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Pedro Sánchez y el 'lugar de las calaveras'

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su intervención para hacer balance.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su intervención para hacer balance. / JOSE LUIS ROCA

Jesús Pichel

Fue una sorpresa que Sánchez ganara la moción de censura, con solo 84+1 escaños y, según afirma, sin negociar ni ceder nada con los partidos que le apoyaron. Y más sorpresa, si cabe, ha sido la formación de un gobierno compuesto por una mayoría relevante de ministras (once de las diecisiete carteras, dos tercios del gabinete, para ministerios de enorme peso político). Entre una y otra, también sorprendió que prometiera su cargo (como después también hicieron ministras y ministros) ante y sobre la Constitución, sin biblia ni crucifijo -como resaltó toda la prensa. Y a esta última me quiero referir.

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Entiendo que cause sorpresa y que se comente como novedad que prometiera su cargo sin símbolos religiosos, pero me cuesta entender que en un estado constitucionalmente aconfesional hayamos tenido que esperar cuarenta años para que un cargo público prometiera aconfesionalmente, sean las que sean sus creencias religiosas personales (que siempre son privadas). Sin duda es una novedad, pero lo reseñable debería ser la anomalía constitucional que suponían las promesas y juramentos sobre la biblia y la Constitución, y ante el crucifijo, por muy tradicionales que sean.

Tanto pesan en el imaginario español los símbolos religiosos (católicos, debería decir) que, para describir las dificultades que tendrá Sánchez durante su presidencia, a derecha e izquierda se ha utilizado la misma imagen: lo que le espera, en palabras tanto del enrabietado Hernando como del dolido Iglesias Turrión, es un calvario. Un calvario (el lugar de las calaveras), un gólgota (gol-go-a-tha, lugar de ejecución), que citan los cuatro evangelistas canónicos como lugar de la crucifixión de Cristo (el Mesías, el ungido, el elegido). Todo un ejemplo de transferencia freudiana.

Veremos qué pasa en los próximos meses entre el Gobierno y la oposición en el Parlamento y en los medios. Mientras, solo sabemos que Sánchez, como sus ministras y sus ministros, se ha comprometido a cumplir la Constitución pero no a hacer milagros.

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