Ted, el sucio

Los senadores Ted Cruz (izquierda) y Marco Rubio, durante el debate de candidatos republicanos, anoche en Des Moines.

Los senadores Ted Cruz (izquierda) y Marco Rubio, durante el debate de candidatos republicanos, anoche en Des Moines. / JDA KS

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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En los mítines de Ted Cruz, el senador tejano de origen cubano y adalid del Tea Party en Washington y en la carrera por la nominación presidencial del Partido Republicano aparece frente a un cartel con su eslogan que reza 'TrusTed', un juego de palabras con su nombre y "confianza". Su campaña, no obstante, despierta cualquier cosa menos esa sensación. De hecho, antes de los caucus republicanos que se celebran este martes en Nevada, donde Donald Trump parte otra vez como favorito, Cruz lucha por sacurdirse sambenitos mucho menos favorables, como el de "mentiroso" e "irresponsable", sombras que están precisamente beneficiando a Marco Rubio, la víctima de muchos de sus ataques.

Los fantasmas de tretas sucias de campaña merodean sobre la de Cruz desde Iowa, donde hasta el secretario de Estado recriminó a su organización que enviara documentación por correo en la que usaban prácticamente la coacciónusaban prácticamente la coacción para animar a ir a votar (venían a decir a quien recibía el documento que se sabía si había votado o no antes y que se sabría si lo hacía esta vez. La amenaza venía vestida, además, bajo un formato que lo hacía parecer un documento oficial del estado). En Iowa, donde Cruz acabó ganando, su equipo y sus voluntarios usaron además una información de CNN para propagar el rumor de que Ben Carson había abandonado la carrera, sin importarles que la propia cadena tardara solo un minuto en corregir su información original equivocada (el neurocirujano negro, aunque pueda parecer incomprensible, sigue en la lucha).

En el primero de los casos, Cruz no hizo ningún acto de contricción ("No pediré perdón a nadie por usar todas las herramientas que podamos para animar a los votantes a ir a votar", dijo entonces). En el de Carson, intentó una disculpa pública en uno de los debates pero no convenció ni al propio afectado ni a nadie, especialmente porque intentó seguir atribuyendo la culpa a la cadena CNN. Y la cruz de Cruz, la imagen de que la suya es una campaña sucia, siguió pesando.

RUEDAN CABEZAS

En los últimos días, esa cruz se ha hecho aún más grande y empieza a pasar factura y a cobrarse cabezas. La que rodó el lunes fue la de Rick Tyler, principal portavoz de Cruz, que fue despedido después de colgar el fin de semana en las redes sociales un vídeo en el que se acusaba a Rubio de haber dicho que la Biblia "no tiene todas las respuestas". En realidad, lo que Rubio le dijo a un miembro del equipo de Cruz en un hotel de Nevada fue todo lo contrario, pero Tyler se fio de (o prefirió dar por buena) una información errónea sobre ese intercambio que había aparecido en un periódico estudiantil.

Si hubiera sido el primer ataque a Rubio quizá el "grave error de juicio" de Tyler (como definió Cruz el motivo para despedirlo) habría quedado en eso, un error. Pero su campaña ya había tenido que retirar antes una foto en la que Rubio estrechaba la mano de Obama (por obra y magia del photoshop) y anuncios en los que se alteraron las posturas del joven senador de Florida sobre aborto e inmigración. "Ninguna mentira es demasiado grande para él ni ningún truco demasiado sucio", ha denunciado Alex Conant, director de comunicaciones de Rubio.

Cruz insiste en que llevará la campaña "con los parámetros más altos de dignidad" pero está perdiendo la batalla de la imagen y el porcentaje de quienes lo ven de forma desfavorable ha pasado del 21% de noviembre al 39% actual, según dos sondeos de Monmouth. Ha dado alas a ataques de Trump, que ya le ha llamado directamente "mentiroso" y hasta "enfermo". Y Rubio, mientras, sigue sumando apoyos (los últimos, 12 de congresistas, senadores y republicanos destacados a nivel estatal).