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"Con mi madre no pudo"

Carro de la compra lleno de productos en un supermercado.

Carro de la compra lleno de productos en un supermercado. / REUTERS / STEFAN WERMUTH

Mi madre tiene complicaciones cardíacas. Algunas de sus arritmias le dejan el corazón casi parado, y en los últimos años tuvieron que darle varios 'chispazos', que básicamente consisten en intentar, mediante una descarga eléctrica, que el corazón vuelva a recuperar un ritmo de latidos normal. Desde junio de 2019 parecía que habían dado con la tecla adecuada y estaba recuperando su vida normal: paseos a buen ritmo, sin cansarse cada dos minutos, aguantaba de pie...

Cuando la pandemia pasó de ser "algo de la China" a convertirse en lo que nos quitaba el sueño, en mi familia todos pensamos en mi madre. Con lo bien que iba en su recuperación, el confinamiento en casa iba a ser un paso atrás. Eso pensábamos. Pero no fue así.

Mi madre se hizo una rutina en casa de entrenamiento. Hacía yoga con su nieta, pedaleaba media hora diaria en mi bici estática (por lo que tuve que buscarme otro perchero) mientras tatareaba canciones de Rocío Jurado o Joaquín Sabina, y aprovechaba cualquier rayo de sol para salir a la terraza (bendita terraza) a por un poco de vitamina D. Cuando dejaron salir a comprar, allí estaba mi madre, protegida como un liquidador de Chernobyl, empeñada en salir.

Por eso, mi mejor recuerdo de la pandemia es el de mi madre y cómo no se dejó doblegar por el desánimo. Evaluó el entorno, hostil, y le sacó el mejor provecho posible. Una lección de vida, otra más, de alguien con muchas, muchas, ganas de vivir.

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