Nuevo informe de Save the Children

Infancia en conflicto: violencia y reclutamiento

El número de niños y niñas que viven en las zonas de guerra más mortíferas del mundo aumenta casi un 10% en un año. En Colombia, el deporte es una herramienta clave de protección a la infancia frente a la violencia.

Niños y niñas de un asentamiento humano de Arauca, Colombia, participando en un proyecto de protección a la infancia de Save the Children. © Germán Paraga / FCBarcelona

Niños y niñas de un asentamiento humano de Arauca, Colombia, participando en un proyecto de protección a la infancia de Save the Children. © Germán Paraga / FCBarcelona / © Germán Paraga / FCBarcelona

Judit Saavedra Micaló, Save the Children

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Los niños y las niñas no causan ni empiezan las guerras, pero se encuentran entre las víctimas más vulnerables. Casi 450 millones de niños y niñas vivían en 2021 en alguna zona en conflicto. Y de estos, 230 millones, más de la mitad, lo hacían en países donde los conflictos son más mortíferos (un 9% más que el año anterior). 

Son algunos de los datos espeluznantes que arroja el informe Alto a la guerra contra la niñez 2022: Los niños y las niñas olvidados, publicado por Save the Children hace unos días y que recoge cuál es la situación de la infancia en todos los conflictos armados del mundo. 

Las graves consecuencias a las que se enfrentan los menores en estos contextos son el reclutamiento, el secuestro, la violencia sexual, la denegación de acceso a la ayuda humanitaria, los ataques a escuelas y hospitales y los asesinatos y las mutilaciones. Todo ello puede tener un profundo impacto en sus vidas, que va desde el trauma físico hasta el psicológico, las lesiones debilitantes o directamente la muerte. De hecho, más de 8.000 niños y niñas −una media de 22 al día− murieron o quedaron mutilados en 2021.

<blockquote class="twitter-tweet"><p lang="es" dir="ltr">📰NUEVO INFORME: Más de la mitad de los niños y niñas que vivían en zonas de conflicto en 2021 -unos 230 millones- lo hacían en las zonas de guerra más mortíferas, lo que supone un aumento del 9% respecto al año anterior. <a href="https://t.co/jQE2BJifYN">https://t.co/jQE2BJifYN</a> <a href="https://t.co/4N6Qre9O9E">pic.twitter.com/4N6Qre9O9E</a></p>— Save the Children Es (@SaveChildrenEs) <a href="https://twitter.com/SaveChildrenEs/status/1597883130634940416?ref_src=twsrc%5Etfw">November 30, 2022</a></blockquote> <script async src="https://platform.twitter.com/widgets.js" charset="utf-8"></script>

Reclutamiento y utilización de niños para la guerra

Una de las tendencias que identifica el informe es la disminución de los casos verificados de reclutamiento de niños por parte de fuerzas y grupos armados, pasando de 8.595 en 2020 a 6.351 en 2021. Esto, además, supone el número más bajo de casos verificados desde 2015. A pesar de esta caída general, en algunos países ocurrió todo lo contrario; en Colombia, Siria, Nigeria, Líbano y Burkina Faso la infancia reclutada para la guerra aumentó en 2021 en comparación con el año anterior.

En el informe de Save the Children se expone el caso de Valentina, una niña de 14 años que vive en Arauca, cerca de la frontera entre Colombia y Venezuela, y que pertenece a una comunidad indígena. Valentina tuvo que dejar la escuela para ganar dinero y ayudar con los gastos del hogar. Fue abusada sexualmente por un miembro de un grupo armado y se quedó embarazada. Después, fue secuestrada de su familia por un hombre que la golpeó y abusó de ella durante más de 15 días y amenazó a su familia. Afortunadamente, gracias al trabajo de la organización, la encontraron, le dieron apoyo psicosocial y la reubicaron con su familia.

En Arauca, y en otras zonas de Colombia, viven muchas Valentinas. De hecho, el país ha registrado un incremento del reclutamiento del 256% (JEP, 2021). “La infancia colombiana se enfrenta a una triple afectación que limita sus oportunidades: la pobreza, el conflicto armado y la migración”, asegura Carolina Ríos, coordinadora de protección a la infancia de Save the Children Colombia. Y añade: “La falta de acceso a servicios básicos y la violencia están en el día a día de muchos niños y niñas, lo que a impacta de manera negativa en su bienestar y seguridad”.

Uno de los métodos de reclutamiento utilizados por parte de los distintos grupos armados que operan en el territorio es el fútbol. Para revertir esta situación, Save the Children y la Fundación FC Barcelona colaboran en un proyecto que utiliza justamente el deporte como herramienta de inclusión y protección a la infancia. “El deporte es un mecanismo de cambio y transformación que aporta fortalecimiento a la comunidad. Además, promociona valores a través del ocio y aprendizajes que permiten a los niños y niñas alejarse de las situaciones de conflicto armado. El deporte es rescate”, afirma Ríos. Lo pude ver con mis propios ojos hace unas semanas cuando visité este proyecto en Arauca y hablé con los niños, las niñas y sus familias.

Más atención mediática, más financiación

Según el informe antes mencionado, África destaca como el continente con mayor número de menores afectados por los conflictos (180 millones), seguido de Asia (152 millones) y América (64 millones). Sin embargo, en Oriente Medio es donde se encuentra la mayor proporción de niños y niñas que viven en zonas de conflicto (1 de cada 3), mientras que en Europa se registró la cifra más baja, algo que probablemente cambie este año a raíz de la escalada de violencia en Ucrania.

Precisamente este país ha concentrado una cobertura mediática cinco veces mayor que los otros 10 países afectados por conflictos juntos durante los primeros nueve meses de 2022. En este periodo, Yemen −el peor país en conflicto para ser un niño− solo tuvo un 2,3% de cobertura mediática en comparación con Ucrania.

Es cierto que hay múltiples factores que influyen en la distribución de los fondos por parte de los donantes, sin embargo, la financiación que han recibido los países más afectados por las guerras en 2021 se situaba de media en un 43% frente al 68,1% de Ucrania.

La respuesta de la comunidad internacional a la escalada del conflicto en Ucrania debe ser una lección que nos enseñe lo que es posible. Todos los niños y niñas atrapados en conflictos, en toda su diversidad, deben recibir la atención, la solidaridad y la protección que merecen y necesitan para reconstruir su vida. Pueden ser increíblemente resilientes y, si reciben el apoyo adecuado, recuperarse y salir adelante de las situaciones más difíciles. Para ello, es urgente que haya un alto a la guerra contra la infancia en todo el mundo.