CAMBIOS EN LA ISLA CARIBEÑA

Jerga de bolsillo para ir por la Cuba de hoy

HUGO L. SÁNCHEZ

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Los cambios en la realidad cubana van teniendo su propio léxico que quizá no sobreviva mucho tiempo, pero hoy es imprescindible para tratar de entender algo de lo que pasa en la isla, sobre todo si se viene de fuera. De todos modos, incluso a los propios cubanos les cuesta entender algunos de los términos de esta jerga de bolsillo para moverse por La Habana de hoy.

 

Cuentapropista. Viene de Trabajador por Cuenta Propia, una figura aplicada por el Gobierno para referirse a los trabajadores privados o lo que en otras latitudes se conoce como iniciativa privada. Como en Cuba la oficialidad no conjuga con la palabra privado, se adoptó esa jerga para decir lo mismo sin mencionar al diablo. En un país donde el éxito es peor que el fracaso, los cuentapropistas deben andar con pies de plomo, no sea que les cierren el negocito familiar.

Buzo. Es el cuentapropista de los latones de basura, en los que se sumerge a bucear lo que sea. Pueden ser latas vacías de cerveza, botellas o todo lo que se pueda reciclar para ganar algo. Su horario laboral es más bien nocturno, aunque los hay de hábitos diurnos. También es un ejemplo de los nuevos tiempos, no solo porque las autoridades no recogen los desperdicios y las lomas de basura ya han pasado a ser parte del paisaje urbano, que ha fijado alianza con la desidia, sino porque los contenedores más codiciados son los de las barriadas de personas pudientes.

Jinetera. Se quiere decir que viene de ginnette, palabra importada de Québec, en Canadá, el país más emisor de turistas a Cuba, pero es algo que suena como traído por los pelos. En esencia son trabajadoras por cuenta propia que utilizan sus cuerpos como materia prima, es decir, prostitutas que no son reconocidas por las autoridades aunque el código penal sí sanciona a los proxenetas y a quienes presten sus casas como prostíbulos. Eso suena raro: ¿cómo puede haber proxenetas y prostíbulos sin prostitutas? Si las detienen, las castigan por acoso a los turistas, desorden público, etcétera.

Pinguero. Viene siendo lo mismo que jinetera, pero del otro género, es decir, prostituto. La palabra tiene su base en pinga, la forma más vulgar de referirse al órgano sexual masculino. Esta práctica es más dada a la relación homosexual. Al igual que las jineteras, tienen sus áreas de trabajo en la ciudad, adonde se les puede ir a ver para contratar sus servicios, pero van variando para escapar del control policial.

Yuma. Se le llama así a quien proviene sobre todo de Estados Unidos, aunque se puede aplicar a cualquier extranjero o cubanoamericano, cada vez más abundantes. Comportarse como un yuma puede ser especular con que se tiene dinero, buen nivel de vida y se está por encima de los demás. «Hazte el yuma», se suele escuchar frecuentemente.

BÚSQUEDA. Palabra que define a la corrupción. La pregunta «¿hay búsqueda?» en esencia quiere decir si hay algo que robar, alguna forma de obtener dinero por debajo, un soborno. Como el salario es insuficiente (el Gobierno hace como que paga y los cubanos hacemos como que trabajamos), antes de empezar a laborar en algún lugar, lo primero que hay que saber es eso, si hay búsqueda: alimentos, gasolina, papel... todo aquello que se pueda sustraer y encuentre un sitio en el mercado negro, bolsa negra para los nacionales. Con las reformas emprendidas por Raúl Castro, un cubano puede ir a hospedarse a un hotel, comprar una casa o un coche, salir del país, tener un móvil... pero todo con el salario anterior a estos cambios. Entonces se incentivan las búsquedas.

Fula. Se refiere al dólar y, por antonomasia, a cualquier divisa fuerte. Viene de fulastre, que en el cubano coloquial quiere decir alguien en quien no se puede confiar. La acepción procede de cuando era penado por la ley tener dólares encima. Tener fula quiere decir contar con dinero. También, a juzgar por el contexto, ser fula significaría ser malo aunque la expresión «eso está fula» lo mismo quiere decir bueno que malo, según la forma de entonación y la expresión que se emplee.

Paladar. Son los restaurantes familiares, uno de los empleos cuentapropistas de mayor fuerza y presencia, más en La Habana y en los centros turísticos. Proviene del nombre de una empresa de cátering de una telenovela brasileña, Vale todo, que se pasó hace años, a inicios de la década de los 90, cuando más fuerte era el Periodo Especial en Tiempos de Paz, dejando entrever que vendría otro peor aún, el de Tiempos de Guerra. Esto de especial es un término eufemístico, como millones, más trabajados con talento por el aparato de propaganda del Partido Comunista, para definir un momento marcado por la caída del Muro de Berlín y la entrada de la isla en un estado de inanición. Eufemístico porque de especial no tenía nada, como no fuera especialmente pésimo. Cuando se dice «vamos a un paladar» quiere decirse que se va a un restaurante privado, lo que se contrapone con los establecimientos estatales de mal trato, servicio, calidad... y todo lo demás que se pueda pensar.

Luchador. Sirve para definir a los cuentapropistas, pero mayormente lo utiliza todo aquel que quiere dejar claro que está luchando por sobrevivir lo mejor posible. «Aquí, en la lucha», por ejemplo, es una frase de uso común. Un buzo es un luchador.

Categuria. Viene de otra telenovela, a las que los cubanos somos adictos. Esta es la brasileña Paraíso tropical, que se pasa ahora, y la dice una de las protagonistas, Bebel, que ha resultado ser el personaje más seguido aquí. Bebel hace la calle, es una prostituta que se las quiere dar de fina y por eso dice «categuria», cuando en realidad es «categoría».

A la mailó. Es decir, «a la my love», que se traduce como a mí aire, como quiero estar, suave, rico, tranquilo, que todo me resbale, sin coger lucha... Para un país aquejado de urgencias oficiales orientadas a ejecutar obras, planes, metas que no llegaban a sitio alguno y se perdían en las consignas, siempre abundantísimas, la frase viene siendo un alivio, una defensa ante el acoso de la nomenclatura. Aseguran los jóvenes, dueños de ella, que tiene su origen en una canción que alterna el inglés con el español, avance de lo que nos va a llegar en oleadas. Sustituyó a otra, ya en desuso: «Cágate en la noticia».

Botero, rutero. Son más o menos sinónimos. Se trata de taxis privados que van boteando, es decir, tomando pasaje de aquí y de allá, por la vía o van por una ruta fija, de ahí rutero, de un punto a otro, sin variar el recorrido que suele ser por avenidas concurridas. Como el transporte público estatal es casi inexistente, cuando no una burla, y ahora que se les permite trabajar por cuenta propia, proliferan.

Almendrón. Automóvil clásico del botero o del rutero. Es un coche estadounidense de los años 50 o incluso anterior, que toma su nombre de la forma almendrada que tiene la carrocería.

De a-fuera. Bueno, es «de afuera», pero la separación se hace para acentuar, dejar en claro que no es de la isla sino que viene de afuera. La expresión la puso de moda un personaje andrógino de un programa humorístico de la televisión, Deja que yo te cuente, que ya no se emite, pero la frase ha quedado con fuerza en el habla popular. Lo que es «de a-fuera» es bueno, de calidad, apreciable.