En las ondas griegas

La sede de la radiotelevisión pública griega bulle de actividad. El lunes, las siglas de la ERT se volvían a leer en el rótulo, tras la retirada de la N y la I de la NERIT, la corporación creada después de que el Gobierno conservador de Andonis Samarás decretase el abrupto cierre de la entidad. Y este jueves, justo dos años después, el logotipo de la ERT volverá a aparecer también en las ondas.

Para muchos de los empleados que vuelven oficialmente al trabajo este jueves, la batalla ha sido ardua. La tarde del 11 de junio del 2013 les llegó de improviso la noticia de que el ente --calificado entonces por Samarás de «nido de despilfarro»-- cerraba sus puertas, dentro del paquete de ajustes y reformas pactados con la troika. Miles de ciudadanos se congregaron en señal de protesta. El cierre de la ERT desencadenó la escisión de la delicada coalición de Gobierno con la salida de Izquierda Democrática.

«Somos bastante optimistas, porque Syriza ha apoyado nuestra causa. Pero siempre mantenemos una postura crítica», cuenta Babis Kokosis, uno de los trabajadores que se negaron a dejar de emitir y que, tras ser desalojados de la sede, continuaron su labor desde instalaciones improvisadas. El veterano periodista considera necesario que se les escuche a la hora de reorganizar el ente, «de manera que la televisión pública cumpla al máximo su papel».

De los 2.600 trabajadores que había cuando el cierre, unos 500 continuaron con las emisiones, financiadas con aportaciones solidarias y, en muchos casos, con las propias indemnizaciones. Otros 400 pasaron a trabajar en NERIT, el ente reducido creado por el Ejecutivo, muy criticado por la falta de transparencia del proceso de contratación. Unos 1.700 trabajadores han reclamado sus puestos de trabajo.

PROMESA ELECTORAL

Con la reapertura, el Ejecutivo de Syriza ha cumplido una de sus principales promesas electorales. La reinstauración de los tres canales de televisión y de una veintena de emisoras de radio no es considerada por el Ejecutivo una «acción unilateral» que pueda molestar a sus acreedores internacionales. No en vano, el ministro de Estado Nikos Papás recalcaba que los 190 millones de euros anuales --recaudados con la cuota de tres euros al mes que pagan los televidentes-- son más que suficiente para financiar la ERT.

Hará falta un año para implementar cambios en la estructura y modernizar la entidad, prevé ahora Kokosis. «No debe de haber lazos directos con el Ejecutivo de turno, sino que tiene que ser un servicio público independiente», subraya.