"Ya ha empezado mi horario laboral y estoy a una hora de distancia de mi oficina"

Escribo desde un autobús que hace mi recorrido habitual en tren de Rodalies, solo que ahora tardo media hora más en llegar, sin contar la parada de rigor en la estación de Renfe para ver si tengo la suerte de subir a un tren.

No se sabe bien cómo, pero las usuarias siempre acabamos pagando el pato de todos los problemas de este país y quien tiene la capacidad de ponerle solución está en un despacho café en mano, cuando los demás apenas hemos dormido ni desayunado debido al estrés de no saber si hoy llegaremos al trabajo y, si llegamos, a qué hora podremos salir para recoger a hijas e hijos, cuando no dispones de canguros. Además si eres usuaria exclusiva de Renfe, te encontrarás que este mes tu gasto se verá incrementado, ya que tienes que adquirir un abono de tarifa integrada, o un billete simple por un ojo de la cara (no aceptan el 'ojo', solo efectivo).

Supongamos que has cumplido la misión de llegar a tu destino y has vuelto viva, con un trayecto de, más o menos, entre cuatro y seis horas en total. Llega la hora de acostar a los pequeños y tienes tal nivel de estrés que solo te queda hacer acopio de lo que te quede de paciencia, si hay algo, enfadarte con todo lo que te rodea o sentarte y llorar porque mañana habrá más y peor.

Me despido desde el mismo autobús, porque obviamente hay tráfico, y ya dentro de mi horario laboral, aunque aún esté a una hora de distancia de mi oficina, sin contar la cola para solicitar justificante a Renfe y ya no hablemos de devolución 'express', que, de una forma u otra, seguro que en este caso no procede.

P.D: A quien lo lea desde el despacho café en mano: nuestro café se ha enfriado.