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Un recorrido en un bus lleno de turistas el día de Navidad

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cmarquez34135617 barcelona barcelon s 3 06 2016 sociedad 160621191127 / DANNY CAMINAL

El día de Navidad, al ir a comer a casa de mis padres, nos montamos en la línea 24 de bus. Subimos al principio, en la calle de Aldana, junto a otras 4 personas. Todo iba según lo previsto. Empiezan a subir entre las paradas de las plazas de Universitat y Catalunya familias de turistas con 4 o 6 individuos que compran billetes sencillos, pero desde la parada de la Aragón, frente a la casa Batlló se desmadra de grupos numerosos de turistas japoneses.

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El súmmum llega cuando delante de la parada del Palau Robert hay unos 70 japoneses en fila con su guía que les va hablando por un micrófono y todos llevaban un pinganillo para ir escuchando las explicaciones para desplazarse al Parc Güell.  Eso ya no era un autobús era una lata de sardinas, no se pasaba calor pero ya nadie podía subir. 

Escuchabas a criaturas llorar por el exceso de pasajeros y veías a personas mayores que deseaban para salir. Los pasajeros cercanos a las puertas tenían que bajar para dejar salir y volver a subirse. Solo se abrían puertas para bajar y los barceloneses que se desplazaban para la comida familiar navideña tenían que entrar desde Gran de Gràcia por las puertas del centro y de atrás del todo, además las paradas de la Travessera de Dalt estaban anuladas por las obras.

Recomendaría a TMB o al ayuntamiento que ante tal avalancha de turistas en un transporte tan ajustado como un autobús que no puede ser articulado al subir por la carretera del Carmel, que emprendieran las medidas necesarias para que los turistas se desplazaran en metro o en buses privados. Y más en días festivos señalados en que la frecuencia de paso es menor por haber menos servicios en la misma línea. O que en las horas punta, para llegar a las comidas familiares, hubiera más coches disponibles y volvieran a dejar los justos y necesarios.

Ha sido una travesía que recordaba a los trenes de la India, solo faltaba subirse arriba en el tejado del autobús. Esto es dar una mala imagen de Barcelona. Cuando he visitado otros países y sé que hay una festividad, los turistas nos hemos de adaptar a las normas de esa ciudad. El conductor tiene un gran problema para controlar al pasaje. Los espejos interiores no le sirven de nada y si la plataforma de subida está llena le anulan el ángulo de los espejos retrovisores exteriores. Hay coches en doble fila cargando paquetes de regalos o comida como en el bus. Prevean más estos problemas los directivos, escuchen a los trabajadores, son los entendidos en el tema y la experiencia es un grado. 

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