas. Sus tiendecitas verdes representan una parada obligada para visitantes o flâneurs (paseantes) solitarios por el corazón de la capital francesa.

Este icónico lugar, sin embargo, podría perderse el año que viene una cita marcada en rojo en el calendario en Francia: los Juegos Olímpicos. Los buquinistas recibieron a finales de julio una carta de la prefectura de la policía de París en que les anunciaba su desalojo durante el verano del año que viene. Les obligarán a cerrar sus tiendas verdes de madera y sacarlas de los márgenes del Sena durante "al menos dos semanas". ¿El motivo? Razones de seguridad debido a la amenaza terrorista en la ceremonia inaugural de los Juegos, prevista para el 26 de julio de 2024. 

Por primera vez en la historia olímpica, el pistoletazo de salida a la competición no tendrá lugar en un recinto deportivo, sino al aire libre. Los atletas serán presentados con un paseo fluvial por el centro de la capital. Un acto ambicioso que ya se ha cobrado su primera víctima colateral: los buquinistas, quienes no se han quedado de brazos cruzados ante tal decisión.

Afectados la mayoría

"Me parece una burrada esta decisión, ya que estas tiendas encarnan la imagen de París", asegura a EL PERIÓDICO Charles Gedor, de 63 años, que trabaja como buquinista desde hace más de dos décadas y participó recientemente en una reunión con el ayuntamiento parisino. "El argumento de la amenaza terrorista me parece una idiotez. Hay muchas otras formas de cometer un atentado", añade Philippe Legendre, de 56 años, quien gestiona una tiendecita de libros de segunda mano justo al lado, cerca del Museo del Louvre. "En realidad, quieren quitarnos porque taparemos la vista de los monumentos durante el desfile olímpico", añade sobre una medida que afectará a 600 de los 950 buquinistas de París —también los hay en Lyon y Nantes—.

Desde que las autoridades obligaron a estos libreros a instalarse en un punto fijo en 1859, su presencia ha sido permanente al lado de las orillas del Sena. Incluso continuaron en el mismo lugar durante las dos guerras mundiales. Pero con los Juegos podrían desalojarlos por primera vez. El Ayuntamiento de París les ha prometido que solo será temporal y que financiará el traslado de sus tiendas y su eventual renovación en caso de que queden dañadas. Una promesa insuficiente para los buquinistas.

"No resistirán al impacto financiero"

"Lo que más me molesta es la incertidumbre que hay. No sabemos cuánto tiempo durará el cierre", lamenta Amel Baguira, de 30 años, una de las benjaminas entre estos vendedores y que gestiona una tienda especializada en libros de botánica. "Me temo que durará mucho más que dos semanas. Si deben cerrar todas las tiendas y sacarlas de su emplazamiento, esto durará al menos dos o tres meses. En este caso, me temo que muchos libreros no podrán resistir al impacto financiero. Y, de momento, no han anunciado ninguna indemnización para compensarlo", afirma Gedor.

Esta decisión no solo ha indignado a los principales afectados, sino también a una parte de la sociedad gala. "Es como si sacaran de la capital uno de sus principales monumentos durante los Juegos", critica el historiador Mollier. El filósofo Edgar Morin, el ensayista Pascal Bruckner o las historiadoras Michelle Perrot y Mona Ozouf denunciaron esta "funesta decisión" contra "la mayor librería en el aire libre en el mundo y uno de los paseos parisinos más románticos", en un artículo colectivo en el diario Le Monde. Desde finales de julio, una petición en la plataforma Change.org ha recogido cerca de 90.000 firmas en apoyo a estos libreros.

"Tengo amigos alemanes que la firmaron. Esperamos que la presión de la opinión pública obligará a las autoridades a dar marcha atrás", asegura Legendre sobre una medida que hizo correr ríos de tinta en Francia a pesar de (o más bien gracias a) la letargia informativa veraniega.

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