Aún sigo recordando cuando mi hija me hizo una videollamada desde la clínica mostrándome a mi nieta, que acababa de nacer. No puede evitar soltar lágrimas de alegría, y pensé que, a pesar de la maldita pandemia de covid y las muertes que nos estaba trayendo, triunfaba la vida, que es el bien más preciado que tenemos.
Seguían naciendo bebés, y era un ejemplo de que la vida, a pesar de las adversidades que podamos afrontar, siempre prevalece. Aún me emociono al recordar ese día. No nos permitieron ir a la clínica por las restricciones que había, pero gracias a las tecnologías pude verla recién nacida, nunca podré olvidarlo. Encantada, Alexandra, de haberte conocido, te quiero.