Crisis en el Reino Unido

Liz Truss cede a la presión y dimite como primera ministra británica

Multimedia | Desgobierno en el Reino Unido: los despropósitos desde Thatcher hasta Truss

Begoña Arce

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El Partido Conservador británico se ha deshecho de Liz Truss y busca urgentemente de nuevo un líder y primer ministro en medio de la mayor crisis política de su reciente historia. Truss presentó finalmente la renuncia a primera hora de la tarde de este jueves después de una reunión en Downing Street con el presidente del poderoso Comité 1922, Graham Brady. El emisario de los diputados sin cargo en el Gobierno venía a comunicarle que su situación era insostenible, había perdido la confianza de los parlamentarios y debía marcharse. La mujer que 24 horas antes declaraba desafiante en el Parlamento "soy una luchadora, no alguien que se rinde", entregaba las armas. Truss sólo ha permanecido 45 días al frente del Ejecutivo, la primera ministra más breve en la historia del Reino Unido.

Brady anunció que espera ver un nuevo líder en el cargo a final de la próxima semana, lo que requerirá poner en marcha un proceso extraordinario, bajo reglas excepcionales, dada la urgencia. "Queremos concluir la elección el viernes 28 de octubre, de manera que tengamos un nuevo líder antes de la presentación fiscal el 31 de octubre", señaló. Esa presentación correrá a cargo presumiblemente del ministro de Finanzas, Jeremy Hunt, quien ya ha indicado que no se postulará como sucesor de Truss. La lista de candidatos es aún una incógnita, pero de acuerdo con The Times y el Daily Telegraph, Boris Johnson, que se halla de vacaciones en el Caribe, estaría pensando en presentarse, alegando que es un asunto de interés nacional, dada la situación que atraviesa el país. La oposición en pleno, encabezada por el jefe de los laboristas, Keir Starmer, reclama la convocatoria de unas elecciones generales.

Despedida sin pedir disculpas

La declaración de Truss a la puerta del número 10 de Downing Street  apenas duró un minuto y en ella no hubo disculpa o reconocimiento de errores por el desastre económico y político causado. Con una frialdad absoluta, sin mover un músculo ni cambiar el gesto, Truss insistió en defender su "visión de impuestos bajos, alto crecimiento económico, que podría aprovechar las ventajas de las libertades del Brexit", pero, añadió: "Reconozco que dada la actual situación no puedo cumplir el mandato por el que fui elegida por el Partido Conservador. He hablado con su majestad el rey para notificarle que dimito como líder". Truss permanecerá en el cargo hasta que sea designado su sustituto.

Elegida por los votos de poco más de 80.000 afiliados del Partido Conservador, con un plan económico que era "un cuento de hadas", según advirtió su rival, el exministro de Hacienda Rishi Sunak, los problemas de la recién nombrada comenzaron cuando su ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng, presentó un programa económico el 23 de septiembre repudiado inmediata y virulentamente por los mercados financieros. Una reacción tan negativa obligó a la intervención multimillonaria del Banco de Inglaterra para garantizar los fondos de pensiones. La bajada de impuestos de más de 60.000 millones de euros era insostenible. Truss cesó a Kwarteng, su gran aliado, intentando salvar su propia cabeza. Desde entonces la pauta la marcó Hunt, un moderado, que dio marcha atrás y rediseñó por completo el plan fiscal inicial de la primera ministra.

Al caos económico de la peor líder 'tory' de la era modera, se ha sumado el desgarro político. La furia de los diputados ha ido en aumento y culminó el miércoles con una de las jornadas más turbulentas que se recuerdan, tras otra dimisión, la de la ministra de Interior, Suella Braverman, quien en su carta de renuncia criticaba abiertamente a la primera ministra por no asumir sus errores y responsabilidades. Las escenas de empujones, gritos y coerciones en los pasillos del Parlamento, de conservadores intimidando a otros diputados del partido para obligarles a que fueran a votar sobre un asunto tan sensible como el fracking, en contra de su voluntad, para demostrar fidelidad al gobierno, colmó el vaso. El goteo de cartas y declaraciones pidiendo la renuncia de Truss fue a partir de ahí imparable.

Clamor por ir a las urnas

La atención de los conservadores se vuelca ahora en la rápida elección de un sucesor, mientras la oposición en pleno pide que los británicos vayan a las urnas sin esperar los dos años que aún faltan. "El Partido Conservador ya no tiene un mandato para seguir gobernando", afirmó el líder laborista, Keir Starmer. "Los ciudadanos británicos merecen tener voz a la hora de decidir el futuro del país, y poder comparar el caos creado por los 'tories' con los planes de la oposición para salir de este enredo", añadió. "No tienen mandado para someter al país a otro experimento. Gran Bretaña no es su feudo personal que administran como quieren".

Ed Davey, de los Liberal Demócratas, se expresaba en la misma línea. "No necesitamos otro primer ministro conservador, tambaleándose de crisis en crisis. Necesitamos una elección general ahora y ver a los conservadores fuera del poder". Para Nicola Sturgeon, ministra principal de Escocia y líder del SNP una elección es "un imperativo democrático".