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"Pedro Sánchez, el político 'supermán'"

Los presidentes Pedro Sánchez y Pere Aragonès, en un acto de Foment del Treball en Barcelona

Los presidentes Pedro Sánchez y Pere Aragonès, en un acto de Foment del Treball en Barcelona / JOAN CORTADELLAS

César Carulla

Pedro Sánchez continúa dando muestras de ser el político con la mira más fina de toda España. Aunque le reconozco un error gravísimo, ni tan solo ese lo fue, pues va quedando claro de que a todo lo que apunta le acaba dando de lleno. En aquella ocasión, cuando decidió repetir elecciones y posteriormente se redujo su diferencia con Unidas Podemos, todo pareció un error de cálculo que brindó en bandeja la vicepresidencia a Iglesias, pero, visto lo visto, Iglesias no está, él sigue en el poder y, de no haber pasado aquello, no habría sido muy diferente.

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Anteriormente lo vimos resucitar (literalmente) desde lo más hondo de la suela del señor González, su escogida Susana Díaz y todo el peso de los barones más duros de entonces. Salió sin un rasguño, nada de tierra y con su sonrisa de Superman, llamando a todos a la calma, animando a aprender cordialidad y buenas formas, tanto internamente en su partido como cara al exterior.

No existen muchos que aguanten las formas en el Parlamento. Sánchez es uno de ellos, y eso es muy importante a la hora de valorar a un político, pues de todos es sabido que quien no se deja controlar por sus pasiones es más capaz de habitar la prudencia. Si le pongo una tacha es los resultados de Madrid, pero ya he dicho en otras ocasiones que aquello era un caso perdido de antemano; quizá por eso Superman quemó el cartucho Gabilondo. Ni por esas le pillo una mal.

Ahora se la juega con los indultos. Y como sabe que es un paso determinante, clave en el avance de la política española hacia el desenlace de su futura Constitución, esta vez sí hecha a medida de estos tiempos y de estas circunstancias y no de aquellas tan rancias y arcaicas de entonces (muy condicionadas por el hartazgo y al miedo), se asegura un éxito póstumo e irreversible. Y más aún: todo aquel que lo critica, una vez se demuestre que era lo correcto, quedará tachado de ignorante e incapacitado para gobernar, al menos una España plural como la que somos y queremos ser.

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