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"Las manos de mi asistente me permiten hacer una vida rutinaria"

Discapacitados recibe  baño ante ola de calor

Discapacitados recibe baño ante ola de calor / EFE / Luis Tejido (Efe)

No es fácil entender el trabajo de un Asistente Personal sin ser dependiente. La vida es algo que se “usa” simplemente porque un día te parieron; disfrutarla aunque tus recursos físicos solo te permitan “administrar” la voluntad pagada de un asistente es complicado.

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La vida obligada a vivirla debe de ser el averno estando físicamente completo, 'obligada' a ser vivida 'roto', tan solo con la ayuda incondicional de la familia o introducido en una institución esperando que se acabe tu 'viaje' sin estorbar a nadie, es el infierno.

El Asistente Personal es la vuelta a la “vida normalizada”, dosificar tu voluntad aunque sea pagada es la fuerza mental que te distrae entre la muchedumbre, es la luz que atinas a encender al final de una pesadilla, es el aliento rutinario de un plácido paseo...

Sí, me tomo una cerveza, compro un obsequio, me afeito en vez de dejarme la barba para molestar menos... Son las bobadas que te meten en el hábito cotidiano después de tener cubierto todo lo imprescindible sin tener que “mendigar” pidiendo que alguien te lo haga. Un AP ha de ser el trabajador típico que, sin que se sienta humillado, debe entender que te presta sus manos para hacer rutinaria tu vida. Decido, luego soy libre.

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