niños y jóvenes a la sombra de la tragedia

"Sabemos que nos vigilan pero, ¿y qué? No nos importa"

Jessica Johnson, tras cubrir una protesta ecologista en Washington.

Jessica Johnson, tras cubrir una protesta ecologista en Washington.

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Si para muchos estadounidenses el 11-S y sus secuelas reforzó su patriotismo, a Jessica Johnson le empujó a ser más crítica y suspicaz con el mensaje oficial y los medios generalistas. «Pensé que la guerra contra el terror no tenía sentido. Miedo al ántrax, miedo al metro, cada día una cosa nueva. En cierto momento me dije, 'uf, hay que empezar a dudar, esto no cuadra'». Tampoco encajaron para ella las interpretaciones que sus profesoras de su colegio de monjas dieron a la masacre. «Que si esto es lo que el Señor quiere, que si es el preludio del fin de los tiempos...», dice frente a la Casa Blanca tras cubrir una protesta ecologista.

La obsesión por la seguridad ha sido, a su juicio, contraproducente. «Mi generación entiende la privacidad de forma diferente. Sabemos que nos vigilan continuamente, que nuestras cuentas en Facebook y Twitter están siendo escrutadas, pero, ¿y qué? No nos importa. Irónicamente damos también menos importancia a las alertas de seguridad». Johnson intenta abrirse camino como freelance, pero cree que los medios contribuyeron a alimentar el belicismo de la Administración de Bush. «Se creó esta ilusión de que somos una nación virtuosa y quien la critica es un traidor».

Pese al drama de las guerras de Afganistán e Irak, cree que buena parte del país todavía es incapaz de ponerse en la posición del otro. «Solo nos interesan nuestros muertos y los de nadie más. Es una actitud muy arrogante». A ella el 11-S le empujó a comprometerse política y socialmente, pero piensa que su generación es, «por regla general, demasiado autocomplaciente».