Gobierno ultraderechista

Decenas de detenciones y carreteras bloqueadas en las protestas contra la reforma judicial en Israel

75 años del Estado de Israel: de la utopía socialista a una democracia en riesgo

Protesta social por la reforma judicial del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.

Protesta social por la reforma judicial del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. / NIR ELIAS / REUTERS

Andrea López-Tomàs

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Israel se paraliza. Después de que la Knesset, el Parlamento israelí, aprobara en primera lectura la ley que permitiría limitar los poderes de supervisión del Tribunal Supremo sobre las decisiones del Gobierno, la sociedad se ha vuelto a tirar a las calles en una “jornada de disrupción”. Miles de personas han bloqueado las principales carreteras del país antes de llegar hasta el aeropuerto de Tel Aviv, donde la policía ha alertado de la posibilidad de aplastamientos por las abarrotadas multitudes. En las avenidas de Tel Aviv, los agentes policiales han intentado reprimir las manifestaciones con violencia y usando cañones de agua para dispersar a sus asistentes. Unas 71 personas han sido detenidas este martes en una jornada de movilizaciones masivas.

La Casa Blanca ha pedido a Israel que respeto el derecho a protestar de su ciudadanía. Ante la tensa jornada, la Unión Europea ha instigado a "todas las partes" a reanudar el diálogo sobre la reforma. Las protestas han tenido lugar la mañana después de que la cámara legislativa israelí aprobara inicialmente el polémico proyecto de ley. El primer ministro Binyamín Netanyahu, a la cabeza de la coalición ultraderechista y conservadora que dirige, ha retomado así la reforma legal que busca restringir de forma radical la independencia y los poderes del poder judicial. Durante los últimos meses, gran parte de la sociedad israelí se ha organizado para mostrar una oposición generalizada a esta revisión que consideran que pone en riesgo la democracia israelí y su sistema de pesos y contrapesos. 

Este lunes por la noche, Netanyahu se ha apuntado el primer tanto al avanzar en la legislación que cancela el criterio de “razonabilidad” usado por los tribunales, que les permite considerar ciertas decisiones del gabinete como “irrazonables”. Ahora, la nueva enmienda establece que: “quienquiera que tenga autoridad judicial conforme a la ley, incluida la Corte Suprema, no juzgará ni emitirá órdenes contra el gobierno, el primer ministro, un ministro del gabinete u otro funcionario electo según lo determine la ley, con respecto a la razonabilidad de su decisión”. Es decir, los miembros del Ejecutivo contarían con carta blanca en todas sus decisiones si este proyecto legislativo acaba convirtiéndose en ley. 

"Decidido a destruir Israel"

Conscientes de la mayoría ultraconservadora en la Knesset, los israelís ya estaban de madrugada en la puerta del edificio protestando. Se trata de la primera aprobación parlamentaria de un proyecto de ley de reforma judicial desde que Netanyahu suspendió el paquete legislativo a finales de marzo por la fuerza de las manifestaciones. Por ello, este movimiento civil sin precedentes busca provocar el mismo efecto. Este martes, 300 reservistas de la unidad cibernética del Ejército han firmado una carta anunciando que no se ofrecerían como voluntarios para el servicio, porque el gobierno ha demostrado que “está decidido a destruir el Estado de Israel”. 

“Las habilidades cibernéticas sensibles con el potencial de ser utilizadas para el mal no deben entregarse a un gobierno criminal que está socavando los cimientos de la democracia”, han denunciado. La policía israelí ha informado que, durante la jornada del martes, unas 58 personas han sido arrestadas. Las imágenes que circulan por las redes sociales muestran el uso de cañones de agua y una fuerza excesiva usada por los agentes policiales para dispersar a los manifestantes. La semana pasada el jefe de policía de Tel Aviv, Ami Eshed, anunció que dejaría el cuerpo por presión política, ya que el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, quiere que aplique una respuesta más drua contra el movimiento de protesta y él se niega a aplicarla. “Estoy pagando un precio personal intolerablemente alto por mi decisión de evitar una guerra civil”, confesó Eshed. 

Ante la violencia de la policía, el líder del principal sindicato del país, Arnon Bar-David, ha roto su silencio y ha pedido a Netanyahu que “detenga este caos”. Los críticos de la reforma judicial afirman que la ley a punto de ser aprobada invita a la corrupción y los abusos de poder. En cambio, sus defensores defienden que facilitará un gobierno efectivo al frenar la intervención de los tribunales. “No es el fin de la democracia, la fortalece”, ha subrayado Netanyahu en un comunicado en vídeo publicado mientras la Knesset debatía el proyecto de ley. Pero, en las calles, nadie confía en Bibi.