Prueba piloto en la 'superilla'

La Mercè 2023 descubre Consell de Cent y viceversa

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Carles Cols

Carles Cols

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Opción A, la más común: ir a tal o cual escenario de la Mercè en busca de este, ese o aquel número que entusiastamente aparece descrito en el programa de mano. Opción B, toda una novedad en esta edición: que la Mercè venga a buscarte cuando simplemente has salido a pasear. Pues eso, que la fiesta mayor, o sea, la opción B, se ha experimentado este 2023, tímida pero deliciosamente, en la renacida calle de Consell de Cent, sin horarios anunciados y casi sin previo aviso. Ha sido un tanteo. Se pretendía, bajo el epígrafe ‘Oasi Mercè Arts de Carrer’, que quienes aún no conocían la reurbanización de esta calle lo hicieran con la excusa de la fiesta mayor, y también viceversa, que quienes tan solo iban de paseo por la ciudad se toparan con la Mercè. La organización sacará a partir de ahora conclusiones, porque la ‘Superilla Eixample’ acaba de salir, como quien dice, de la cadena de montaje y sus prestaciones aún no están clara.

De repente, por la pared de una finca, justo en la esquina con Borrell, descendía la bailarina Berta Baliu y unos primeros transeúntes levantaban la vista con cara de estupefacción. Como contagiados, lo hacían de inmediato todos cuantos por ahí pasaban. Berta, en realidad, no descendía, bailaba en la pared. Danza vertical se llama esa disciplina.

Pasada media hora, un caballo gigante de la pandilla Antigua y Barbuda cabalgaba por mitad de la calzada. Tras su cola, una guitarrista, montada en la misma estructura que hacía avanzar esa marioneta gigante, amenizaba el galope con unos acordes. Tenía un cierto aire a ese guitarrista que encabeza la persecución en la última versión de ‘Mad Max’. La repera ya hubiera sido que tras el caballo alguien de la compañía teatral recogiera firmas para presentar una demanda y pedir que Consell de Cent volviera a su anterior diseño. Nadie lo hizo, pero, tanto da, tras el caballo tomaban la calle los artistas de Gijs van bon, que a la Mercè 2023 han llegado un brazo articulado que proporciona arena de colores para que los niños dibujen lo que les plazca en el pavimento.

Todo eso ha sucedido sin que en ningún momento la calle haya sido cortada al tráfico, que era muy poco si de contar vehículos a motor se trataba. Con un poco de paciencia y comprensión por ambas partes todo se ha resuleto.

El experimento de llevar la Mercè a Consell de Cent ha sido tímido porque solo abarcaba el tramo comprendido entre las calles de Rocafort y Borrell. Puede crecer. O no. Hay un antecedente a tener en cuenta de lo singular de este espacio.

Este 2023, la fiesta mayor de la Dreta de l’Eixample no se pudo celebrar, como era tradición, en la calle de Girona. La excusa era incontestable. Estaba la calle en plenas obras de metamorfosis a ‘superilla’. Se celebró en Bruc. La pregunta lógica, pues, era si en 2024 regresará la fiesta a Girona. No se sabe. La arquitectura de los ejes verdes es perfecta para el paseo, incluso para la coexistencia de transportistas y peatones, pero no para la instalación de chiringuitos y tiendas de quita y pon. Eso mismo quedó claro durante la celebración de Sant Jordi, primera puesta de largo de Consell de Cent en su tramo central, que a finales de abril ya estaba prácticamente acabado. Son esos antecedentes los que invitan a no dar por hecho que esa Mercè sorpresiva regresará en 2024.