CRÍTICAS A LA PROBABLE CANDIDATA A LA CASA BLANCA
Los correos de Hillary
La exsecretaria de Estado utilizó una cuenta personal, algo prohibido por ley, durante sus años en la Administración La revelación periodística despierta numerosos interrogantes éticos
Hillary Clinton todavía no ha anunciado oficialmente su candidatura a las presidenciales del 2016 pero, cuando lo haga, sus rivales tendrán suficiente material para cuestionar potenciales conflictos de intereses y dudosos comportamientos éticos. No solo ha cobrado suculentas tarifas de la industria del petróleo o de bancos de inversión a cambio de sus discursos o ha permitido que la Fundación Bill, Hillary y Chelsea Clinton recibiera donaciones millonarias de gobiernos extranjeros con los que ella misma tuvo que negociar. Ahora acaba de conocerse que durante su etapa de secretaria de Estado, uso únicamente una dirección de correo privada para dirimir asuntos públicos.
Las leyes federales obligan a los funcionarios a utilizar la dirección corporativa porque todos los correos y cartas recibidas se consideran propiedad del Gobierno. Sus registros se almacenan para que puedan ser utilizados por los comités del Congreso, los historiadores o la prensa, salvo aquellos que incluyan información clasificada. Pero según publicó ayer The New York Times, Hillary no tuvo nunca una cuenta coporativa del Departamento de Estado durante los cuatro años que estuvo al frente. Y sus ayudantes no guardaron sus correos privados en los archivos, como exige la ley.
«No puedo recordar ningún otro caso durante mis años en los Archivos Nacionales en que un alto cargo de una rama ejecutiva usara solamente su cuenta de correo personal para las lidiar con los asuntos del Gobierno», le dijo al rotativo neoyorkino Jason Baron, un abogado que fue director de litigios en los Archivos Nacionales.
Incidente en Bengasi
Nadie se dio cuenta del comportamiento de Hillary hasta que un comité de la Cámara de Representantes que investiga el asalto al consulado de Bengasi (Libia) en el 2012, pidió las comunicaciones que mantuvo aquellos días con sus asesores. Fue entonces cuando éstos entregaron 55.000 páginas de correos electrónicos al Departamento de Estado, que hizo un criba antes de enviárselos al comité. Aunque nadie ha acusado a Hillary de borrar correspondencia, el asunto pone en entredicho su buen juicio porque las cuentas personales son más vulnerables a ataques informáticos que las corporativas, generalmente encriptadas.
Pero también está sirviendo para reforzar una critica recurrente a los Clinton. La idea de que ambos son muy poco transparentes y actúan con secretismo en sus desempeños públicos. El comportamiento de Hillary contrasta con la decisión adoptada por Jeb Bush de hacer públicos los correos que envió y recibió cuando fue gobernador de Florida. Bush está llamado a ser su gran rival si ambos acaban confirmando su candidatura.
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