Trump rompe con el Acuerdo del Clima de París

El presidente de EEUU retirará a su país del tratado internacional para reducir las emisiones contaminantes

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Estados Unidos no mantendrá sus compromisos con el Acuerdo del Clima de París para reducir las emisiones de gases contaminantes. Después de grandes dosis de suspense, más propias de la coreografía de un programa de telebasura, Donald Trump ha anunciado que su país –el segundo más contaminante del mundo– abandonará el pacto suscrito en el 2015 por 195 naciones para luchar contra el calentamiento global, tal como había prometido durante la campaña. Con esta decisión, que hace del rechazo a la ciencia una política de Estado, Washington perderá el liderazgo mundial contra el calentamiento global para ponérselo en bandeja a rivales geopolíticos como China, Europa y la India. También quedará aislado en la lucha contra el gran desafío de este siglo, al ser junto a Nicaragua y Siria el único país que ha renunciado a adherirse a los compromisos de París. 

Trump ha resuelto el entuerto que llevaba meses cultivando con una comparecencia en los jardines de la Casa Blanca, el escenario habitual para los grandes pronunciamientos. Desacomplejado y agresivo, ha lanzado un ataque frontal contra el acuerdo impulsado por su predecesor, presentándolo como un pacto "injusto" y dañiño para los intereses económicos de su país. "Para cumplir con mi solemne obligación de proteger a América y sus ciudadanos, EEUU se retirará del Acuerdo del Clima de París, pero iniciará negociaciones para reentrar en el acuerdo o promover uno completamente nuevo que sea justo para EEUU, sus empresas, sus trabajadores", ha dicho el mandatario republicano. Sus alternativas no han sonado nada convincentes. "Nos pondremos a negociar y veremos si podemos llegar a un acuerdo que sea justo. Si lo conseguimos, será estupendo; si no, también". 

MERCANTILISMO Y CHOVINISMO

El contenido de su discurso ha puesto de manifiesto la concepción mercantilista que Trump tiene de las relaciones internacionales y del liderazgo mundial de EEUU, donde lo único que parece importarle es el dinero. Pero también ha servido para sacar a relucir la vena más chovinista del líder estadounidense, que ha presentado el acuerdo como una suerte de oscura estratagema para “redistribuir de forma masiva la riqueza de EEUU en otros países”. Se refería al Fondo Verde del Clima que acompañó al acuerdo, con el que los países desarrollados se comprometieron a ayudar a los estados más pobres para que inicien la transición hacia las energías renovables. Trump ha dicho que la contribución estadounidense (los 3.000 millones prometidos por Barack Obama) cesará inmediatamente.

“El acuerdo tiene menos que ver con el clima y más con otros países que se aprovechan económicamente de EEUU”, ha afirmado el mandatario. Su decisión tiene el apoyo de la mayoría de republicanos, pero choca frontalmente con la opinión de numerosas multinacionales estadounidenses, incluidas varias petroleras como Shell o Exxon Mobile, que quieren que su país siga presidiendo la mesa al abordar el futuro sobre el clima. La salida del pacto no será inmediata. Tendrán que pasar casi cuatro años para que Washington se desvincule totalmente, tal como establecen los procedimientos acordados hace dos años en la capital francesa.

MIEDO A LA REACCIÓN EN CADENA

El miedo de los científicos es que su espantada provoque una reacción en cadena o empuje a otros países a relajar los objetivos de reducción de emisiones que acordaron voluntariamente, ya que el pacto no es vinculante. A países como China se les dio más de una década para empezar a reducir las emisiones, lo que ha sido duramente criticado por Trump, pero el gigante asiático está apostando fuerte por las renovables para reemplazar el carbón que asfixia sus ciudades. El 20% de su electricidad sale de ellas, frente al 13% en EEUU. Alemania llegó hace unos meses al 85%. 

Trump ya había tullido muchos de los mecanismos aprobados por su predecesor para reducir entre un 26% y un 28% las emisiones contaminantes antes deL 2025 respecto a los niveles del 2005. Entre otras cosas, relajando las restricciones a las eléctricas de carbón o a las emisiones de metano. Pero las organizaciones ecologistas pretenden litigar esas medidas en los tribunales y varios estados han puesto ya en marcha por su cuenta ambiciosos planes para hacer más sostenibles sus economías.

EMPLEO Y SOBERANÍA

Durante el discurso, Trump ha desglosado una larga lista de sectores que supuestamente se verían seriamente golpeados por la implementación del acuerdo y ha dicho que hubiera destruido millones de empleos, además de socavar la soberanía de EEUU. Ese es el credo que abanderan asesores como Steve Bannon o Scott Pruitt, el director de la Agencia de Protección Medioambiental, los dos principales defensores de la salida del Acuerdo de París.

La permanencia en el acuerdo tenía el apoyo de siete de cada 10 estadounidenses, según una reciente encuesta de Yale. Los demócratas no han tardado en condenar la decisión, llamada a dilapidar el liderazgo mundial de EEUU en materia de cambio climático. En un comunicado, el expresidente Barack Obama ha afirmado que la decisión equivale a “rechazar el futuro” y ha pedido a los estados, los ayuntamientos y la iniciativa privada que sigan trabajando para “proteger el futuro de las próximas generaciones”.