'Caso Innova': ¿Quién controla la relación entre médicos e industria del sector?

A medida que avanza el 'caso Innova'caso Innova', van surgiendo a la luz nuevos  imputados. Parece, siempre sin haber todavía sentencias condenatorias, que unos 50 médicos  -vinculados a diferentes centros públicos y  privados-  están imputados en la trama. Con independencia de que haya habido o no comisiones  ilegales, y con independencia también de que se hubieran implantado  con conocimiento de causa prótesis defectuosas  -hecho este, de  confirmarse, de extraordinaria gravedad-,  quizá ha llegado ya el  momento de regularizar y dignificar la relación médico / industria.

 Desde hace décadas y por diferentes causas las relaciones  entre los médicos y esa industria (fármacos, dispositivos médicos,  electromedicina...) quizá no haya sido todo lo transparente y digna que  la sociedad civil exige hoy. Sin que sirva de atenuante, o sí, cabe decir que desde inhile tempore la industria ha contribuido en gran  manera a financiar la formación continuada de los médicos, a través de  un relación directa y libre entre estos y aquella. De este modo, los  mecanismos de control quedaban supeditados a la deontología de los  profesionales y a la responsabilidad social de la industria; en otras  palabras, las direcciones hospitalarias quedaban al margen de esa  relación. Y quedaban al margen por propia voluntad, sabiendo que eso  ocurría  -de hecho, sigue ocurriendo. ¿Por qué no había mecanismos de  control? Porque así se contribuía a la formación de los  profesionales, en un largo contexto sanitario en donde los sueldos  siempre han sido bajos y las partidas presupuestarias para esa  formación muy bajas. Así, está institucionalizado que la industria  financie directamente tanto la asistencia de médicos a congresos como  la subvención global de los mismos; este firmante, por ejemplo, se ha  beneficiado varias veces de esa financiación. Y todos los congresos  médicos están subvencionados por la industria.

Ahora se descubre un supuesto caso de corrupción, el 'caso  Innova', relacionado con las prótesis defectuosas Traiber. Sin embargo,  por lo expuesto más arriba, habría que dilucidar si el caso  -que  afecta a médicos, gestores y proveedores-  ha de servir únicamente  para juzgar la implantación de prótesis defectuosas o ha de señalar un  punto de inflexión en las relación de la asistencia médica con la  industria proveedora. Creo yo, como ciudadano y como profesional, que  sería ya hora de regularizar y normativizar y, también, hacer más deontológica esa relación.