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Las máquinas de café, un truco de las empresas | + historia

Es posible que algún lector empiece a leer estas líneas con un café al lado. Esta bebida forma parte de nuestra vida cotidiana desde hace 300 años. Y ahora, incluso, ha inspirado una película.

Autoridades locales prueban una máquina de café durante el Certámen Agrícola y Comercial de Girona de 1970.

Autoridades locales prueban una máquina de café durante el Certámen Agrícola y Comercial de Girona de 1970. / Narcís Sans Prat, Ajuntament de Girona

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Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

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Hoy se estrena la adaptación cinematográfica de 'Cámara Café', una de las series más populares que Tele 5 emitió entre 2005 y 2009 con enorme éxito. Sus 'sketches' tenían como punto en común el momento en que los trabajadores de una empresa esperaban que la máquina del pasillo les sirviera la bebida, reproduciendo una escena cotidiana en la mayoría de oficinas de este país. Si esos artilugios hablaran y contaran todo lo que se explica ante ellos...

Café y mundo laboral van ligados desde hace mucho tiempo y, para muchos, es impensable empezar a trabajar o hacer una pausa durante la jornada sin ingerir ese negro líquido procedente de tierras africanas y que llegó a Europa a través de la península arábiga gracias a los mercaderes.

Antes de que esto ocurriera, algunos de los primeros que descubrieron las propiedades estimulantes del café fueron los sufíes, que en el siglo XV lo tomaban para aguantar toda la noche despiertos mientras rezaban en La Meca. Precisamente fue allí donde se empezó a consumir de forma habitual, en unos establecimientos que paulatinamente también fueron apareciendo en otras zonas de influencia islámica como El Cairo y Constantinopla.

A veces existe la tendencia a imaginar que antes de nosotros el mundo no era tan global. No es del todo exacto. La diferencia es que ha aumentado la velocidad y el alcance de la globalización, pero siglos atrás también existían interconexiones, sobre todo gracias al comercio. Por ejemplo, en 1570 los mercaderes de la República de Venecia empezaron a importar café procedente de la actual Turquía. En poco más de un siglo fue una bebida muy popular en la península italiana y en Francia, donde la pasión cafetera desembarcó por el puerto de Marsella casi al mismo tiempo que el embajador de Constantinopla lo ofrecía como regalo a Luis XIV durante una visita oficial a Versalles. Esto explica que tanto franceses como italianos se disputen el trono del país más cafetero del Viejo Continente.

Cuando en el siglo XIX la tecnología del vapor empezó a impulsar la revolución industrial, se intentó aplicar en todos los ámbitos. Algunos inventores quisieron que fuera útil para tomar café. Uno de los primeros que lo consiguió fue el empresario de Turín Angelo Moriondo, en 1884. Y después, en 1901 en Milán, Luigi Bezzera encontró la forma de mejorar la idea del turinés. Fue entonces cuando nació una palabra que cambiaría la cultura cafetera: 'espresso'. Gracias a la presión de la caldera de la máquina se conseguía mayor potencia y temperatura, de lo que resultaba un líquido de sabor intensísimo que hacía las delicias de los enamorados de aquella bebida.

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A partir de ese momento, nuevos fabricantes fueron capaces de perfeccionar aún más el invento. Se conseguían fabricar máquinas con mayor presión y de esta manera se mejoraba aún más el resultado final. No solo eso, sino que también permitía hacer los cafés más rápido y atender al cliente a toda velocidad. Una escena que no ha cambiado con el paso de los años, todas las mañanas en muchos bares, cuando la gente se toma su taza rápidamente antes de ir a trabajar.

Sí, en las oficinas hay máquinas, pero no es lo mismo. Y eso que hace años que se intenta encontrar la forma de conseguir el mismo producto. Todo empezó en Filadelfia en 1947 -hace 75 años- cuando la compañía Rudd-Melikian presentó la Kwik-Kafe. El mecanismo básico era similar a las de ahora. Cuando se daba la orden, por ejemplo introduciendo una moneda, caía un vaso de papel que se llenaba con una mezcla de agua caliente y café instantáneo. La diferencia con la actualidad es que los fabricantes han conseguido que los nuevos modelos molen el grano y preparen la bebida al mismo momento, como se haría en un bar.

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Desde que en 1947 salieron al mercado, este tipo de máquinas enseguida proliferaron en las grandes corporaciones, porque era una forma de que los empleados no salieran del recinto y, además, consumieran una bebida estimulante que les permitiera continuar con su jornada. Lo que quizás no se plantearon es que la máquina del café se convertiría en el punto de encuentro para charlar un rato.


La 'cantata' de Bach

En el siglo XVIII el café no tenía muy buena fama. Era la bebida preferida de los intelectuales y de las mujeres, que lo consumían con pasión, tal y como demuestra la divertida 'Cantata del café' que Johann Sebastian Bach compuso en 1727. La pieza, a dos voces, es un diálogo entre una hija y su padre, desesperado porque la chica solo piensa en beber café.

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