UNA TRADICIÓN A PRESERVAR

La 65ª edición de la Fira d'Espàrrecs de Gavà pone el foco en el público más joven

El cultivo del espárrago, símbolo identitario de la ciudad, está ahora en manos de las nuevas generaciones

Bruguers Codinach y su padre, Joan Codinach, reciben el premio al mejor lote de espárragos de la Fira d'Espàrrecs 2018

Bruguers Codinach y su padre, Joan Codinach, reciben el premio al mejor lote de espárragos de la Fira d'Espàrrecs 2018 / Aitana Glasser / El Periódico

Aitana Glasser / El Periódico

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Resulta anecdótico que el lote de espárragos ganador de esta 65ª edición de la Fira d’Espàrrecs de Gavà haya sido el de una joven llamada Bruguers. Qué hay más gavanense que llamarse así, y qué hay más gavanense que la tradición esparraguera. Casualidad digna de estar preparada, reconocía al recoger el premio que, en realidad, era su padre, Joan Codinach, el verdadero merecedor del reconocimiento, pues es quien realmente ha trabajado en la elaboración de los manojos.

Y es que si algo caracteriza a esta feria y a la cultura payesa de Gavà es, precisamente, la tradición familiar. Simplemente dando un paseo por la Muestra Agrícola, ubicada este año en el pabellón Jacme March, cualquiera puede percatarse de ello. La mayoría de paneras, divididas en tipologías –de semillas, artísticas o de verduras/productos del campo-, están firmadas por gavanenses cuyos apellidos se repiten o incluso por familias enteras, que participan casi cada año.

Porque desde siempre, la ciudad de Gavà se ha asociado a la tradición payesa y al trabajo en el campo. Una costumbre de la que vivían antiguamente familias enteras y que sigue existiendo actualmente, aunque de forma bien distinta.

“Hace más de 70 años, un payés de Gavà trajo los plantones de Francia hasta aquí y se empezó entonces a cultivar el espárrago. Les Sorres de Gavà –zona del municipio donde se cultivan los espárragos- son muy adecuadas para su cultivo, lo que hizo que se fuera generalizando. La mano de obra era muy barata y se ganaba mucho dinero con ello, lo que hacía que las familias de payeses esperaran la época de espárragos para generar ahorros”, explica Joan Codinach.

Del mismo modo creció Juan Antonio Hernández Colomé, que sigue la tradición payesa y esparraguera que se ha inculcado en su familia generación tras generación y que hoy vende sus productos en el Mercat del Camp de la feria. “De toda la vida, con mis abuelos, mis padres y con toda la familia he estado haciendo espárragos. Por eso precisamente es por lo que aguanta la feria: es una tradición, es la fiesta de todos los payeses. Mi padre tiene 84 años y sigue haciendo espárragos para la feria”, asegura.

El espárrago forma parte de la identidad de la ciudad y la celebración que acoge año tras año así lo demuestra. Pero como toda tradición, su supervivencia depende de la gente y, sobre todo, de la implicación de las nuevas generaciones. Y ahí reside precisamente una de las principales preocupaciones del pueblo, de las asociaciones y del propio consistorio.

La necesidad de perpetuar la tradición

Sólo con situarse en la cola que se forma el sábado a las 11 de la mañana ante el pabellón, previa inauguración del certamen, se puede observar que la media de edad de los asistentes no es precisamente baja. Algo que se confirma dándose una vuelta poco más tarde por su interior. La mayoría de los presentes es gente mayor, que viene por tradición y costumbre.

Se podría pensar que quizá es porque es el primer día, o porque es demasiado pronto. No lo cree así  Francisco, vecino de Gavà y un habitual de la Fira desde sus inicios. Asegura que poco tiene que ver con eso; “no sólo es por la hora, yo cada vez veo menos gente en la muestra, además, sólo tienes que fijarte en la gente: ¿Cuánta gente mayor hay? ¿cuántos son jóvenes? Muy pocos. Ya no interesa como nos interesaba antes”.

En parte tiene razón. Encontrar ahora mismo a jóvenes que no vengan incitados por sus familiares es difícil. En cambio, si nos trasladamos a la Plaza de Jaume Balmes, donde se ubica la sección GastróGavà, sí encontramos a muchos de estos jóvenes disfrutando de las tapas y las muestras de vino que se ofrecen.

Las novedades

Con la intención de llamar la atención de los más jóvenes, este año se han incluido en la feria una serie de iniciativas. Una de ellas es <strong>potenciar la muestra gastronómica, que <a href="https://www.elperiodico.com/es/gava/20180426/gastrogava18-llega-a-su-quinta-edicion-con-record-de-participantes-6786326" target="_self">celebra su 5ª edición con récord participación</a></strong>: 18 restaurantes de la ciudad ofrecen a los visitantes platos con el espárrago como protagonista. Además, este año se añaden los ‘show cooking’ de cocineros gavanenses y la muestra de vinos de bodegas de la ciudad. También se han añadido dos escenarios, en los que se celebrarán actuaciones y un concierto nocturno orientado al público joven. 

Las novedades con las que ha contado la Fira, que para algunos pueden parecer algo ‘alejado’ de sus orígenes, nacen para otros de una necesidad de involucrar a la juventud en la celebración y tradición del evento.  

Aunque defiende la necesidad de reivindicar el papel de la agricultura en la ciudad, Juan Antonio es consciente de esta necesidad de renovación. “Los restauradores del pueblo ayudan a darle un poco de “vidilla” a la feria. Además, cada vez hay más novedades y se va modernizando sin perder de vista lo que es la feria, una tradición que debe conservarse como tal, sobre todo la muestra de productos y de artesanía hecha con verduras, que es lo que realmente no puedes encontrar en otro sitio”.

Para Ángela, sin embargo, es una forma de perder, en cierto modo, “la esencia de la feria”. A sus 85 años, recuerda cómo en sus inicios la feria se emplazaba en la Rambla de Gavà, centro neurálgico del pueblo, que se llenaba de payeses ofreciendo a los vecinos los productos recién traídos del campo, todo acompañado de muestras de vehículos y demás productos agrícolas.

Hoy, los tractores –algunos presentes- han dado paso a una muestra de automoción que ocupa casi toda la calle de Sant Pere. Automóviles de grandes marcas han sustituido a los antiguos vehículos agrícolas y ya es posible comprar incluso ropa o un sofá en la muestra comercial emplazada junto al pabellón.

El futuro del cultivo del espárrago

Es domingo por la tarde y comerciantes y payeses ya empiezan a hacer balance. Coinciden en que la participación ha estado en la línea de años anteriores, algo que confirmarían más tarde las cifras oficiales del Ayuntamiento: más de 30.000 participantes -5.000 menos que el año pasado-. Si bien la lluvia ha entorpecido el día y ha hecho que por la mañana la asistencia sea más bien baja, por la tarde el ambiente ha vuelto a animarse y dejará un buen sabor de boca.

Sin embargo, y aunque en líneas generales el certamen siga siendo bien acogido por los gavanenses, hay algo en lo que coinciden los payeses. Aunque la feria llama la atención, la agricultura, el campesinado y, sobre todo, el cultivo del espárrago, no lo hacen tanto. Es un trabajo laborioso, al que deben dedicarse esfuerzos personales y económicos que las familias ya no están dispuestas a asumir.

“Poco a poco, la mano de obra se ha ido haciendo más cara y han aparecido nuevos problemas en la producción. Antes una esparraguera te aguantaba 20 años, ahora apenas 5 o 6”, por eso precisamente “es por lo que se ha ido dejando de cultivar espárrago, por lo costoso de la producción”, asegura Joan.

“La tradición del espárrago es muy complicada y cada vez hay menos payeses jóvenes. Es un producto que debes conrear todo el año para un solo mes de producción y la gente cree que es caro y cuesta que dé beneficios. Por eso cada vez se hacen menos espárragos, aunque se intente mantener la tradición”, añade Juan Antonio.

Ambos coinciden en la importancia de la feria para potenciar y promocionar el cultivo del espárrago y devolverle el protagonismo histórico que merece. “Estaba prácticamente perdido, pero gracias a la feria y a la ayuda del ayuntamiento –quien proporciona a los payeses los plantones, lo más costoso económicamente de toda la producción-, se sigue produciendo”, reconoce Joan. “Antes un payés podía tener 3.000 metros cuadrados de esparraguera, ahora apenas tiene 500, pero con esos 500 participa en la feria”.

Los campesinos hacen un gran esfuerzo por proteger la tradición y para que la feria siga celebrándose cada año “intentamos no perder la tradición y por eso sembramos, muchas veces de cara a la feria y a la tradición de todo un pueblo y de la ‘pagesia’ gavanense”.

El entusiasmo de los payeses, la tradición de las familias, la participación ciudadana y la ayuda de las instituciones son elementos indispensables para que la feria siga celebrándose y Gavà siga siendo un referente en el cultivo del espárrago. La Fira de l’Espàrrec es una muestra clara de que cualquier tradición, aunque renovada y adaptada a los nuevos tiempos, puede preservarse siempre que jóvenes como Bruguers quieran involucrarse y vivirla desde dentro.

Más noticias de Gavà en la edición local de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA