CRÓNICA DESDE KIOTO // JORDI Juste

Quimonos para todo el año

Dos niñas vistiendo un yukata.

Dos niñas vistiendo un yukata.

JORDI Juste

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El verano es, con toda seguridad, la mejor estación para ver por la calle a personas ataviadas con vestidos japoneses tradicionales. Especialmente, si se acude a una localidad en fiestas. Entonces, algunos hombres y muchísimas mujeres salen a la calle luciendo sus yukata, unos quimonos de algodón mucho más simples y baratos que los de seda, que se suelen reservar para ocasiones más formales.

Desde que Japón se abrió a Occidente en 1868, la indumentaria cotidiana de los japoneses se fue adaptando a las costumbres europeas y americanas. Primero fueron los militares y los políticos los que imitaron las formas extranjeras de vestir y, poco a poco, les siguió el resto de la población. La tendencia se aceleró tras la derrota en la segunda guerra mundial y la ocupación estadounidense. En el caso de las mujeres, su acceso masivo al mercado laboral en las últimas décadas les ha hecho adoptar definitivamente la ropa occidental. Sin embargo, los vestidos tradicionales no se abandonaron nunca totalmente y hoy son diversas las ocasiones en que se pueden ver usados con toda naturalidad.

A niños y niñas se les viste un suntuoso quimono en el shichigosan, una ceremonia sintoísta equiparable a la primera comunión. La mayoría de chicas visten también quimonos en la ceremonia en que celebran su mayoría de edad y en su graduación en la Universidad. A parte de estas ocasiones, es fácil ver a mujeres vistiendo quimonos en bodas, independientemente de si estas se celebran al estilo tradicional japonés o con la novia vestida de emperatriz Sisí en alguna de las capillas de cartón piedra con que cuentan casi todos los grandes hoteles. También es relativamente normal que aparezcan celebridades vistiendo quimonos en programas de televisión que no siempre tienen contenido folclórico.

Lo escrito vale para todo Japón, pero en Kioto no es necesario que ocurra nada muy especial para ver a mujeres con quimono. Una exposición de cerámica o un concierto son excusas suficientes para muchas mujeres para ponerse el vestido tradicional. Casi nunca dejan de ser una minoría, pero se hacen ver.

Hasta hace unas décadas los carísimos quimonos de seda eran la parte más importante del ajuar de una novia. Hoy en día, en cambio, muchas mujeres japonesas no tienen ninguno de esos vestidos en propiedad, así que no les queda más remedio que alquilarlos cuando se les presenta una ocasión para usarlos. En Kioto, además, hay tiendas a las que acuden turistas nacionales que quieren experimentar su visita a la antigua capital imperial vestidos a la antigua.

Los yukata se usan en todo el país en verano para ir a fiestas, pero también durante el resto del año en los balnearios para cubrirse entre baño y baño. Además, la mayoría de hoteles japoneses ponen cada día en las habitaciones un quimono de algodón para cada huésped como pijama. Para muchos turistas extranjeros, la tentación de llevárselos como recuerdo es tan fuerte que, en algunos casos, hay avisos para que no se haga o invitaciones a hacer una solicitud formal en la recepción.