Club de Educación y Crianza de EL PERIÓDICO

En contra de los regalos de fin de curso a los profesores

  • Agradecer a los maestros su esfuerzo y dedicación es fundamental, pero hay muchas maneras de hacerlo que no son, precisamente, organizar un "detallito" en el chat del cole

Un profesor de música imparte una clase en un colegio de Barcelona.

Un profesor de música imparte una clase en un colegio de Barcelona. / Manu Mitru

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Olga Pereda
Olga Pereda

Periodista

Especialista en educación y crianza.

Escribe desde Madrid

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Por si no fuera poco la nula conciliación con el horario escolar reducido de junio y la búsqueda de un campamento veraniego asequible al bolsillo, ya tenemos aquí la otra gran brasa de final de curso en infantil y primeros años de primaria: el consabido mensaje en el chat del cole sobre el detallito para los profesores.

No falla. El mensaje aparece a principios de mes. “¿Os apetece que regalemos algo a las profes de los peques?”. La remitente (la experiencia demuestra que estos asuntos son siempre cosas de madres, especialmente las más motivadas) inicia el debate preguntando si a los demás les “apetece”. Pero, en realidad, lo que quiere decir es que sí, que venga, que vamos a tener un detallito con la maestra. Empieza la guerra.

Agradecer la labor de los profesores es fundamental. Es tan sencillo como asistir a las tutorías y dar las gracias

Repitamos todos juntos: no a los regalos a los profes. La pregunta no es ¿por qué no? sino ¿por qué sí? La docencia es una profesión absolutamente necesaria que, sin embargo, no goza del prestigio social que debería tener. Agradecer la labor de los profesores es fundamental. Es tan sencillo como asistir a las tutorías y dar las gracias, poner algún mensaje cómplice en la agenda de los alumnos, sonreír cuando las ves a la salida del cole y, sobre todo, no criticarlas en el chat. Si quieres ir más allá, siempre puedes encontrar un minuto para hablar con ellos y, sencillamente, mostrarles tu gratitud. O escribirles una pequeña nota.

La tendencia, sin embargo, no es esa sino el regalo comunitario. Cuando la madre motivada asoma la patita en el chat, genera cierta presión, que lleva a muchos a decir que se apuntan (sin quererlo realmente). Otras huyen del conflicto y optan por callar. No les parece buena idea, pero tampoco les apetece iniciar una guerra. Las más punkis, las más directas y las más malas madres, lanzan un mensaje tan directo como sincero: “No estoy a favor de los regalos”.

Si hay varios 'noes' y tienes la suerte de contar con madres y padres majos en el chat, la cosa no irá a mayores. Si la mayoría apuesta por el regalo, se empezará a confeccionar una lista dentro del propio chat. Alguien comprará el consabido detalle y el día de final de curso, los niños dejarán muy claro al profesor qué familia ha participado y cuál no.

Tipos de regalos

Los regalos son un mundo. Los más sencillos no pasan de alguna manualidad confeccionada a varias manos. Las madres y los padres son seres que piensan que sus hijos son divinos y tienden a creer que cualquier monada que hagan con sus manos es una obra de arte. ¿De verdad las profesoras van a guardar en sus casas murales y dibujos hechos por la clase? ¿Viven en mansiones para atesorar, año tras año, el detalle pintado a mano?

Hay páginas web dedicadas exclusivamente a comercializar regalos de fin de curso para los profesores

Si el mural dibujado y firmado por los niños es el paso más sencillo, el siguiente nivel es acudir a internet. Hay páginas dedicadas exclusivamente a comercializar regalos de fin de curso para los docentes, algo que confirma que la paternidad y la maternidad es un monumental nicho comercial. Toallas, tazas, delantales, velas, calcetines, llaveros, cojines, botellas de vino… todo con los nombres o fotos de los chavalillos. Y luego está el regalo más caro y más impersonal: la manida tarjeta regalo para un spa, un hotel o un restaurante. 

Qué curioso que entre las opciones que se barajan nunca aparezca la sugerencia de regalar un libro. ¿Por qué nadie propone comprar la novela 'Historia de una maestra', de Josefina Aldecoa? ¿O el ensayo 'Por qué la infancia', de Francesco Tabucchi?

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“Nunca agradeceré lo suficiente haber llevado a mis hijos a una escuela donde estaba prohibido hacer regalos a las profes. Además, las familias pactamos que los cumples infantiles se celebraban una vez al mes, con merienda en el parque de todos los que cumplían ese mes. Y sin regalo”, comenta mi compañero Ernest Alós, jefe de sección de Participación de EL PERIÓDICO Qué sensatos. Qué envidia.

Los maestros y las maestras no merecen un regalo de fin de curso. Merecen nuestro aplauso diario. Nuestro reconocimiento, agradecimiento y respeto. Las maestras merecen sueldos a la altura de su profesión, estabilidad laboral, contratos fijos y vacaciones pagadas. Los docentes merecen la atención de sus alumnos y alumnas. Merecen ganas de aprender y buen comportamiento. Merecen silencio cuando lo piden. Merecen las risas del patio. Merecen su descanso estival. Lo que no merecen es la guerra de mamás en el chat sobre si en junio compramos una 'caja regalo experiencia' o un bolígrafo XL con el nombre de todos los alumnos. 

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