Crisis en el este
EEUU pone en "alerta máxima" a 8.500 soldados por las tensiones entre Rusia y Ucrania
El Pentágono se prepara para actuar, en caso de que fuera necesario, para defender sus intereses en Europa del Este
Estas son las zonas en conflicto: mapa de Ucrania y Rusia
¿Qué está pasando entre Rusia y Ucrania?
Marc Marginedas
Periodista
Premio 'Cirilo Rodríguez' al mejor corresponsal en el extranjero (2013), Premi Nacional de Comunicació (2013) y Premio Luka Brajnovic de Periodismo (2019). Autor de 'Periodismo en el campo de batalla: 15 años tras el rastro de la yihad'. Protagonista del documental 'Regreso a Raqqa' (2022)
Alternar la zanahoria de la vía diplomática con el palo de las sanciones y los despliegues militares en las mismísimas fronteras de la Federación Rusa. Ésta parece ser la estrategia de EEUU y sus aliados en esta trascendental semana para la crisis que se vive en Europa del este en la que Moscú recibirá la respuesta escrita de Washington acerca de sus demandas de seguridad, tras lo cual la parte rusa decidirá si vale la pena o no seguir negociando. Se trata de emitir “advertencias firmes y creíbles” y mantener un “diálogo reforzado”, ha resumido el presidente francés, Emmanuel Macron.
El palo procedió de nuevo de Washington. El Pentágono ha anunciado que ponía en “estado de alerta” a 8.500 soldados pertenecientes a la Fuerza de Respuesta Rápida de la OTAN listos para ser desplegados en Europa del este. Sería un contingente que solo se activaría a petición de la Alianza, según John Kirby, portavoz del ministerio de Defensa estadounidense.
El día anterior, la Administración Biden había filtrado a la prensa estadounidense la noticia de que se planteaba desplegar a miles de soldados en las repúblicas bálticas, lo que significaría para el Kremlin tener a soldados estadounidenses desplegados en las mismas puertas de Rusia, algo que precisamente quiere evitar con el pliego de garantías de seguridad que planteó en diciembre, poco antes de la Navidad.
Además, Kiev debía recibir este martes una nueva entrega de “equipos y munición” enviados desde EEUU como parte de la asistencia militar acordada con Washington y que asciende a 200 millones de dólares. Pese a los nutridos envíos de material militar desde EEUU, el Reino Unido, Turquía o la República Checa y que incluye misiles antitanque Javelin, vehículos blindados Humvee, sistemas de radar o equipamientos de visión nocturna para soldados, el Gobierno ucraniano ha pedido más material, en particular helicópteros, misiles tierra-aire, y sistemas antiaéreos de corto y medio alcance.
La respuesta rusa al movimiento de Washington no se hizo esperar. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha acusado a la contraparte norteamericana de “exacerbar las tensiones” con medidas como ésta u otras, como la retirada del personal no diplomático de la legación estadounidense en Kiev.
Intentando no perder comba en esta escalada dialéctica y prebélica, Rusia ha iniciado unas maniobras militares cerca de la frontera con Ucrania, concretamente en las proximidades de la anexionada península de Crimea y en las que participarán 6.000 soldados, además de 60 aviones militares. En concreto cazas SU-27SM y SU-30SM y cazabombarderos SU-34. Según la agencia Interfax, las agrupaciones aéreas, pertenecientes a la circunscripción militar Sur y de la Flota del Mar Negro se trasladan a aeródromos operativos y ensayan ataques con misiles “a la mayor distancia posible”.
Suministro de gas
Otro frente en el que EEUU se está mostrando especialmente activo es en la búsqueda de suministros de gas alternativos para los países europeos en el caso de que Rusia invada el país vecino y se produzca un corte en las exportaciones rusas. Funcionarios de la Administración Biden han contactado con países o empresas para intensificar los envíos de esta fuente de energía o de gas licuado al continente europeo.
“Estamos trabajando para identificar fuentes adicionales de gas natural no ruso en otras partes del mundo, desde África del Norte a Oriente Próximo, Asia y EEUU”, ha asegurado dicha fuente. Aunque no mencionó a ningún país por su nombre, todo el mundo da por descontado que entre ellos estaría el emirato de Catar, y empresas estadounidenses productoras de gas licuado, aunque en este último caso, las posibilidades de incrementar la producción son escasas ya que en la actualidad están produciendo al máximo. La UE recibe aproximadamente un tercio del gas que consume de Rusia. Cualquier incidente en el suministro provocaría un alza en unos precios ya elevados, que tendrían su correspondiente reflejo en la factura de la luz para los consumidores europeos.
Entretanto, Moscú sigue a la espera de recibir la respuesta escrita a las garantías de seguridad exigidas y que se resumen en dos: la retirada de la invitación a ingresar en la Alianza Atlántica extendida a Ucrania y Georgia, y el veto de Moscú a despliegues militares en los países del antiguo Pacto de Varsovia. La OTAN ya ha dicho que ninguna de estas demandas son susceptibles de negociación ya que socavarían la soberanía de la Alianza, y ofrece en cambio conversaciones sobre limitaciones de despliegues militares y armamentísticos en el continente europeo.
Una vez recibida, Rusia, más concretamente el presidente Vladímir Putin decidirá si es posible continuar la negociación o en cambio, su país aplicará las respuestas “militares y técnicas” que no ha especificado dado el fracaso de las negociaciones.
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