45 días ha durado Liz Truss como primera ministra. El mandato más breve de la historia del Reino Unido culmina una sucesión de primeros ministros marcados por los escándalos, los errores y los despropósitos en la gestión.

Un reportaje de Begoña Arce

Corría el 26 de noviembre de 1976 cuando los Sex Pistols lanzaron su primer sencillo con el título de 'Anarchy in the U.K.' La letra escondía un retrato de la ira, la confusión, la inquietud y la frustración de una generación de jóvenes desencantados por el declive económico y social del Reino Unido. La enfermedad se fue agravando y los británicos decidieron optar, tres años después, por un tratamiento de choque: neoliberalismo en vena. La llegada al poder de Margaret Thatcher en 1979 inauguró un etapa de convulsiones en el número 10 de Downing Street que parecen no tener fin. De hecho, cada inquilino consigue incluso hacer bueno a su predecesor.

A continuación repasamos los principales errores, desmanes y resbalones de los primeros ministros británicos desde los tiempos del 'thatcherismo'

El gran error de la Dama de Hierro fue una tasa local durante su tercera legislatura. La llamada 'poll tax' obligaba a pagar por igual a los todos, independientemente del nivel de ingresos y la zona donde se residiera. Su instauración provocó enormes protestas callejeras. Aquella contribución regresiva, tan impopular, acabó con la mujer que había puesto la proa al Estado del bienestar británico. A Thatcher le perdió la arrogancia y la falta de sintonía con la gente.

Su hundimiento como primer ministro ocurrió el 16 de septiembre de 1992, el 'Black Wednesday' ('Miércoles Negro'), cuando el Reino Unido tuvo que retirarse del sistema del Mecanismo Europeo de Tipos de Cambio. La divisa británica se devaluó un 15% y el Banco de Inglaterra sufrió pérdidas de 3.300 millones de libras. El prestigio de los conservadores en el manejo de las finanzas públicas nunca se recuperó.

Margaret Thatcher logró ganar tres elecciones consecutivas (1979, 1983 y 1987), siempre con mayoría absoluta y por encima del 42% de los votos y de los 13 millones de papeletas. John Major heredó el tirón de los conservadores y revalidó una amplia mayoría en las urnas en 1992. Perdió el apoyo del Parlamento en 1996 y la división interna del Partido Conservador le llevó a perder estrepitosamente las elecciones de 1997.

La derrota de Major ante Tony Blair puso punto final a 18 años de gobierno 'tory' y dejó paso a una etapa de gestión laborista.

Los británicos nunca le han perdonado la decisión de participar militarmente en la invasión de Irak en el 2003, siguiendo la iniciativa George W. Bush. El 'premier' lo justificó invocando armas de destrucción masiva en manos de Sadam Hussein que no existían. Una investigación oficial atribuiría a aquella invasión desastrosa los ataques de militantes del Estado Islámico en ciudades occidentales. Dimitió en 2007 sin agotar su tercer mandato.

Llegó al poder tras haber sido ministro de Finanzas de Blair durante muchos años. Cuando este se fue, después de tres victorias consecutivas, y ocupó su lugar, el "nuevo laborismo" estaba muy desgastado. A eso se sumó la falta de carisma de un político con dificultad para comunicarse emocionalmente con el público. Algo que se echó en falta cuando estalló la crisis financiera de 2008. Todo ello contribuyó a la derrota electoral de los laboristas, en la oposición hasta hoy.

Tony Blair, como Thatcher, venció en tres elecciones (1997, 2001 y 2005), pero vio menguada notablemente su amplia mayoría tras su implicación en la guerra de Irak. Dimitió en 2007 y dejó paso a Gordon Brown, que rompió la tendencia de sus antecesores y protagonizó un mandato corto, solo hasta las siguientes elecciones, en 2010.

Los 'tories' reconquistaron el poder en 2010 tras 13 años de laborismo. Aún lo mantienen hoy, pero ya llevan cuatro primeros ministros en 12 años

Escribió su testamento político al convocar un referéndum sobre la permanencia del Reino Unido de la Unión Europea bajo presión de los euroescépticos. Antes había salido airoso de otro plebiscito, el de la independencia de Escocia. Esta vez perdió la apuesta por algo más de un millón de votos. Después de seis años de riesgos innecesarios, se despidió dejando al país el legado nefasto del Brexit.

Fue incapaz de gestionar la negociación del Brexit con la Unión Europea. Los sectores más antieuropeos de su partido la presionaron empujándola hacia posiciones cada vez más extremas. Ante el asedio y el reto a su autoridad por parte de sus colegas, decidió convocar elecciones anticipadas en el 2017. Perdió la mayoría absoluta. Su personalidad, fría y distante, le valió el apodo de "May, el robot".

Todo él fue naufragio. Después de lograr una mayoría arrolladora, la tiró por la borda con un comportamiento imperdonable, conocido de antemano. Capaz de ganar elecciones con su particular descaro populista, fue, en cambio, incapaz de gobernar. Su tiempo como primer ministro fue una sucesión de escándalos, engaños, amistades peligrosas, fiestas en plena pandemia, burlas al Parlamento y la erosión del Reino Unido en el mundo.

Los que han trabajado con ella advirtieron de que era una broma, alguien sin capacidad alguna para dirigir el gobierno. Sus dotes para ir ascendiendo en la sombra, cambiando de ideología según convenía, son, por el contrario, innegables. Esta vez ha llegado a su nivel de máxima incompetencia con un plan económico de segundo de Primaria que ha costado miles de millones y, probablemente, las próximas elecciones al Partido Conservador.

A pesar de la sucesión de despropósitos en Downing Street, el Partido Conservador, con Boris Johnson como candidato, obtuvo una nueva mayoría absoluta en las últimas elecciones, en 2019, con casi 14 millones de votos y 365 escaños de los 650 de la Cámara de los Comunes. Durante toda esta etapa de gobiernos 'tories', los laboristas también han tenido hasta cuatro líderes diferentes, pero ninguno de ellos consiguió hacer sombra a los conservadores pese a los patinazos.

La dimisión de Liz Truss aboca a los 'tories' a elegir al que será el quinto primer ministro británico en 12 años en el poder. ¿Servirá para acabar con el desgobierno? Continuará...

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos:
Begoña Arce
Diseño e ilustraciones:
Ricard Gràcia
Coordinación:
Rafa Julve