ENTREVISTA CON EL AUTOR DE 'MONGO BLANCO'

Carlos Bardem: "La esclavitud ha mutado pero existe"

El escritor y actor publica una novela sobre el malagueño Pedro Blanco, uno de los grandes negreros del siglo XIX

zentauroepp48586320 barcelona 11 06 2019  icult carlos bardem en el hotel consta190611184156

zentauroepp48586320 barcelona 11 06 2019 icult carlos bardem en el hotel consta190611184156 / periodico

Luis Miguel Marco

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Si como escribe Carlos Bardem (Madrid, 1963) las historias son barcos y los lectores son su puerto, está de enhorabuena. Su nueva novela 'Mongo blanco' (Plaza & Janés) avista ya una tercera edición. Está calando hondo esta brutal historia sobre un personaje real, el malagueño Pedro Blanco, Mongo blanco, uno de los grandes negreros del siglo XIX. Hablamos con el autor y actor, hermano de Javier Bardem, cerca del barrio de Sant Gervasi de Barcelona, cerca de donde este personaje acabó sus días y donde tiene inicio la novela que marca a sangre como el látigo.

-Cinco años de trabajo, la mitad documentándose. Además de encontrar una historia silenciada, ha recuperado las voces de la época. ¿Ha sido lo más difícil?  

-Uno de los retos para mí era sumergir al lector en esa época y recuperar esas voces y ese lenguaje, darle el barroquismo, la ampulosidad del castellano del siglo XIX sin que eso se convirtiera en una barrera. He intentado hacer buena literatura histórica y estoy muy contento porque muchos lectores, a través de las redes, me están haciendo llegar sus comentarios y la están gozando a pesar de lo terrible que es. Yo la estoy volviendo a ver a través de los ojos de quienes la están leyendo.

-Hasta en África, he visto en su Twitter. 

-Uno de esos lectores es el director de cine Santiago Zannou, que está ahora trabajando en África. Me comentaba cómo resuena esta historia en su cabeza leyéndola en Costa de Marfil.

La vida de Pedro Blanco, que hizo fortura en Cuba traficando con esclavos procedentes de África, ya la había abordado el escritor Lino Novás Calvo en 'El negrero', el año 1933.

-Sí, primero me topé con el personaje y luego leí esta novela, que es una magnífica biografía, que devoré y acto seguido descarté para apartarme de ella lo más posible. Es una referencia, pero no abarca todas las épocas del personaje.

-¿Quiénes eran los mongos blancos?

-Fueron tres. El mongo John Ormond.  El mongo ChaCha Da Souza. Y Pedro Blanco, que aprendió de los errores de los otros dos y los superó en todo, en fuerza, en territorios bajo su control, en volumen de esclavos capturados y vendidos. Por eso también cuento estos días, siendo un símil inexacto, que Pedro Blanco fue el Pablo Escobar de la trata de esclavos, un tipo que amplió ese negocio hasta cotas que no se habían dado antes.

-Los conseguía por unos 20 dólares de la época y los podía vender por unos 350?

-Dependiendo de la edad, el sexo y la condición física hasta 450 al otro lado de la travesía. Los negros eran bienes muebles. Había anuncios en la prensa en la que se cambiaba una cocinera negra por una mesa y cuatro sillas. Ese es otro de los temas que abordo. ¿Cómo fue lícito que todo el mundo estuviera de acuerdo en la compra y venta de seres humanos?

-Porque era un negocio lucrativo que hizo mover el mundo.

-Y es curioso también porque cuando pensamos en la esclavitud evocamos los campos de algodón del sur de Estados Unidos y series como 'Raíces' o películas como 'Doce años de esclavitud'. Pues tan grandes como los algodonales eran las plantaciones de caña de azúcar en Cuba y en Puerto Rico. Pero es que la esclavitud había calado tanto en la época que todo el mundo quería tener un esclavo. Un señor que tenía un colmado compraba un negro para que trabajara para él. Determinaba la actividad económica a todos los niveles y en todos los estratos sociales. Todas las expediciones de los negreros se financiaban con participaciones, muchas veces de gente muy común.

-Es un escritor muy sensorial. No se frenado con las tres eses: sangre, sudor y semen.

-Yo fui un gran lector de novelas de aventuras desde muy jovencito: Salgari, London, Melville, Conrad... siendo las suyas grandes historias eran un invento burgués apto para la juventud. Pero yo soy hijo también de HBO y de una época muy cínica y entonces ya no puedes echar el freno ante el horror o el sexo explícito. He procurado darle al lector la experiencia completa.  Los piratas y los negreros eran básicamente violadores. Las mujeres negras eran violadas sistemáticamente desde que las capturaban hasta que dejaban de ser deseables para sus dueños. Cuando se ha visto lanzar bombas atómicas sobre población civil no puedes dejar de narrar la crueldad humana. Las cosas hay que contarlas como eran.

-Y como son. ¿O no existen actualmente otras formas de esclavitud?

-El del tráfico de subsaharianos en el Mediterráneo. La gente que intenta llegar en pateras son esclavizados ya en África por las mafias. Y Europa aparta la vista, vuelve la espalda a este espectáculo desagradable. Es responsabilidad nuestra alertar de que la esclavitud existe, que no ha desaparecido, que ha mutado, que hay otras formas de esclavitud y la tenemos en nuestras propias ciudades. Yo vengo explicando estos días cuál es la deficinión de esclavo. Es la persona que carece de derechos, el más evidente es el de la libertad. Vivimos en una sociedad donde la única revolución que ha triunfado es la neoliberal capitalista en una deriva que lleva al recorte de derechos, cada vez más numerosos y profundos. Bien, pues eso es una forma de protoesclavismo. 

-¿Cómo ha podido de alguna forma empatizar con la bestia?

-Ahí influye mucho mi formación como actor y los muchos personajes que me toca hacer de malvado. Cuando tú quieres dotar de complejidad a un personaje lo que no puedes hacer nunca es juzgarle. Yo no puedo arrastrar al lector durante 620 páginas para hablar solo de un ser depravado. Lo tienes que hacer humano. Tienes que mostrar sus contradicciones. Tienes que comprenderlo, que no es justificarlo. Todo el mundo tiene sus razones para hacer algo: aberrantes, monstruosas, erradas... Yo lo que he hecho es meterme en las cosmogonía del personaje, en los zapatos de este negrero al que he caracterizado como un hombre inteligente, que lo era, un buen marino, que también lo era, y un gran cínico. Y luego le he puesto un espejo delante, que el joven doctor Castells, que representa todo lo contrario: la bondad, el amor al prójimo, la filantropía y el sentido común del lector de hoy. Es el que le hace las preguntas: qué hiciste y por qué. 

- ¿Y qué discurso ha quedado para la historia?

-Eso es algo que me apasiona como licenciado en historia. La memoria, quién escribe el relato. El otro tema que me apasiona es la locura, el gran tema shakespiriano. La locura que todos hemos vislumbrado y afortunadamente no hemos caído en ella. Hay muchas lecturas en el libro. Está también el relato al modo de Sherazade, de quien va contando historias para evitar llegar al final.  

-También ha cambiado el punto de vista. Aquí no está en el esclavo, está en su verdugo.

-Yo tenía claro que ese tenía que ser el punto de vista, porque hay mucho escrito y filmado desde ese otro punto de vista. ¿Qué pensaban los que esclavizaban? Yo quería meterme en la cabeza de un tipo que cometía estas atrocidades y era muy buen es eso. Yo creo que los escritores, o al menos yo, escribimos sobre las cosas que no entendemos, que nos obsesionan, que nos plantean dudas. Y es que cada época tiene sus monstruos necesarios. Las mayores atrocidades, como fueron el genocidio nazi o en este caso la trata de esclavos, numéricamente mucho más importante, se pudieron realizar gracias a la participación de millones de personas que encontraron una justificación a esos actos deleznables. Y ninguno parecía sentir remordimiento alguno.

-Pedro Blanco era un monstruo. Pero no fue desde luego el único.

-Uno de sus socios era el arzobispo de Toledo, que dedicaba parte de las riendas del arzobispado en comprar negros en África y mandarlos a Cuba con la reflexión de que allí vivirían mejor bautizados que como paganos en sus junglas. Investigando en La Habana he encontrado verdaderas joyas para entender cómo era aquella sociedad. Siempre he pensado que las grandes historias están en la Historia con mayúsculas. 

-¿Y esta novela llegará a verse en imágenes, como 'Alacrán enamorado'?

-Veremos. Está opcionada por los hermanos Sánchez Cabezudo ('Crematorio', 'La zona') para hacer, espero, una muy buena serie porque en una película no cabría.

-Que preparen presupuesto para producción.

-En eso están. En ver si consiguen levantarlo. Ahora están entrando muchas plataformas y parece que hay posibilidad de hacerlo. Sería recuparar una parte de nuestra historia que se nos ha escamoteado como otras tantas. En este caso está claro el porqué: en la trata de esclavos estaban metidas muchas de las grandes familias e instituciones, empezando por la familia real, porque la mayor propietaria de esclavos del siglo XIX en España fue la reina regente María Cristina de Borbón.