Un nuevo caso de desvío de fondos salpica a Fillon

El matrimonio Fillon, en el año 2016, en París.

El matrimonio Fillon, en el año 2016, en París.

EVA CANTÓN/PARÍS

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Acorralado por la sospecha de los empleos ficticios de su mujer, François Fillon se ha tenido que emplear a fondo este domingo para salir al paso de la polémica, relanzar la campaña electoral y animar a sus tropas, entre las que cunde el pánico a la derrota si el llamado ‘Penélopegate’ no se ataja a tiempo.

En un gran mitin en París al que, salvo el ex presidente Nicolas Sarkozy, acudió la plana mayor de Los Republicanos para arropar a su candidato a las elecciones presidenciales de mayo, Fillon ha defendido a su esposa y ha subrayado que ninguno de los dos tiene nada que esconder.

“Nuestra única cuenta bancaria está en el Crédit agricole de Sablé”, ha dicho ante un auditorio entregado. “No tengo miedo de nada. Tengo la piel dura. Si me quieren atacar que me ataquen directamente, pero que dejen a mi mujer tranquila”, ha proseguido.

Debilitado por la revelación que este miércoles hizo Le Canard Enchaîné sobre la contratación de su esposa como asistente parlamentaria, un nuevo caso de desvío de fondos podría avivar la tormenta en la que está atrapado quien hasta hace poco era el favorito para ocupar el Eliseo.

Según el diario digital Mediapart y Le Journal de Dimanche, Fillon se embolsó gracias a un opaco sistema de comisiones parte del dinero teóricamente reservado a la remuneración de los asistentes del Senado.

Los hechos se producen entre 2005 y 2007. En esa época Fillon era senador de Sarthe y recibió siete cheques por valor de 21.000 euros, correspondientes al remanente de unos créditos inicialmente destinados a los asistentes parlamentarios.

Los jueces sospechan que la asociación Unión Republicana del Senado (URS), vinculada a la UMP, hoy el partido ‘Los Republicanos’, gestionó un fondo con el que se pagaba discretamente a algunos parlamentarios.

REPARTO ENTRE SENADORES

El mecanismo era sencillo. Cada señoría tenía derecho a 7.000 euros para pagar a sus colaboradores, pero el dinero que no se gastaba iba a parar al fondo de la asociación y luego se repartía entre los senadores. Entre ellos el propio Fillon, que habría recibido un cheque trimestral con el remanente no gastado en pagar a los asistentes.

Aunque no se trata de grandes cantidades, la justicia abrió una investigación en el 2012 y, de momento, hay cinco imputados por desvío de fondos, tres de ellos senadores.

Dado que las pesquisas se centran en hechos posteriores al 2009, fecha en la que Fillon ya no era senador, el actual candidato de la derecha no está en el radar de los jueces.

Sin embargo, el asunto se suma al escándalo de los supuestos empleos ficticios de su esposa, Penélope Fillon, desvelado esta semana por Le Canard Enchaîné que está en manos la Fiscalía. Para alguien que ha hecho bandera de la honestidad, la integridad y la transparencia, el daño político es irreparable.

En el partido conservador han saltado todas las alarmas ante un escenario imprevisto que arroja dudas sobre la propia candidatura de Fillon, pero el líder de Los Republicanos ha dejado claro en el mitin de este domingo que no se dejará intimidar.

Durante su intervención desgranó su programa político, eliminando cuidadosamente los aspectos más impopulares de su ideario económico, como el drástico recorte sanitario o la eliminación de medio millón de puestos de funcionarios.

Un mensaje muy alejado de la sangre, sudor y lágrimas que prometía hace unos meses.  Señal de que el pánico se apodera de ‘Los Republicanos’.  “Estas elecciones eran imposibles de perder y hemos logrado la hazaña de que la derrota sea posible”, resumía un diputado en Le Journal de Dimanche.

En el mismo diario, Fillon declaraba en una entrevista ser víctima de un complot, un argumento familiar en otro destacado líder conservador llamado Nicolas Sarkozy.