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El PP, un partido en el banquillo

Luis Bárcenas y Francisco Correa, durante el juicio del ’caso Gürtel’.

Luis Bárcenas y Francisco Correa, durante el juicio del ’caso Gürtel’. / EFE / CHEMA MOYA

Paralelamente a la cuestión catalana, en estos días las sedes judiciales no dan a basto para enjuiciar los múltiples casos de corrupción que afectan directamente al partido del Gobierno, el Partido Popular. Una vez disipada un tanto la espesa niebla del 'procés', vuelve a quedar al descubierto aquello que el PP ha intentado encubrir por todos los medios, amén de obstaculizar la justicia reiteradamente de forma vergonzosa.

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Desde hace unos días estamos asistiendo a una vista tras otra en la Audiencia Nacional, cuyos protagonistas principales no son otros que expesos pesados del PP, como Enrique Granados, Ana Mato, Rato, Bárcenas, etcétera, además de 'colaboradores necesarios' como Correa, Crespo o Álvaro Pérez, y otros empresarios de la trama organizada para delinquir. Los casos de la 'Gürtel', Púnica, Lezo, la caja b del PP, Bankia.., están ocupando la primera plana -ahora sí de nuevo- de la actualidad judicial. La primera pieza de la 'Gürtel' quedó vista para sentencia la pasada semana. Consecutivamente iremos conociendo una tras otra. Como vergonzosos son los audios que hemos escuchado últimamente de las conversaciones entre Eduardo Zaplana e Ignacio González.

El PP será el primer partido político en nuestra democracia en sentarse en el banquillo de los acusados, en este caso por destrucción de pruebas, es decir, por obstrucción a la justicia y corrupción. E indiciariamente, muchos datos apuntan directamente a Mariano Rajoy como beneficiario de la caja B de su partido, y bien haría, si aún le queda un gramo de dignidad -y por el bien de todos-, en presentar de una vez su dimisión como presidente del Gobierno. Por los temas de corrupción expuestos, por supuesto, pero también por su gestión -nula- desde hace años respecto a la cuestión catalana.

La honradez y la decencia, sobre todo en lo que se refiere a los políticos, no se tienen que pregonar a los cuatro vientos sino que deben demostrarse, tanto en el ejercicio público como en el privado, pues han de servir como referencia y ejemplo a la ciudadanía de transparencia y de buen hacer.

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