Contenido de usuario Este contenido ha sido redactado por un usuario de El Periódico y revisado, antes de publicarse, por la redacción de El Periódico.

"La sobremedicación para mi bipolaridad me ha provocado una distonía"

Irene Sevilla Espí

Llevo más de dos años en el desierto, sí. Una brújula prestada y un buen informe médico han dado como fruto esta carta informativa-reflexiva de denuncia.

Entretodos

Publica una carta del lector

Escribe un 'post' para publicar en la edición impresa y en la web

A principios del año 2015 empecé con problemas de marcha, mi pie izquierdo parecía ir a su 'bola'. Desde entonces, mi aparato locomotor se ha ido desajustando día tras día; los síntomas de la enfermedad que ahora sé que tengo me han provocado que cada vez me vea más mermada en cuanto a calidad de vida. Todo esto se resume en una palabra: distonía. Sí, ahora lo sé y esto me ha dado más sosiego dentro de lo que supone un discapacidad física que, a mis 41 años, me ha dejado en silla de ruedas.

Esta historia empezó a fraguarse cuando apenas era una adolescente jovial y divertida. Me diagnosticaron bipolaridad cuando apenas contaba con 21 años, como consecuencia de un estrés al cubo debido a una situación laboral que me tenía, como se suele decir en el argot del boxeo, 'KO'. Me sobremedicaron y casi me anularon como persona. He llegado a probar un amplio espectro de psicofármacos, todos ellos muy bien recogidos y explicados en el Vademécum médico (no citaré ninguno de ellos).

Y como resultado, ¡tachín! (es siempre mejor tomarse la vida con humor)... Una distonía en toda regla que ha afectado a mi sistema nervioso central y se ha manifestado en movimientos involuntarios en la parte izquierda de mi cuerpo además una rotura de menisco en la rodilla que en teoría tenía en buen estado y por el que estoy en una lista de espera sin garantía de operación para poder caminar mejor.

No quiero demonizar la medicación para casos psiquiátricos graves, pero sí su sobreuso.

El cerebro, ese gran desconocido. ¿Os suena esta expresión? Pues bien, la rebelión de mi cerebro es lo que estoy yo padeciendo ahora. No puedo acabar esta carta sin antes alabar la tarea cotidiana de miles de profesionales sanitarios de nuestra sanidad pública que, pese a unos servicios saturados, dan lo mejor de ellos mismos cada día.

Sin más, se despide Irene, afectada por el temporal y infinitamente agradecida a a mi madre y mi hermana por su paciencia.

Por cierto, Carrie Fisher, allá donde estés, yo no sé si querría que mis cenizas las metieran en una urna con la forma de una pastilla. Con todo mi respeto por tu decisión.

 

 

 

Participaciones de loslectores

Másdebates