Comicios en Turquía

Qué repercusiones tendrá la reelección de Erdogan en la UE, la OTAN y la guerra de Ucrania

Erdogan gana la segunda vuelta en Turquía y renueva su longevo mandato por cinco años más

PERFIL | Erdogan, la forja de un autócrata

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, durante un mitin en Estambul.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, durante un mitin en Estambul. / ERDEM SAHIN / EFE

Laura Puig
Adrià Rocha Cutiller
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Recep Tayyip Erdogan ha sido reelegido este domingo como presidente de Turquía tras dos décadas al frente del poder en las que el país ha dado un giro hacia un modelo autoritario fundamentado en el nacionalismo y el islamismo. Erdogan ha vencido a pesar de tener el viento de la economía en contra --la lira está por los suelos y la inflación es del 50%, aunque algunos estudios independientes la elevan a más del 100%-- y de la mala gestión política de los terremotos que el pasado mes de febrero sacudieron el sureste del país.

Esta deriva autocrática se ha visto reflejada también en las relaciones de Ankara con la Unión Europea, su papel en la OTAN y, en general, la posición que ocupa en el mundo. Todo hace prever que Erdogan va a mantener un rumbo similar en política exterior. Estas son algunas claves de cómo puede impactar la victoria de Erdogan fuera de las fronteras de Turquía:

Más de lo mismo con la UE

La relación entre Turquía y la UE se encuentra en horas bajas. El proceso de adhesión está en punto muerto y se da por sentado que Erdogan mantendrá su desacuerdo con Bruselas y su retórica antioccidental. "Continuaremos en la misma situación que tenemos ahora, es decir, competición y hostilidad en algunos temas, cooperación en otros y una lógica transaccional de intercambio", explica Eduard Soler Lecha, profesor de Relaciones Internacionales de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) e investigador del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB). No obstante, la relación dependerá mucho de los mensajes que reciba de los líderes europeos. "Si le leen la cartilla, se empezará con mal pie".

Turquía y la UE firmaron un acuerdo en 2016 para dar apoyo humanitario y cubrir los gastos sanitarios y educativos de los refugiados, en su mayoría sirios, que viven en el país anatolio. El pacto establecía en 6.000 millones de euros la compensación económica para Ankara —gastados en construcción de escuelas, hospitales, y una paga mensual base de unas decenas de euros para la población refugiada siria en Turquía—. Desde 2016, Erdogan ha utilizado la seguridad fronteriza como método de extorsión contra Bruselas y ha amenazado en más de una ocasión con abrir las puertas y mandar a Europa "oleadas de refugiados".

Emre Amasyalı, investigador postdoctoral del Institut Barcelona d’Estudis Internacionals (IBEI), también ve "poco probable" que haya un cambio drástico en las relaciones entre Ankara y Bruselas. En todo caso, opina que "la triste realidad económica" podría llevar a Erdogan a "adoptar una postura menos conflictiva con Occidente", tal y como sucedió tras los terremotos de febrero. No obstante, la posible continuación de su "populismo conservador" y la probable aplicación de "políticas más represivas" supondrán un desafío para las autoridades comunitarias. De igual opinión es Kerim Has, analista 'freelance' experto en asuntos euroasiáticos: "Creo que, a corto plazo, [Erdogan] necesita mejorar las relaciones con la UE. Necesita inversiones, por lo que intentará evitar aumentar la tensión con Bruselas". Sin embargo, en el largo plazo, este experto augura un "deterioro de las relaciones", ya que considera que Erdogan aumentará su desafío a los estándares democráticos y seguirá utilizando la "carta de los refugiados" para obtener algo a cambio.

En cualquier caso, los analistas consultados no prevén un cisma. "El nivel de dependencia recíproca es tan fuerte que hace muy difícil poder imaginarse una lógica de ruptura de relaciones, incluso si la situación política se deteriora. Tendría que ser algo muy, muy gordo", añade el profesor de la UAB.

Verso libre en la OTAN

En el seno de la OTAN, Turquía se ha convertido en el socio más incómodo, en el verso libre que se arrima sin complejos a Rusia y a China, pero al mismo tiempo facilita armas a Ucrania para que Kiev se defienda de la invasión de Moscú. No obstante, Turquía es un país importante para la Alianza, con el segundo Ejército más grande y una ubicación física estratégica.

En el tintero está el bloqueo de Ankara a la admisión de Suecia, país al que Turquía reclama más dureza contra los presuntos miembros y simpatizantes de la guerrilla kurda del PKK, un grupo considerado terrorista por Turquía y la UE. "Erdogan aceptará la admisión de Suecia (tras las elecciones). Turquía inicialmente se opuso a que Finlandia se uniera a la OTAN, pero luego se dio por vencido. Los aliados de la OTAN han jugado un papel importante en la ayuda del terremoto", señala Amasyalı, que también vislumbra un futuro con menos gestos de confrontación del país anatolio con el resto de aliados.

Has, por su parte, cree que Erdogan acabará dando luz verde a Suecia pero esperará a la cumbre de Vilnius de julio e intentará, a cambio, lograr "concesiones de EEUU", como la modernización de sus F-16 o una invitación a la Casa Blanca. "Erdogan necesita la foto con [Joe] Biden para fortalecer su imagen internacional", añade. A su juicio, y a diferencia de la opinión dominante, "Turquía coincide en intereses con los de EEUU y el Reino Unido en política exterior (...). Y el hecho de mantener una línea abierta con Putin es una ventaja para Occidente".

Soler Lecha se muestra más prudente y coincide con Has en que Erdogan seguirá con su "lógica transaccional" e intentará "conseguir algo a cambio" de su apoyo a la adhesión de Suecia.

Equilibrista en el conflicto rusoucraniano

En el conflicto entre Rusia y Ucrania, Erdogan ha adoptado un equilibrio entre las dos partes que algunos han bautizado como "neutralidad oportunista". Por un lado proporciona armamento a Kiev, como los drones Bayraktar TB2 o bombas de racimo, según reveló la revista 'Foreign Policy', mientras por el otro se niega a aplicar sanciones a Moscú y mantiene una “relación especial” con el presidente ruso, Vladímir Putin. Pero más allá de esta sintonía personal entre ambos líderes, que se llaman mutuamente "amigo", "Turquía depende en gran medida de la economía rusa", recuerda el investigador del IBEI, que destaca el "enorme déficit comercial" de Turquía con Rusia. El país anatolio importa gas ruso y recientemente Erdogan ha inaugurado la central nuclear de Akkuyu, construida por Rusia, y que aportará el 10% de la electricidad que necesita Turquía. Pero, igualmente, Occidente es un mercado crucial para las exportaciones de productos manufacturados. "Turquía depende de los lazos con Occidente y Rusia. Es poco probable que estos lazos cambien y Turquía seguirá aspirando a jugar un papel independiente en la política mundial", resume Amasyalı.

"Lo que veremos es más continuidad. [Erdogan] proseguirá los esfuerzos realizados hasta ahora e intentará mantener la lógica de buscar un equilibrio", sostiene, por su parte, Soler Lecha, quien recuerda que Turquía fue uno de los países más críticos con la anexión de Crimea, en 2014.

En el plano de la mediación, Erdogan contribuyó a desencallar el acuerdo del grano que permitió reanudar las exportaciones ucranianas de cereales, y también ha mediado en intercambios de prisioneros. "El acuerdo del grano es un ejemplo más del papel de no alineado que Turquía quiere jugar en el conflicto", subraya Emre Amasyalı. Kerim Has no vislumbra una mediación en un eventual acuerdo de paz. "Pero Erdogan continuará con sus negociaciones y mantendrá sus contactos con Rusia y Ucrania". En definitiva, neutralidad oportunista.

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