Los dos Papas

Saverio Gaeta: “Benedicto XVI no abandonó sus ideas, pero tampoco intervino en el papado de Francisco”

Saverio Gaeta

Saverio Gaeta / Fondo Saverio Gaeta

Irene Savio

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Durante más de un año, el vaticanólogo y escritor Saverio Gaeta (Nápoles, 64 años) se reunió con uno de los hombres más enigmáticos del Vaticano: el arzobispo alemán Georg Gänswein, secretario del hoy difunto Benedicto XVI durante dos décadas. Las citas, que tenían lugar casi todos los martes por la mañana y se mantuvieron en secreto, tenían un propósito principal: contar, a través del testimonio de Gänswein, la verdadera historia del Papa emérito. Sin embargo, la misión se vio accidentada desde que el libro salió a la luz.

Tras la publicación del volumen, inmediatamente después de la muerte del pontífice alemán en diciembre, Gänswein se vio envuelto en innumerables polémicas debido a algunos fragmentos del libro-entrevista en los que el exsecretario revela las diferencias entre los dos papas y expresa su inconformidad con las decisiones de Francisco. Esto también fue interpretado por algunos analistas como un reflejo de las guerras culturales y conflictos ideológicos dentro de la Iglesia católica. El epílogo de esta situación ha sido la decisión del Papa de enviar al exsecretario de regreso a su diócesis de origen, en Friburgo (Alemania), sin asignarle ningún cargo, según informó días atrás El Vaticano.

-Hubo críticas por cómo se publicó el libro, pues salió poco después de la muerte de Benedicto XVI. ¿Eso había sido planeado?

-Lo cierto es que el libro estaba listo ya en el otoño de 2022. Y Benedicto había sido informado. Yo mismo se lo entregué el 22 de octubre del año pasado y pude describirle el título y el contenido. Por ello, cuando murió, el editor pudo presionar un botón y se inició la impresión. 

-¿Pero por qué esperar hasta su muerte?

-Para evitar que se viera envuelto en cualquier polémica.

-¿Qué opinión se ha hecho usted de Gänswein? Se ha dicho de todo de él.

-Gänswein fue el máximo conocedor de Benedicto. Vivió veinte años junto a él, prácticamente compartiendo el mismo apartamento y haciendo todo juntos. Por eso quiso compartir con documentos concretos y testimonios, anécdotas y relatos de vida vivida, el verdadero rostro de Benedicto XVI.

-¿Se esperaba la tormenta que se produjo por la publicación del libro?

-Sé cómo funciona la información, así que no me sorprendió mucho, ni a mí ni a muchos otros colegas o incluso a personalidades eclesiásticas. ¿Cuál es el problema? Que este libro fue creado precisamente para ser un libro completo. Son 336 páginas, por lo que destacar solo una frase en un capítulo, está claro que no refleja la historia integral.

-¿Está diciendo que la culpa la tuvieron los periodistas?

-Las polémicas ocurrieron sobre todo en los primeros días, cuando había mucha tensión, el funeral, la muerte. Por ello, todos aquellos que querían hacer polémica sobre los dos papas, contar aquello de Benedicto contra Francisco, Francisco contra Benedicto, se aprovecharon del mucho interés en este asunto.

-¿Qué piensa entonces de la relación entre Francisco y el exsecretario de Benedicto?  

-Lo voy a explicar con un anedócta muy simple. En un momento de mi vida, me pidieron dejar la redacción de Roma y trasladarme a Milán para hacer otro trabajo. Yo no estaba muy contento porque prefería trabajar en Roma en lugar de Milán. Pero cuando mi director me explicó que era necesario, lo acepté. Y nadie nunca dijo que yo era un enemigo del director. Obedecer en el ámbito eclesiástico también significa aceptar la voluntad del superior. Solo que, en su caso (el de Gänswein), se trata del Santo Padre.

-Dicho esto, Francisco apartó a Gänswein de cargos ejecutivos estando él en el Vaticano.

-Sí, y él aceptó el deseo del Papa, obedeció y continuó en el monasterio [donde vivía] como secretario y asistente del Papa emérito, siguiendo las decisiones de Francisco.

-¿Sigue en contacto con él?

Sí. Es una persona muy seria, honesta, que siempre cumple su palabra y se puede confiar en él.

-A menudo se recuerda el papado de Benedicto XVI asociándolo con los escándalos de la pedofilia. 

-El Papa fue el máximo defensor en la lucha contra la pedofilia, tanto que aprobó varios documentos y decretos que permitieron que algunos procesos, que de otra manera habrían quedado en un segundo plano en las sedes locales, se llevaran a cabo en el Vaticano. Estos procesos se convirtieron en acciones concretas, lo que resultó en que durante el pontificado de Benedicto XVI más de 400 sacerdotes fueran expulsados o se les impidió ejercer el ministerio pastoral.

-¿Cómo ve las intrigas dentro del Vaticano?

-Es cierto que dentro de la institución hay personas que buscan obtener posiciones de poder. Sin embargo, con frecuencia, estas personas son identificadas y apartadas de sus cargos. Pero si alguien vive una experiencia de fe o algo similar de buena fe, si alguien es elegido para una determinada tarea, es porque así lo desea Dios. Lo que puede ocurrir es que a veces hay alguien que cae en la trampa y se involucra en asuntos que no son particularmente limpios. Pero en los últimos años, hemos visto cómo se han iniciado y están en curso numerosos procesos para dirimir la verdad sobre algunas acusaciones, incluso contra personalidades destacadas.

-En el libro, usted cuenta que el Papa argentino “rompió el corazón” de su predecesor al limitar al máximo el uso del latín en las misas, una práctica que Benedicto XVI había rehabilitado.

-Una vez que Benedicto concluyó su experiencia como Papa y se convirtió en emérito, obviamente siguió teniendo sus propias ideas. No se distanció de sus reflexiones, continuó pensando como lo hacía anteriormente y diciendo lo que consideraba correcto, pero nunca intervino en el pontificado de Francisco.

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