DE CHINA A ISRAEL

Geopolítica del Sáhara: por qué el futuro de unos miles de saharauis está en el epicentro de la diplomacia internacional

Imagen de recurso.

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Mario Saavedra

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El modo en que se ha conocido que Israel apoya las posiciones de Marruecos sobre el

Sáhara Occidental

recuerda casi al milímetro a la forma en que se dio a conocer el giro de

Pedro Sánchez

sobre la antigua provincia española en marzo de 2022. Ahora, como entonces, ha sido la Casa Real de Marruecos la que ha anunciado el acontecimiento: una carta, secreta, enviada por el primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu a Mohamed VI. Fue también Rabat quien anunció el cambio español hace ahora año y medio, y hasta hoy Moncloa esconde la carta original. Diplomacia epistolar en el epicentro de un duelo geopolítico alrededor del desértico territorio en disputa por descolonizar. La vida de centenares de miles de saharauis (la cifra total es desconocida y controvertida), como moneda de cambio de Pekín a Washington, de Rabat a Argel, pasando siempre por Madrid.

El Gobierno israelí no ha dado muchos detalles sobre el movimiento. Ni siquiera ha hablado Benjamin Netanyahu. Fue el ministro de Exteriores, Eli Cohen, el que corroboró lo anunciado por Rabat: “Acojo complacido el anuncio del Primer Ministro Netanyahu de reconocer la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. Este paso fortalecerá las relaciones entre los dos países y entre los dos pueblos y contribuirá a los esfuerzos realizados para ampliar la cooperación y profundizar la paz y la estabilidad en nuestra región”. 

Israel proclama que “reconoce” la marroquinidad del Sáhara Occidental y que así lo va a plasmar en todos sus documentos oficiales, y que considera la opción de abrir un consulado en la ciudad del territorio por descolonizar de Dajla (la antigua Villa Cisneros española).

“El reconocimiento israelí llega de la coalición de Gobierno más ultraderechista y ultraconservadora del Estado de Israel”, explica Haizam Amirah-Fernández, investigador del Real Instituto Elcano, que se pregunta qué obtiene Tel Aviv a cambio. “Netanyahu sigue los pasos de Donald Trump [que proclamó la marroquinidad del Sáhara], 31 meses después.

Joe Biden

no ha dado marcha atrás, pero tampoco ha empujado para plasmar sobre el terreno lo decidido por Trump: sigue sin haber consulado en Dajla, ni han hecho maniobras militares conjuntas en los territorios o las aguas del Sáhara, a pesar de las presiones de Marruecos”. Hay una treintena de países, árabes, africanos y latinoamericanos, que sí han abierto consulados en el territorio controlado por Marruecos.

China y Argelia

Argelia ha calificado este jueves de “flagrante violación del derecho internacional” el reconocimiento por parte de Israel de la “supuesta soberanía de Marruecos sobre el territorio del Sáhara Occidental”, informa Europa Press. Argel, que alberga los campamentos de refugiados saharauis controlados por el

Frente Polisario

(representante del pueblo saharaui, según Naciones Unidas), descarta que el movimiento dé legitimidad al statu quo. El propio Frente Polisario dice que carece de cualquier validez. El rey

Mohamed VI

, por su parte, ha calificado este jueves también la decisión de Israel de como “justa” y “clarividente”, y ha vuelto a reivindicar la marroquinidad del territorio como “derecho histórico irrefutable sobre sus provincias saharauis”. Y ha invitado al primer ministro israelí Netanyahu a visitarle, como ya hiciera con Pedro Sánchez tras su carta.

En sentido contrario, China acaba de firmar una declaración conjunta con Argelia en la que, en uno de sus puntos, los dos países acuerdan apoyar los esfuerzos para alcanzar una solución al conflicto del Sáhara Occidental en el marco de “las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas”, de manera que “garantice la libre determinación del pueblo de Sáhara Occidental”. Debe de ser, dicen las partes, consistente con los principios y propósitos de la Carta de las

Naciones Unidas

. Desaparece la anterior expresión de una solución “mutuamente aceptable” y no se toca la propuesta de Marruecos de dar autonomía al Sáhara.

Naciones Unidas propugna, en varias resoluciones aprobadas por el Consejo de Seguridad, la celebración de un referéndum para elegir entre la independencia o la integración en Marruecos. En 1991, con el acuerdo tanto de Rabat como del Frente Polisario, se creó la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO). La consulta no salió adelante. En 2016, el Consejo de Seguridad instó a las partes a comenzar una fase de negociaciones serias para resolver este conflicto, abierto hace medio siglo, cuando España abandonó el Sáhara atropelladamente y se lo entregó a Marruecos y Mauritania. Cinco décadas después, sigue siendo el principal asunto en la región del Magreb, con derivadas en el Sahel y en Oriente Próximo, que han quedado de manifiesto esta misma semana, tras el anuncio israelí.

Golpe sobre el tablero de Trump

Estos tres últimos años de movimientos políticos sobre el Sáhara Occidental suponen un auténtico nuevo capítulo de esta larga historia comenzó con una proclamación, esta sí pública, del presidente de Estados Unidos, 

Donald Trump

. En diciembre de 2020 otorgó su “reconocimiento” unilateral de que el Sáhara Occidental es parte de Marruecos. Joe Biden no ha dado marcha atrás, pero ha matizado algo la postura del republicano.

Preguntado por la postura actual de

Estados Unidos

, el Departamento de Estado responde a este diario que consideran la declaración de diciembre de 2020 de la anterior administración “como un hecho histórico”. “Hemos sido claros con todas las partes concernidas, y lo seguiremos siendo, con que no hay sustituto de una solución negociada, como ha afirmado repetidamente el Consejo de Seguridad”, aseguran fuentes del Gobierno de Estados Unidos. “Nuestro foco está en apoyar al enviado personal del secretario general de Naciones Unidas, Staffan de Mistura, mientras intensifica el proceso político para conseguir una solución duradera y digna para el Sáhara Occidental”. 

En rueda de prensa el pasado 15 de mayo, el Departamento de Estado aseguró que sigue “viendo el plan autonomista de Marruecos como serio, creíble y realista y una de las múltiples aproximaciones para colmar las aspiraciones del pueblo del Sáhara Occidental”. No la “más” realista como ha dicho España, sino una de ellas. 

Desde el giro de Trump, comenzaron a sucederse una serie de declaraciones de distintos países al respecto. La más llamativa fue la española, porque concede al plan autonomista de Marruecos para el Sáhara como el “más creíble, serio y realista”. Es decir, la mejor forma de solucionar el conflicto sobre la mesa. Otros, como Francia o Alemania, se han limitado a considerarlo como “una base” seria y creíble, sin el “más” que añade España. 

Hiperactividad geopolítica

Para Haizam Amirah Fernández, los últimos acontecimientos diplomáticos (el giro promarroquí de Israel y la declaración de China con Argelia) tienen dos dimensiones de análisis. La primera es la del derecho internacional: “Es el mayor territorio del mundo no autónomo pendiente de un proceso de descolonización, 277.000 kilómetros cuadrados”. Todo va a seguir igual en el Consejo de Seguridad, cree, hasta que se considere que se ha producido un proceso de autodeterminación, en el formato que sea. No tiene por qué ser decidir entre independencia o referéndum

La segunda dimensión es política, con ramificaciones muy diversas: la competición por la hegemonía entre Marruecos y

Argelia

en el Magreb y su influencia en África, Sahel y Mediterráneo. 

“Hay hiperactividad diplomática de Marruecos y Argelia. Argel estuvo ausente durante casi una década desde 2013, y ahora quiere demostrar que ha vuelto a la escena internacional, donde antes era muy relevante”, dice Amirah Fernández. “Marruecos había aprovechado el vacío: volvió a la Unión Africana, lanzó una ofensiva diplomática en el África occidental y otra de diplomacia religiosa, con formación de imágenes…” Esa hiperactividad vino fomentada por el respaldo de Donald Trump. Por el lado argelino, han solicitado su incorporación a los BRICS; hace unas semanas, Argelia obtuvo asiento de miembro no permanente en el Consejo de Seguridad de 2024-2025, con 184 votos a favor, y seis en contra. El presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, habla con los rusos y los chinos, pero también con los estadounidenses. Es miembro activo del diálogo mediterráneo de la

OTAN

, ha recibido al secretario de Estado de Estados Unidos y a los líderes europeos más importantes. 

En los últimos tres años han cambiado muchas cosas en las posiciones sobre el tablero del Sáhara Occidental. Los llamados “planes Baker” de principios de siglo, que proponían una solución negociada basada en un referéndum, no consiguieron salir adelante. De un tiempo a esta parte, las capitales mundiales se están recolocando hacia un conflicto y una región en la que los países árabes se acercan a

Israel

y Estados Unidos. Una diplomacia de las cartas cuyo episodio final está aún por escribir.