Más del 50% de participación

El partido islamista en Marruecos sufre una debacle tras una década en el poder

El Partido Justicia y Desarrollo (PJD) pasa de ser el partido más votado al octavo con más apoyos en unas elecciones que ganó el centrista liberal RNI

Una complicada gestión de la pandemia, la falta de carisma de sus líderes y la normalización de relaciones con Israel han provocado la derrota

Tres miembros de las fuerzas de seguridad marroquíes pasean por Fez.

Tres miembros de las fuerzas de seguridad marroquíes pasean por Fez. / EFE

Andrea López-Tomàs

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Cambio de ciclo en Marruecos. Tras una década al frente del Gobierno, el Partido Justicia y Desarrollo (PJD) ha sufrido una debacle electoral histórica. Los islamistas moderados han quedado en octava posición en las elecciones legislativas de este miércoles. De 125 escaños obtenidos en el 2016 han pasado a 12 escenificando el fin del dominio de los Hermanos Musulmanes y de las formaciones cercanas a su órbita ideológica diez años después de la Primavera Árabe que los impulsó. 

En Marruecos, el vencedor de las elecciones con 97 escaños ha sido la formación centrista liberal Reagrupamiento Nacional de Independientes (RNI), liderada por el magnate petrolero Aziz Ajanuch. A su vez, los liberales del Partido Autenticidad y Modernidad (PAM) se han situado como segunda fuerza, con 82 asientos. Un éxito del establishment afín al monarca Mohamed VI, que durante la pandemia ha logrado aumentar su poder. 

Alta participación

Ante la aprobación de una nueva ley electoral en marzo que eliminó el umbral para entrar en la Cámara de Representantes, el RNI ahora se enfrenta a la ardua tarea de formar un gobierno de coalición con partidos de diferentes tamaños. La tasa de participación en la jornada electoral creció con los votos de más de la mitad del electorado, el 50,18%, siete puntos por encima de los últimos comicios. "Es un fuerte indicador del creciente interés mostrado por los votantes en esta gran elección por la solidificación del rumbo democrático del país", ha declarado Ajanuch.

Varios partidos, entre los cuales destacan los islamistas del PJD, han denunciado la compra de votos en las inmediaciones de algunos colegios y el traslado masivo de votantes a los centros electorales organizado por otros partidos. A su vez, Nabila Munid, secretaria general del Partido Socialista Unificado (PSU), una formación minoritaria de izquierdas, ha criticado el pago a votantes en las cercanías de colegios e incluso irregularidades dentro de los centros, donde, dice, encontraron folletos de propaganda electoral, así como agresiones a sus militantes, según explicó a EFE.

Normalización con Israel

La debacle del PJD se explica por varias causas. En primer lugar, la pandemia del coronavirus ha provocado una crítica situación económica en Marruecos, y el primer ministro Saad Eddine Al Othmani se ha convertido en la cara visible de la complicada gestión. A su vez, Al Othmani no cuenta con el carisma de su predecesor, el también islamista Abdelilah Benkirán. Su seguimiento casi religioso de las directrices del monarca ha provocado el abandono de parte de su electorado ya que algunas de estas decisiones llegaban a ir en contra de su ideología. 

Pese a haber sido el partido más grande desde el 2011, no ha podido detener la aprobación de normas a las que se opone, como el refuerzo del idioma francés en la educación y el uso del cannabis por razones médicas. Limpios de corrupción, ha sido la decisión impulsada por el palacio real de normalizar las relaciones con Israel lo que provocó la desbandada de sus votantes. El pasado diciembre, Mohamed VI acordó con los Estados Unidos de Trump oficializar sus lazos con el Estado hebreo a cambio del reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. El propio Al Othmani tuvo que firmar un pacto que todos sabían que era contrario a sus ideas.

Medidas sanitarias

El rol del monarca le permite elegir al primer ministro del partido que obtuvo la mayor cantidad de escaños en el Parlamento, una medida impulsada por la nueva Constitución del 2011 en respuesta a las demandas de la Primavera Árabe. Es Mohamed VI quién cuenta con la última palabra en el nombramiento de ministerios clave, como Interior, Asuntos Exteriores, Defensa y Asuntos Religiosos. También se encarga de aprobar los planes estratégicos económicos a gran escala. 

Mientras el país sufre su tercera ola de covid-19, las elecciones se han celebrado en medio de fuertes medidas sanitarias como un toque de queda en todo el país y la prohibición de grandes reuniones. Durante la campaña, que ha tenido lugar en las redes sociales, los partidos se han centrado en propuestas para salir de la crisis sanitaria y económica, pero no han incluido avances en derechos individuales como la despenalización de las relaciones extramatrimoniales, la homosexualidad, el aborto o la ruptura del ayuno en el ramadán.

El RNI, un partido de tecnócratas

El partido Reagrupación Nacional de Independientes (RNI), vencedor de las elecciones legislativas en Marruecos, está compuesto por tecnócratas y está liderado por el magnate del petróleo Aziz Ajanuch. El par

El partido, de ideología liberal y que tiene fama de ser cercano al Palacio, fue creado en 1978 por un cuñado del difunto rey Hassan II, Ahmed Osman, que unió a los diputados independientes que tenían la mayoría en el Parlamento después de las elecciones de 1977.

Osmán, que presidió el Gobierno marroquí entre 1972 y 1977, ha dirigido el RNI con mano de hierro desde su creación y solo en 2007 fue sustituido por Mustafa Mansuri, actual embajador de Marruecos en Arabia Saudí y hermano del excomandante de la Guardia Real marroquí general Mimún Mansuri.

En las anteriores elecciones legislativas de 2016, el partido consiguió 37 escaños en la Cámara de Representantes (Ccámara baja) de un total de 395 asientos (el 9 %), y en las locales de 2015 obtuvo casi un 14 % de los concejales. Ocupó el cuarto lugar en los dos comicios.

El RNI lanzó su campaña electoral para las elecciones generales de este miércoles bajo el lema "mereces lo mejor" (escrito en dialecto marroquí y no en árabe) y tiene como símbolo la paloma y los colores blanco y celeste.