Yihadistas arrepentidos

Muchos jóvenes marroquís captados por el Estado Islámico para combatir en Siria arriesgan su vida escapando cuando descubren el engaño Al volver a su país les espera la cárcel

Documentación de uno de los retornados de Siria antes de ingresar en prisión.

Documentación de uno de los retornados de Siria antes de ingresar en prisión. / periodico

BEATRIZ MESA / CASTILLEJOS

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Había pasado más de un año y Ahmed, de 20 años, se sintió defraudado con la organización que le reclutó y envió a Siria para defender la causa de la liberación de las tierras musulmanas. «La enseñanza islámica que recibió en Castillejos (Fnidiq) antes de viajar, no correspondió luego con lo que vio en Siria. ¡Una mafia!», exclama su padre, Mohamed, a EL PERIÓDICO. Cuando su hijo llamó desde el bastión de los terroristas de Estado Islámico (EI), lo hizo llorando, desesperado y alarmado. Hace tres meses regresó a Marruecos.

La única vía para salir del refugio del EI en Siria es escapando. Y para ello, se necesitan contactos a los que pagar. Todo se mueve por y  para el dinero. El padre del yihadista arrepentido recurrió a los ahorros del taxi que conduce y vendió los brazaletes de oro de su mujer para sufragar los gastos de los billetes de avión que tomarían un hermano suyo y un amigo. «Ha sido lo mejor que he podido hacer: rescatar a mi hijo que me llamó suplicándome que le salvara. Mi intención era eliminarle del libro de familia tras dejarse engatusar por esa gentuza».

Cinco años de cárcel

Los enviados de Mohamed tomaron un vuelo a Turquía y aguardaron el regreso de Siria del yihadista arrepentido, que muerto de miedo escapó en un vehículo todoterreno junto a otros chicos. Durante la huida, recibió un disparo en el hombro izquierdo. Y hasta que no alcanzó la frontera con Turquía, no ingresó en un hospital. Por fin, en Estambul, se reencontró con sus familiares, se presentó en la embajada marroquí y de allí fue enviado directo a la cárcel. Las autoridades marroquís consideran que ejerció funciones de líder yihadista en Siria y eso se castiga con cinco años de prisión.

«Hay muchas familias que me llaman para que les diga cómo he traído a mi hijo, pero no todos los muchachos están convencidos de retornar», explica Mohamed, a quien también el Estado Islámico intentó reclutar: «Me propusieron captar a jóvenes, y no solo me intentaron convencer con dinero, sino también garantizándome que me iría al paraíso y que me podría llevar a 20 de mis familiares. Yo sí soy capaz de apartarme de esa gente, pero los chicos son débiles y como no entienden, les siguen», añade.

En la parada de taxis de Castillos, no se habla de otra cosa: «El hijo de aquel ha vuelto de Siria; el otro ha muerto en combates…».

Esta ciudad a los pies de Ceuta, que cuenta con una población de 90.000 habitantes, ha sido de las más golpeadas por las redes de proselitismo. Más de 100 jóvenes han sido embaucados por los yihadistas sirios. La mayoría se dedicaba al tráfico de hachís y al contrabando, por lo que sí disponían de una cierta capacidad económica.

Sin embargo, la fuerza moral y del discurso político-religioso de los dinamizadores es tal que «muchos jóvenes sienten la necesidad de cubrir su vacío espiritual y su vulnerabilidad, lo que hace fácil el reclutamiento, con mensajes conmovedores de tipo religioso», explica Fadel, el padre de Fátima, una mujer que  corrió a la desesperada para salvar a su marido del Estado Islámico.

La hija de Fadel llevaba una vida absolutamente normal, como la de cualquier familia de clase media marroquí, pero todo cambió el día en que el marido de Fátima empezó a dejar muestras de su radicalización cambiando el vestuario y dejándose una barba larga, hasta que se marchó a Siria. Pues ni corta ni perezosa habló con una amiga en la misma situación, y las dos viajaron al centro de la yihad en búsqueda de sus maridos. Se reunieron con ellos y descubrieron el potencial del Estado Islámico: cuida a sus combatientes a cuerpo de rey. «Cuando no están en el frente llevan una vida en la que no les falta de nada» explica Fadel. « Comían muy bien y tenían de todo. De hecho, hay jóvenes que no quieren volver a su países de origen».

Los cuatro lograron escapar, salieron de Siria y regresaron a casa. Como ocurre en estos casos, los dos hombres fueron inmediatamente encarcelados por colaboración con el terrorismo: tres años de prisión para cada uno. Sin embargo, el hermano de la amiga de Fátima, un convencido yihadista, no quiso volver y murió en los combates hace unos días.