Elecciones en Catalunya

El PSC se apoya en los agentes sociales en plena riña entre ERC y Junts por los debates electorales

Los debates electorales se convierten en el primer pulso de la campaña en Catalunya

Salvador Illa desgranará qué hará en Catalunya si es presidente en una conferencia el jueves

Así están las encuestas de las elecciones en Catalunya 2024

El líder y candidato del PSC, Salvador Illa, con el secretario general de UGT en Catalunya, Camil Ros, el pasado lunes

El líder y candidato del PSC, Salvador Illa, con el secretario general de UGT en Catalunya, Camil Ros, el pasado lunes / ACN

Sara González

Sara González

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El PSC sigue a pies juntillas el refranero popular que dice que una imagen vale más que mil palabras. En concreto, en una semana acumula cinco fotografías: el jueves pasado se reunió con las empresas y entidades del tercer sector y el Institut d'Estudis Catalans, el lunes con UGT, el martes con Unió de Pagesos y este miércoles lo hace con CCOO. Y mañana, día de la puesta de largo de la conferencia de Salvador Illa para explicar qué proyecto tiene para Catalunya si es el próximo presidente de la Generalitat ante centenares de representantes de la sociedad civil, espera coronar esa puesta en escena.

El líder del PSC busca el contraste con sus rivales políticos, trasladar que mientras él se empapa de las reclamaciones de los agentes sociales, ERC y Junts riñen por los debates electorales con el 'procés' como telón de fondo de sus respectivas campañas. Los socialistas se han propuesto conjugar los verbos "unir y servir" -que han convertido en su lema de precampaña- para proyectar que la amnistía o la petición de un referéndum son reminiscencia de un pasado cuyo balance ha sido el de la "división" y una gestión deficiente de gobiernos independentistas durante una década que declaran "perdida".

En el primero de los casos, Illa sostiene que la "generosidad" de los socialistas concediendo la exoneración de las causas judiciales del 'procés' permite "pasar página" y normalizar la situación, pese a que las imputaciones y citaciones por el caso de Tsunami y la aplicación que puedan hacer los jueces de la amnistía puede poner en jaque esa lectura. Pero considera que la segunda parte, la de cómo se gobierna mejor y con qué objetivo, está aún por resolver, motivo por el que reivindica que él quiere ser el próximo presidente mientras Carles Puigdemont y Pere Aragonès se enzarzan en el formato de los debates, que Illa rechaza que se celebren fuera de Catalunya y con solo dos o tres candidatos.

La conferencia en las Drassanes

Este jueves, desde las Drassanes de Barcelona, proclamará a los cuatro vientos que quiere coger el timón de la Generalitat porque solo así se puede garantizar una "nueva etapa" sin marejada en la gobernabilidad y centrada en los servicios públicos; cosa que señala que no pueden garantizar ni Aragonès tras encadenar varias crisis en su Govern ni Puigdemont, a quien sitúa "fuera de la realidad" con su discurso de "restitución" y continuidad del otoño de 2017. "No han estado por lo que tenían que estar", suele decir para desdeñar que el 'procés' haya llevado la batuta de la política catalana -y española- en los últimos doce años.

Hace meses que Illa repite como un mantra que el cometido del Govern tiene que ser poner toda la carne en el asador para gestionar la sequía, la crisis educativa, los déficits en la sanidad, el retraso en la transición energética y desbloquear infraestructuras como la ampliación del aeropuerto de El Prat. Un discurso que hará referencia al nuevo modelo de financiación -sin entrar al detalle- y con el que pretender atraer la atención del empresariado -que huye de los contextos inestables- y los agentes sociales, especialmente los que han librado un pulso con el Govern durante esta legislatura.

El rol como jefe de la oposición

De hecho, desde que ganó las elecciones de 2021, pero no pudo gobernar porque tenía cortocircuitada la vía de pactos con los partidos independentistas, además de que ERC, Junts y la CUP sumaban mayoría, Illa ha tenido entre ceja y ceja romper los bloques y recuperar influencia social y territorial del PSC. Para ello, en estos últimos tres años ha liderado tres acciones: tender la mano en pleno divorcio entre republicanos y posconvergentes para ganar centralidad en el Parlament y romper los bloques, consolidar un modelo de oposición que combina el rol de azote del Govern y, a la vez, la actitud "propositiva", e intensificar su agenda de contactos municipio a municipio y con el tejido económico y social catalán.

Cabe decir que la dependencia de Pedro Sánchez del voto independentista también ha obligado a Illa a modular su papel como jefe de la oposición, a sabiendas de que hay vasos comunicantes entre la estabilidad en el Congreso y en el Parlament, motivo por el que las elecciones catalanas son de alto riesgo para la Moncloa. Sin embargo, desde la sala de máquinas del PSC sostienen que se ha inspirado en la figura del 'shadow cabinet' -gobierno en la sombra-, muy arraigada en el Reino Unido, a la que también se acogió Pasqual Maragall en su día para arrebatar la presidencia de la Generalitat a CiU. Precisamente Maragall ha sido el único líder de los socialistas catalanas que logró recabar más de un millón de votos en unas catalanas -en 1999 y en 2003, hito que Illa se ha marcado también alcanzar ahora.

Tres años de recorrido

Aunque las cifras por sí solas no presuponen ningún resultado electoral, desde el PSC presumen de que su líder ha recorrido casi 50.000 kilómetros -sin incluir los viajes internacionales- en un total de 474 visitas en esta legislatura, reuniéndose con 306 entidades y pisando 186 municipios. Por ahora las encuestas lo ponen en cabeza, a la espera de hasta qué punto impacta en esas previsiones el 'efecto Puigdemont' con su promesa de regresar el día de la investidura y qué coordenadas se impondrán a la hora de movilizar el voto: si las de la gestión del día a día o las del tira y afloja irresuelto del soberanismo con el Estado.

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