Primera primavera de Consell de Cent

La naturaleza se abre paso en los ejes verdes del Eixample pese a la sequía y la indisciplina al volante

Barcelona celebra su particular 'hanami' con más de 4.500 árboles de Judea en flor

Barcelona somete a examen qué corregir de los ejes verdes para evitar que mueran de éxito

'Lonely Planet de Consell de Cent', una guía para pasear por la calle de moda

Cuatro variedades de flor comparten 'piso' en un parterre de Consell de Cent.

Cuatro variedades de flor comparten 'piso' en un parterre de Consell de Cent. / JORDI COTRINA

Carles Cols

Carles Cols

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Celebra el nuevo bulevar de Consell de Cent su primera primavera y lo hace, además, en el sentido más literal del término, porque hace un año buena parte de la vegetación no tenía ahí sus raíces, en los alcorques y parterres de esa calle, sino que estaba a la espera en viveros. Consell de Cent y los otros tres ejes verdes del Eixample, Rocafort, Borrell y Girona, eran en estas mismas fechas de 2023 calles en obras, un sindiós de zanjas y vallas al que se le hicieron, no está de más recordarlo, los más pesimistas pronósticos, comerciales y residenciales, por una parte, y también botánicos. Será un fracaso, se auguró. Recién estrenada la primavera meteorológica y tras un afortunado episodio de lluvias, es casi una obligación chequear esa nueva Barcelona. Hay decenas de detalles, pero, de entrada, una primera conclusión: a pesar de las insensateces al volante, muchas y repetitivas, y de la sequía (el orden de los factores es probablemente este y no otro), Consell de Cent, Rocafort, Borrell y Girona resulta que se merecen, con buena puntuación, como mínimo un notable, su sobrenombre de ejes verdes.

Desde que fueron plantados, han crecido los madroños más de un metro, quizá uno y medio, que no es poco. En algunos ejemplares, al abrigo de sus hojas, se pueden ver ya, minúsculos y muy verdes, los frutos que en verano serán rojos y del tamaño de una cereza. Se plantaron también hace un año tamarindos, en sus dos versiones, la arbórea y la arbustiva. Es esta una especie inusual en los jardines de la ciudad. Y resulta que se han adaptado estupendamente, explica Jana Miró, ingeniera agrícola, paisajista con 20 años de experiencia y técnica actualmente en el Institut Municipal de Parcs i Jardins. A su manera, los ejes verdes tienen algo de laboratorio del que sacar lecciones, reconoce.

La plaza aún sin nombre de Girona con Consell de Cent.

La plaza aún sin nombre de Girona con Consell de Cent. / JORDI COTRINA

Y no es el de los tamarindos el único (por decirlo de algún modo) experimento. Se plantaron en los más espaciosos parterres de Consell de Cent ‘crías’ de ‘Farfugium japonicum’ y de ‘Abutilon striatum’, las primeras distinguibles por esas enormes hojas del tamaño de una ‘txapela’ (ese es precisamente uno de sus nombre, boina de vasco, aunque tampoco está nada mal el de pata de elefante) y las segundas son reconocibles por sus lánguidas flores rojas con forma de campanilla. No solo se han acomodado muy bien a la vida en el Eixample, explica Miró, sino que incluso es toda una curiosidad observar lo bien que le han sentado a las boinas las últimas lluvias, porque el verde que estos días exhiben es especialmente intenso.

Una característica campanilla de 'Abutilon stratium'.

Una característica campanilla de 'Abutilon stratium'. / JORDI COTRINA

Ha habido también sorpresas más allá de las que estaban en el plan de bulevarización de esas calles. Han echado raíces algunos ejemplares de dientes de león, que no estaban en la lista de especie elegidas para esta suerte de Arca de Noé Vegetal del Eixample. Tal vez habrá que erradicarlos, no sea que el viento esparza sus semillas y dé la razón a los jardineros, que en todo el mundo consideran esta planta una de las más implacables invasoras.

Varios ejemplares de boina de vasco, en la calle de Consell de Cent.

Varios ejemplares de boina de vasco, en la calle de Consell de Cent. / JORDI COTRINA

De cada especie, en resumen, se podría redactar un informe, pero quizá no haya mejor compendio de lo que ha sido el primer año de vida de los ejes verdes que ir a la esquina de Consell de Cent con Pau Claris, justo delante de la esquina del hotel, donde comparten ‘piso’ hasta cuatro especies distintas de plantas de flor vistosa (violetas salvias, doradas rudbeckias…) y, a media mañana del miércoles hasta era posible observar a no menos de seis abejas que no daban abasto ante tanta oferta. Lo interesante de ese parterre, sin embargo, no es su incuestionable vistosidad y el hecho de que cumpla su función como paraíso de polinizadores, sino su casi inmaculado estado de conservación, extraño visto el maltrato que han sufrido otros ‘pisos’ similares de esta calle. ¿Por qué? ¿Qué le hace distinto a los demás?

Un espectacular matojo de salvias.

Un espectacular matojo de salvias. / JORDI COTRINA

Impacto de la indisciplina viaria

Están casi la mitad de las vallas que delimitan los alcorques y los parterres de los ejes verdes dobladas o directamente tumbadas en el suelo. Han sido aplastadas por las ruedas de los vehículos. El respeto con el que los peatones han tratado este nuevo espacio de paseo es inversamente proporcional al desdén con el que lo han hecho los conductores. El daño va incluso más allá del derribo de las vallas. El problema es más que estético. Cuando una furgoneta o un turismo pisa un parterre, aunque sea en ausencia de verde, compacta una tierra que antes había sido trabajada con cuidado para que drenara el agua en caso de lluvia. Pierde esa propiedad. Las últimas lluvias han permitido constatar este daño.

Jana Miró, una de las autoras del proyecto botánico de los ejes verdes.

Jana Miró, una de las autoras del proyecto botánico de los ejes verdes. / JORDI COTRINA

Eso, sin embargo, no ha sucedido en Consell de Cent con Pau Claris, delante del hotel. Tal vez porque una papelera, un banco y una fuente velan pretorianamente por ese espacio, es decir, marcan muy claramente sus límites. Es un detalle a tener en cuenta justo ahora que el Ayuntamiento de Barcelona lleva a cabo una auditoría sobre el día a día de los ejes verdes, con el propósito, se supone, de enmendar errores. Desde que en verano de 2023 fueron estrenados, bastantes elementos de mobiliario urbano, bancos y sillas, sobre todo, han sido literalmente arrollados, muy a menudo por la simple razón de que algún conductor ha decidido pasar por donde las señales de tráfico indican que no debe hacerlo.

En la confluencia de paseo de Gràcia con Consell de Cent falta un árbol. Como mínimo tres veces fue golpeado por vehículos. No ha aguantado una cuarta. No deja ser sorprendente que, a la hora de hacer balance en esta primera primavera, la indisciplina al volante haya sido más dañina que la sequía. Esa auditoría que prepara el gobierno municipal es esperada con gran curiosidad e incluso temor por parte de las asociaciones de vecinos del Eixample, que en general aplauden los ejes verdes, no sea que una de las conclusiones del informe sea que la culpa es de los árboles, como si estos vistieran minifalda.

A la izquierda, vehículos estacionados, algunos de ellos con las ruedas en los parterres.

A la izquierda, vehículos estacionados, algunos de ellos con las ruedas en los parterres. / JORDI COTRINA

Sin riego gota a gota

El segundo contratiempo a reseñar es la sequía, que, aunque resulte sorprendente, ha sido sobrellevado más bien que mal por la vegetación de los ejes verdes. No ha podido ser usado el riego gota a gota que se instaló en los parterres, sobre todo para dar un empujón a las plantas los primeros años, pero el decreto de sequía de la Generalitat que vetaba su empleo permitía, al menos, regar con el sistema clásico, con manguera, siempre que fuera con agua del freático. Los arbustos no tenían esa suerte, quedaban excluidos en el decreto de este trato preferente, pero incluso así han llegado a abril más saludables de lo que cabía imaginar. Uno de los secretos es la propia arquitectura de esas calles.

En algunos parterres puede sorprender la existencia de unas grandes rejas, con aspecto, quizá de alcantarillado. No es esa su función. Son unas instalaciones bien conocidas por los paisajistas por su eficacia. Son los SUDS, sistemas urbanos de drenaje sostenible, una suerte de microembalses se agua que no solo hidratan a las plantas más cercanas, sino incluso a las de la acera de enfrente, porque una característica subterránea de los ejes verdes es que los distintos parterres están interconectados bajo el pavimento. Con los SUDS, el efecto beneficioso de cualquier lluvia se multiplica. De igual modo, las alfombras de corteza de los alcorques y los parterres han demostrado también ser eficaces para atesorar la humedad en la tierra, salvo, claro, que hayan sido invadidos por las ruedas de un coche.