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Franco, París y la semilla del terror civil

Antoni Cisteró García

Ante los terribles hechos de París del pasado 13 de noviembre, surge la  reflexión sobre las barbaridades en el ámbito militar. Y en ello destaca la figura de quien el 20 de noviembre se cumplen 40 años de su muerte: Francisco Franco Bahamonde 40 años Francisco Franco Bahamondey sus compañeros de  golpe de Estado.

En efecto, desde tiempo inmemorial las guerras las hacían los soldados. Guiados por mandos a menudo a resguardo, eran los  militares los que morían en las batallas. Después, cuando éstas se  decantaban por uno de los bandos, sí que entraba en acción el terror  sobre los civiles. Se entraba a saco, se violaba o lo que hiciera falta. Era, por decirlo cínicamente, un derecho del vencedor.

¡Ah! Pero llegó una hornada de militares africanistas, habituados a  degüellos y salvajadas, y les surgió una gran idea: Si los soldados, en  las trincheras, están sufriendo por lo que pueda sucederles a sus  madres, esposas o hijos, ¿no lucharán con la misma fuerza?. Y así  empezaron los bombardeos de Guernika, Barcelona y, por descontado, Madrid.

Ya no era la criminal acción de Badajoz, donde se ametralló a  miles de personas, los vencidos, en la plaza de toros. Se trataba de  atemorizar a la población civil alejada del campo de batalla, antes de  dilucidarse esta. Tal filosofía culminó con los bombardeos, primero de  los nazis sobre Londres, y después, los de Berlín, Dresden y en  especial Hiroshima y Nagasaki. Para forzar la rendición, ya no se  trataba de vencer a un ejército, sino de aplastar una población inocente.,

Cabe hoy recordar las palabras del general Emilio Mola, en su  'Instrucción Reservada nº 5', de 19 de julio de 1936: "Es necesario  crear una atmósfera de terror, hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todo el que no piense como  nosotros. Tenemos que causar una gran impresión, todo aquel que sea  abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado".  Sí, muchos somos París, pero no olvidemos a los que colaboraron en  hacer germinar la semilla que ahora nos intoxica.

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